Jefri Lion estaba sentado en una esquina de la sala de control de la nave, examinando un monton de viejos textos militares. Su chaqueta de camuflaje habia adoptado la tonalidad marron del panel de madera artificial que tenia detras.

—El juego no sigue autenticos principios militares —dijo, con cierto disgusto en la voz—. Emplee las mismas tacticas que utilizo Stephen Cobalt Nortbstar cuando la Decimotercera Flota de la Humanidad sitio Hrakkean. El contraataque de Tuf resultaba absolutamente erroneo dadas las circunstancias y, en caso de que las reglas hubieran estado redactadas de modo correcto, habria sufrido una derrota sin paliativos.

—Cierto —dijo Haviland Tuf—, en eso me veo absolutamente superado. Despues de todo, habeis tenido la fortuna de ser historiador militar, en tanto que yo soy un sencillo y humilde comerciante, por lo que no estoy familiarizado con las grandes campanas de la historia. De momento he tenido una suerte inmensa ya que las deficiencias del juego y mi buena estrella han conspirado para compensar mi ignorancia. Sin embargo, me encantaria tener la ocasion de comprender mejor los principios militares. Si tuvierais la bondad de probar suerte una vez mas con el juego, estudiare cuidadosamente todas vuestras sutilezas estrategicas, esperando, de esa manera, incorporar a mi pobre forma de jugar un enfoque mas solido y autentico.

Jefri Lion, cuya flota plateada habia sido la primera en desaparecer del tablero en cada partida jugada durante la ultima semana, carraspeo levemente con aire de incomodidad.

—Si, ya… esto, Tuf, yo… —empezo a decir.

Fue oportunamente salvado por un repentino chillido y un chorro de maldiciones que surgio del compartimiento contiguo.

Haviland Tuf se puso en pie de inmediato y Rica Danwstar le imito una fraccion de segundo despues.

Salieron al pasillo justo cuando Celise Waan salia a la carrera de uno de los camarotes, persiguiendo a una veloz silueta blanca y negra que paso junto a ellos como un rayo para meterse en la sala de control.

—?Cogedle! —les grito Celise Waan. Tenia el rostro muy rojo e hinchado y parecia furiosa.

La puerta era pequena y Haviland Tuf muy grande.

—?Se me permite inquirir para que? —pregunto, bloqueando la entrada.

La antropologa extendio la mano izquierda: en su palma habia tres aranazos no muy largos pero si bastante profundos, de los cuales empezaba a brotar la sangre.

—?Mirad lo que me ha hecho! —grito.

—Ya veo —dijo Haviland Tuf—. Y a ella, ?que le ha hecho?.

Kaj Nevis salio del camarote con una sonrisa levemente sardonica en los labios.

—La cogio para arrojarla al otro lado de la habitacion —dijo.

—?Estaba encima de mi cama! —dijo Celise Waan—. ?Queria echarme un rato y esa condenada criatura estaba dormida en mi cama! —Giro en redondo, encarandose con Nevis—. y tu, sera mejor que borres esa sonrisita de tu cara. Ya es bastante malo vernos obligados a vivir uno encima de otro en esta nave tan miserable como angosta, pero a lo que sencillamente me niego es a compartir el escaso espacio existente con los sucios animalejos de este hombre imposible. Y todo esto es culpa tuya, Nevis. ?Nos metimos en esta nave por tu causa! Ahora debes hacer algo: exijo que obligues a Tuf a que nos libre de esas sucias alimanas. Lo exijo, ?me has oido?

—Disculpame —dijo Rica Danwstar, que estaba inmovil detras de Tuf. El se volvio a mirarla y se aparto un poco—. ?Te referias quizas a una de estas alimanas? —pregunto sonriente, mientras avanzaba por el pasillo. Con la mano izquierda sostenia a un gato, mientras le acariciaba suavemente con la mano derecha. El gato era un animal bastante grande, de pelaje largo y grisaceo. Sus ojos arrogantes brillaban con una leve luz amarilla. Debia pesar sus buenos diez kilos pero Rica lo sostenia tan facilmente como si hubiera sido un gatito recien nacido—. ?Que estas proponiendo que haga Tuf con el viejo Champinon, aqui presente? —le pregunto en tanto que el gato empezaba a ronronear estruendosamente.

—El que me hizo dano fue el otro, el blanco y negro —dijo Celise Waan—, pero ese es igual de perverso. ?Mirad mi cara! ?Mirad lo que me han hecho! Casi no puedo respirar, estoy a punto de caer gravemente enferma y cada vez que intento reposar unos minutos, me despierto con uno de esos animales encima de mi pecho. Ayer estaba tomando un pequeno refrigerio; me distraje un momento y ese animal blanco y negro volco mi plato y empezo a jugar con mis bollos sazonados por el suelo, ?Como si fueran juguetes! Con estas bestias por aqui nada esta a salvo. Ya he perdido dos lapices luminosos y mi mejor anillo rosado. Y ahora esto, ?este ataque! Realmente, esto ya es intolerable. Debo insistir en que esos condenados bichos sean encerrados inmediatamente en la bodega con las mercancias, inmediatamente, ?me habeis oido?

—Por fortuna gozo de una audicion perfecta —dijo Haviland Tuf—. Si los objetos que faltan no han aparecido al final del viaje, sera un placer para mi reembolsarle su valor. La peticion hecha en lo tocante a Champinon y Desorden, sin embargo, debo rechazarla con todo mi sentimiento.

—?Viajo como pasajera en esta ridicula nave espacial! —le grito Celise Waan.

—?Debo consentir que se insulte tanto a mi inteligencia como a mis oidos? —replico Tuf—. Senora, vuestra condicion de pasajera resulta de lo mas obvio y no es necesario que me lo recordeis. Sin embargo, espero que me sea permitido a mi vez recordar que esta pequena nave que, con tanta libertad habeis insultado, es mi hogar y mi medio de vida, por pobre que sea. Lo que es mas, en tanto que sois una pasajera de esta nave y por ello teneis derecho a gozar de ciertos derechos y prerrogativas, Champinon y Desorden deben poseer logicamente unos derechos mucho mas amplios y consistentes dado que la nave, por decirlo asi, constituye su morada habitual y permanente. No tengo por costumbre aceptar pasajeros a bordo de mi Cornucopia de Mercancias Excelentes a Bajos Precios y, como ya habreis podido observar, el espacio disponible apenas si resulta adecuado para mis propias necesidades. Lamentablemente, en los ultimos tiempos he sufrido varias vicisitudes profesionales y no me recato en confesar que mis recursos vitales se estaban aproximando a un punto muy poco satisfactorio cuando Kaj Nevis se puso en contacto conmigo. Me he esforzado al maximo para acomodarles a todos a bordo de esta nave tan injustamente despreciada, llegando al extremo de ceder mis camarotes para satisfacer ciertas necesidades colectivas y he instalado mi pobre lecho en la sala de control. Pese a mis innegables penurias economicas, estoy empezando a lamentar profundamente el estupido impulso altruista que me hizo aceptar este viaje, especialmente teniendo en cuenta que el pago recibido apenas si ha bastado para la compra de combustible y provisiones para el viaje, asi como para el pago de las tasas portuarias de ShanDi. Empiezo a temer que os habeis aprovechado maliciosamente de mi buena fe pero, con todo, soy hombre de palabra y hare cuanto este en mi mano para haceros llegar a vuestro misterioso destino. Sin embargo, y durante el trayecto, me veo obligado a pedir que se tolere a Champinon y Desorden al igual que yo tolero ciertas presencias a bordo.

—?Bueno, pues no pienso hacerlo! —proclamo Celise Waan.

—No me cabia duda alguna de que…—dijo Haviland Tuf.

—No voy a soportar mas tiempo esta situacion —le interrumpio la antropologa—. No hay necesidad alguna de que estemos amontonados en un camarote como los soldados en un cuartel. Esta nave no parecia tan pequena desde el exterior. ?Adonde conduce esa puerta? —pregunto, extendiendo su rechoncho brazo.

—A las zonas de carga —dijo Haviland Tuf con voz inmutable—. Hay dieciseis y debo admitir que incluso la mas pequena de ellas es dos veces tan grande como mi austero aposento.

—?Aja! —dijo Celise Waan—. ?y llevamos carga?

—El compartimiento dieciseis contiene reproducciones en plastico de mascaras orgiasticas Cooglish, que desgraciadamente fui incapaz de vender en ShanDellor, situacion que expuse con toda sinceridad a Noah Wackerfuss a la que respondio ofreciendome un precio tan bajo que me dejaba sin el menor margen de beneficio. En el compartimiento doce guardo ciertos efectos personales, equipo de naturaleza variada, ciertas piezas de coleccion y otros objetos heterogeneos. El resto de la nave se encuentra totalmente vacio, senora.

—?Excelente! —dijo Celise Waan—. En tal caso, vamos a convertir los compartimientos mas pequenos en aposentos privados para cada uno de nosotros. Instalar camas no deberia resultar demasiado complicado.

—Resultaria de lo mas sencillo —dijo Haviland Tuf.

—Entonces, ?que se haga! —replico secamente Celise Waan.

—Como desee la senora —dijo Tuf—. ?Desea tambien alquilarme un traje de presion?

—?Como?

Rica Danwstar estaba sonriendo desde hacia rato.

—Esos compartimientos no estan incluidos dentro del sistema de apoyo vital —le dijo—. No hay aire, ni calor, ni presion, ni tan siquiera hay gravedad.

—Deberias encontrarte muy a gusto ahi —dijo Kaj Nevis.

Вы читаете Los viajes de Tuf
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×