—No cobrare tarifa alguna por mis labores como mediador e ingeniero ecologico —anuncio Tuf—, pero exigire ciertas seguridades y concesiones, por las dos partes del acuerdo. Los mundos aliados me proporcionaran lo que podria calificarse de una guardia personal, consistente en una flotilla de naves cuyo numero y armamento sea suficiente para proteger el Arca de los posibles ataques de la Flota Defensiva Planetaria de S’uthlam, y me escoltaran luego hasta haber salido del sistema sano y salvo, cuando mi labor haya terminado. Los s’uthlameses, por su parte, permitiran que dicha flota aliada permanezca dentro de su sistema natal con el objetivo de calmar mis temores. Si alguno de los dos bandos diera inicio a las hostilidades, durante el periodo del armisticio, lo haran con pleno conocimiento de que dicho acto producira en mi un incontrolable estallido de ira. No soy persona que se excite con facilidad, pero cuando mi ira escapa a todo control, hay ocasiones en que yo mismo me asusto de ella. Cuando haya pasado un ano, hara ya mucho tiempo que habre partido y, si tal es su decision, podran continuar con su carniceria. Sin embargo, tengo la esperanza y creo que casi la seguridad, de que esta vez mis acciones se revelaran tan eficaces que ninguno de los bandos se sentira inclinado a reanudar las hostilidades —acaricio el espeso pelaje negro de Dax y el gato les fue mirando uno a uno con sus enormes ojos dorados, conociendo lo que pensaban y sopesandolo.

Tolly Mune sintio de pronto un frio increible.

—Nos esta imponiendo la paz —dijo.

—Solo de forma temporal —dijo Tuf.

—Y nos esta imponiendo su solucion, queramos o no —dijo ella.

Tuf la miro sin contestarle.

—?Pero quien demonios se ha creido que es usted? —le grito, soltando por fin todo el furor que se habia ido acumulando dentro de ella.

—Soy Haviland Tuf —le replico el sin alzar la voz—, y se me ha terminado la paciencia con S’uthlam y con los s’uthlameses, senora mia.

Cuando la conferencia hubo terminado, Tuf condujo a los embajadores nuevamente hasta su lanzadera diplomatica, pero Tolly Mune se nego a ir con ellos.

Durante largas horas recorrio sin compania alguna el Arca, sintiendo cada vez mas frio y cansancio, pero negandose a ceder. «?Blackjack!», gritaba a pleno pulmon desde lo alto de las escaleras mecanicas. «Ven, Blacky, ven», canturreaba en el laberinto de los corredores. «Jack!», grito al oir un sonido detras de una esquina, pero era solo una puerta abriendose o cerrandose, el zumbido de alguna maquina reparandose o quizas un gato desconocido que se escurria furtivamente. «?Blaitaaaackjaaaaaack!», grito en las intersecciones, donde confluian una docena de pasillos, y su voz desperto ecos retumbantes en los muros lejanos, rebotando de unos a otros hasta volver a ella casi agonizantes.

Pero no hallo rastro alguno de su gato.

Finalmente, su vagabundeo la hizo ascender varios niveles y se encontro en el oscuro eje central que perforaba de un extremo a otro la inmensa espacionave. Una gigantesca linea recta, de casi treinta kilometros de largo, cuyo techo se perdia entre las sombras y cuyas paredes estaban medio ocultas por cubas de todos los tamanos posibles. Escogio una direccion al azar y camino, camino y camino llamando en voz alta a Blackjack.

Y a lo lejos le parecio oir un leve maullido.

—?Blackjack? —grito ?Donde estas?

De nuevo oyo el maullido. Ahi, delante de ella. Apreto el paso y luego, sin poder contenerse, echo a correr.

Haviland Tuf surgio de entre la sombra proyectada por un tanque de plastiacero que tendria unos veinte metros de alto. En sus brazos estaba Blackjack, ronroneando.

Tolly Mune dejo de correr.

—He encontrado a su gato —dijo Tuf.

—Ya lo veo —le contesto ella con cierta frialdad.

Tuf le entrego delicadamente el gigantesco gato gris y, al cambiar de manos, sus dedos rozaron levemente los brazos de Tolly Mune.

—Descubrira que no le ha pasado nada malo durante sus vagabundeos —afirmo Tuf. Me tome la libertad de hacerle un examen medico completo, para asegurarme de que no hubiera tenido ningun percance y de ese modo pude llegar a la conclusion de que se encuentra en un estado de salud perfecto. Podra imaginar mi sorpresa cuando descubri por casualidad, durante tal examen, que todas las mejoras bionicas de las cuales me habia informado, parecian haberse esfumado de modo tan misterioso como inexplicable. No consigo imaginar como ha sido posible.

Tolly Mune apreto el gato contra su pecho.

—Menti —dijo. Es telepata, igual que Dax. Puede que no sea tan bueno como el. Y eso es todo. No podia correr el riesgo de que se peleara con Dax. Quizas hubiera ganado, quiza no. Pero no deseaba verle acobardado e inutil —miro a Tuf, frunciendo el ceno. Asi que ha conseguido proporcionarle una buena aventura amorosa. ?Donde estaba?

—Abandono la estancia del mana, mediante una salida secundaria, en busca de su amada y luego descubrio que las puertas habian sido programadas para negarle la entrada. Asi pues, se vio obligado a pasar unas cuantas horas recorriendo el Arca y trabando amistad con algunas de las hembras de la especie felina que la pueblan.

—?Cuantos gatos tiene? —le pregunto ella.

—Menos que usted —dijo Tuf—, aunque ya me lo habia imaginado. Despues de todo, usted es nativa de S’uthlam.

La presencia de Blackjack en sus brazos le resultaba calida y reconfortante y de pronto Tolly Mune se dio cuenta de que Dax no estaba presente. Ahora tenia nuevamente la ventaja. Rasco suavemente a Jack detras de una oreja y gato clavo sus limpidos ojos gris plata en la figura de Tuf.

—No ha logrado enganarme —dijo ella.

Me habia parecido altamente improbable conseguid —admitio Tuf.

—El mana… —dijo ella—. Es una trampa, ?verdad? No ha soltado un monton de patranas, confieselo.

—Todo lo que les he dicho sobre el mana es cierto.

Blackjack lanzo un leve maullido.

—La verdad —dijo Tolly Mune—, ?oh! ?la condenada verdad! Eso quiere decir que se ha guardado unas cuantas cosas sobre el mana.

—El universo esta lleno de conocimientos. En ultima instancia hay mas cosas por conocer que seres humanos en condiciones de conocerlas, algo realmente asombroso teniendo en cuenta que la populosa S’uthlam figura incluida en las filas de la humanidad. Me resultaria francamente dificil decirlo todo respecto a un tema, por limitado que este fuera.

Tolly Mune emitio un bufido despectivo.

—?Que pretende hacer con nosotros, Tuf.

—Voy a resolver sus crisis alimenticia —replico el con su voz eternamente impasible, placida y fria como un lago sin fondo y, al igual que este, llena de secretos ocultos.

—Blackjack esta ronroneando —dijo ella—, asi que eso es cierto. Pero, Tuf, como… ?como?

—El mana es mi instrumento.

—?Y un dolor de tripas! —replico ella—. Me importa una maldita verruga lo sabroso y adictivo que pueda ser su fruto o lo rapido que pueda crecer esa condenada cosa, pero ninguna planta va a resolver nuestra crisis de poblacion. Ya lo intento antes. Ya hemos recorrido todas esas coordenadas con el omnigrano, las vainas, los jinetes de?viento y las gran—?as de hongos! Hay algo que no me esta contando. Sueltelo, abra la boca de una vez.

Haviland Tuf la estuvo contemplando en silencio durante mas de un minuto.

Sus ojos parecian incapaces de apartarse de los suyos y, por un instante, tuvo la sensacion de que Tuf estaba mirando en lo mas hondo de su ser, como si tambien el fuera capaz de leer la mente.

Quiza fuera otra cosa lo que intentaba leer. Finalmente Tuf le respondio.

—Una vez que la planta haya sido sembrada, nunca podra llegar a ser eliminada por completo, sin importar la diligencia con que lo intenten. Dentro de ciertos parametros climaticos se extendera con inexorable rapidez. El mana no sera capaz de crecer por doquier, ya que el frio extremado puede matarlo y una temperatura baja

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