ministro del Interior, que pudo manejar a su albedrio el derecho de reunion, la prohibicion de mitines y reuniones politicas, la censura y la supresion de publicaciones, pretextando su peligrosidad para el Estado. Considerando que la situacion era excepcional, no menos de cuarenta mil miembros de las SA y de las SS fueron enrolados como fuerzas auxiliares de la policia de Prusia y, dias despues, utilizados para asaltar la sede del Partido Comunista, que fue destruida y sus archivos incautados, con el pretexto de que estaba preparando un golpe de Estado. Para organizar unas elecciones que garantizasen la victoria arrolladora de los nazis, Hitler reunio nuevamente a los empresarios y les exigio ?tres millones de marcos! Todo esto lo tramaron y ejecutaron Hitler y sus colaboradores en menos de tres semanas, pero en los dias siguientes aun se aceleraria mas la marcha nazi hacia la dictadura.
A primera hora de la noche del 27 de febrero de 1933 se reunieron para cenar, en el distinguido restaurante del Herrenklub, Von Papen y el presidente Hindenburg. Era un lugar concurrido por la aristocracia, la burguesia adinerada y por los politicos conservadores, que tenian el Reichstag a la vista. Era un local de moda en aquellos dias de «gabinetes de monoculo», exclusivo, caro, apto para los negocios y las pequenas conspiraciones. Pocos minutos despues de las 21 h se produjo un cierto revuelo en el local. Algunos clientes, rompiendo toda regla de buena crianza, se precipitaron hacia las ventanas. La cupula del Reichstag comenzo a iluminarse como si todas las lamparas del edificio hubieran sido encendidas repentinamente. La incertidumbre sobre lo que sucedia apenas duro unos minutos, pues una serie de pequenas explosiones se dejo oir incluso en el restaurante: eran las cristaleras del Reichstag que estaban estallando a causa del calor. Al romperse los cristales, salieron por la cupula y las ventanas una densa humareda y voraces llamas, que en cuestion de un cuarto de hora envolvieron todo el edificio. Uno de los camareros se acerco a Von Papen: «El Reichstag esta ardiendo.» El presidente y su vicecanciller se dirigieron a una ventana desde la que «pudimos ver la cupula del Reichstag como si estuviera iluminada por proyectores; de vez en cuando, una llamarada y una columna de humo borraban la silueta». Hindenburg y Von Papen presenciaron atonitos y emocionados como se consumia la obra del arquitecto Wallot, mientras todo el centro de Berlin quedaba conmocionado por el estrepito de las alarmas de los bomberos. Mientras veian la destruccion de la sede del Parlamento aleman, llegaron hasta el Herrenklub los primeros rumores: parecia que los comunistas eran los responsables, e incluso habia sido ya detenido un sospechoso, un anarquista extranjero.
Desde la casa berlinesa de los Hanfstaengl tambien se veia el Reichstag. Una criada se apercibio inmediatamente de lo que estaba sucediendo y aviso a Hans Hanfstaengl, que telefoneo a Goebbels para comunicarle el suceso. Se daba la coincidencia de que no habria que buscar a Hitler porque precisamente aquella noche cenaba en casa de su jefe de propaganda. Terminaron ambos la comida, pues no mostraron signo alguno de precipitacion ni de sorpresa y, ademas, Hitler no hubiera perdonado de modo alguno los dulces que para postre confeccionaba Magda Goebbels. Luego, se dirigieron hacia el Reichstag. En las proximidades, contenidos por la policia, se congregaban muchos curiosos, que observaban atonitos la impotente lucha de los bomberos contra las llamas. Hitler, Goebbels y su guardia armada cruzaron los controles y se acercaron al incendio a las 21.47 h, segun anoto un periodista britanico, es decir, casi cuarenta minutos despues de haberse enterado del suceso y pese a no hallarse a mas de diez minutos de distancia. El Fuhrer, aparentemente emocionado, comento: «Es como una antorcha del cielo.» Dias despues, refiriendose al suceso, abundo en el mismo sentido: «Fue como la antorcha que precede a una nueva era en la historia de la Humanidad.»
La persona mas ajetreada aquella noche era Goering, ministro del Interior, que iba sudoroso y congestionado gritando a diestro y siniestro que aquella catastrofe era «obra de los comunistas, la prueba evidente de la conspiracion comunista contra el pueblo aleman, que el NSDAP venia denunciando desde hacia semanas». Basandose en el rumor que el mismo difundia, ordeno a la policia y a sus colaboradores nazis, las SA y las SS, que procedieran a detener a los responsables de aquella destruccion. Aquella noche se capturo a mas de un millar de dirigentes comunistas, prueba evidente de que la operacion habia sido meticulosamente preparada con las listas salidas de los archivos del Partido Comunista y de los de algunos dirigentes encarcelados con anterioridad.
?Quien incendio el Reichstag? Hasta ahora no ha podido demostrarse la identidad del piromano. En las proximidades del edificio fue capturado el anarquista holandes Marinus van der Lubbe, un tipo medio descoordinado, casi ciego y con muy escasas luces, que hubiera deseado, probablemente, ocasionar el incendio pero cuyas posibilidades de haberlo hecho parecen casi nulas. Otros personajes de mayor categoria politica, como George Dimitrov, tambien fueron acusados y juzgados, mas la enorme campana internacional desencadenada evidencio la falta de garantias del juicio y la inconsistencia de las acusaciones, de modo que terminaron absueltos. En diciembre de 1933 fue condenado a muerte Van der Lubbe, que murio en la guillotina en enero de 1934.
Sin embargo, Goering y sus esbirros suscitan todas las sospechas de haber sido los verdaderos autores de la planificacion y la ejecucion del incendio, asunto nada sencillo por tratarse de un inmenso edificio construido en piedra y hormigon y donde lo unico que podia arder con facilidad serian las cortinas. Primero, porque el tenia acceso al Reichstag desde su casa, por medio de un pasadizo. Segundo, porque fue un trabajo de equipo, ya que el fuego, segun se demostraria en la investigacion, surgio en varios puntos a la vez. Tercero, porque los vigilantes del edificio eran gentes de las SA, que dificilmente hubieran dejado introducir en el Reichstag materiales inflamables y penetrar durante la noche a numerosas personas ajenas a su ideologia. Cuarto, porque los nazis estaban esperando el suceso para operar con toda celeridad, haciendo una formidable redada entre los jefes comunistas y poniendo -apenas quince horas mas tarde- a la firma de Hindenburg un decreto que obedecia a una meticulosa planificacion y no a una reaccion visceral. El general Haider, que fue jefe del Estado Mayor de la Wehrmacht, conto en sus memorias que el mismo, en una sobremesa, escucho pavonearse a Goering de haber sido el organizador y de haber participado personalmente en el incendio. Sin embargo, no es posible creer que aquello lo hiciera Goering por iniciativa propia. El, o quienquiera que provocase el incendio, habia operado bajo la directa inspiracion de Hitler. El canciller habia declarado durante toda su trayectoria politica su aversion hacia el Parlamento y su clara intencion de terminar con el. Mas aun, si aborrecia la institucion parlamentaria no era menor su aversion hacia el edificio, del que decia que era un hibrido de templo griego, basilica romana y palacio arabe, aunque como conjunto parecia mas bien una sinagoga y que «cuanto mas pronto se queme este lugar, antes nos veremos libres de la nefasta influencia extranjera».
Hitler tenia motivos aun mas graves e inmediatos para haber ordenado el incendio. Notaba cada dia con mayor claridad como Hindenburg comenzaba a sentir vertigo ante el rosario de decretos que le presentaba su canciller. Y, sin embargo, sabia que no podia pararse en la carrera o cualquier dia seria arrojado del poder como les habia ocurrido a sus antecesores. Debia afianzarse mas, arrebatandole prerrogativas a la Constitucion y preparando unas elecciones cuyo resultado favorable hiciera invulnerable su posicion; para ello el principal enemigo a batir era el Partido Comunista. Necesitaba un golpe de efecto, algo que pusiera nuevamente al presidente de su lado. Por eso no era casualidad que la noche del incendio Hindenburg hubiera sido invitado a cenar al Herrenklub y tampoco era improvisado que la manana del 28 de febrero Hitler se presentase ante el presidente con argumentos apabullantes:
«Los enemigos del Estado han tenido ya buena muestra de nuestra eficacia y de nuestra decision. Tenemos ya al autor del incendio, a sus complices y a mas de un millar de responsables de la conspiracion comunista. Les hemos confiscado unos tres mil quintales de materiales explosivos. Su plan de anoche era comenzar por el Reichstag para seguir por la Presidencia, la Cancilleria y demas ministerios […] Solo la accion rapida y energica de Goering logro conjurar semejante peligro […] Hay que demostrarles que no tenemos vacilacion alguna y que nada nos impedira cumplir con nuestro deber. Para ello le propongo la aprobacion y la firma de este decreto cuya finalidad es la proteccion del pueblo y del Estado.»
Hindenburg estaba anonadado ante el informe y en cierto momento reflexiono en voz alta: «?Tres mil quintales…! ?Eso es tanto como los explosivos que se consumen en una batalla importante!» El anciano mariscal respiro aliviado y en aquel momento se sintio agradecido hacia su canciller, tanto que firmo sin titubear el decreto