gustaban mucho las deninger del 38; eran armas pequenas que se podian ocultar con facilidad, y, a corta distancia, cargadas con municion dumdum, eran mortales, podian abatir a un caballo. Richard solia llevar dos derringer del 38, un cuchillo y una pistola automatica de gran calibre cuando salia a trabajar.

Richard regreso algunos dias mas tarde a la cueva del condado de Bucks. Lloviznaba. Los tonos verdes oscuros del bosque en agosto estaban brillantes y mas pronunciados. Richard llevaba de nuevo su escopeta. Llevaba tambien una bolsa de papel de estraza con un kilo de carne picada. Cuando so acerco a la entrada oscura de la cueva, vio centenares de huellas de ratas en el suelo humedo. Se adentro en la cueva cosa de quince pasos. Le llego el olor fetido, a almizcle, de las ratas. Dejo la carne y se marcho.

Cuando Richard volvio al dia siguiente, la carne habia desaparecido por completo. Sabia que las ratas eran animales carroneros, capaces de comerse cualquier cosa, y se pregunto si se comerian a un ser humano. Se pregunto si podria convertirlas en complices inconscientes de suplicios y asesinatos.

Richard, lleno de curiosidad, volvio a su Lincoln y regreso a Nueva Jersey. Vivia con su esposa, Barbara, y con los tres hijos de ambos, en una casa de madera de cedro de dos alturas en el 169 de la calle Sunset, en el pueblo de Dumont. Era un barrio agradable, de clase media alta, un buen lugar para criar a los ninos. Alli todo el mundo conocia a sus vecinos. La gente se daba los buenos dias y las buenas noches con sincera amabilidad.

Barbara era una mujer alta y atractiva de origen italiano. Tenia una elegancia. Simplemente con unos vaqueros viejos y una sudadera holgada tenia un aspecto cuidado, de estar a gusto. Tenia las piernas notablemente largas, era delgada y tenia curvas donde hay que tenerlas. No aparentaba haber tenido tres hijos (dos ninas, Merrick y Chris, que tenian entonces ocho y siete anos, respectivamente, y un hijo, Dwayne, de tres. Barbara habia perdido dos hijos estando embarazada, a consecuencia de los malos tratos fisicos que sufria a manos de Richard, manos enormes. Barbara explico hace poco: Cuando Richard se enfadaba, era como un elefante en una cacharreria: podia romperse cualquier cosa, nada tenia valor. Podia ser el hombre mas tierno y considerado del mundo, para pasar en un momento a ser el mayor hijo de puta de este mundo, con una crueldad ilimitada.

Aquel dia, cuando Richard llego a su casa, Barbara estaba preparando la cena. Nunca sabia en que estado de animo iba a llegar su marido a casa, y siempre lo recibia con una especie de inquietud desconfiada. Barbara no sonreia hasta que lo veia sonreir a el. Richard sonrio entonces y saludo a Barbara y a sus hijos con sendos besos. Ella comprendio al momento que no estaba de mal humor.

Barbara estaba casada con dos hombres distintos, el Richard bueno y el Richard malo, como habia llegado a llamarlos mentalmente. Afortunadamente, ahora estaba con el Richard bueno. Despues de lavarse, Richard monto un coche de bomberos rojo de Dwayne, sentado pacientemente en el suelo con su hijo, con el juguete y con un destornillador.

Barbara hacia todo lo que estaba en su mano por proteger a Dwayne del Richard malo. Casi todos los fines de semana lo mandaba a casa de la madre de ella para que no le pasara nada malo, y se apresuraba a sacar a Dwayne de la casa si advertia que a Richard le cambiaba el humor, que tensaba los labios sobre los dientes y se ponia palido. Cuando Richard producia un leve chasquido con el lado izquierdo de la boca, todos sabian que habia llegado el momento de huir. Ese sonido era como una sirena que anuncia un bombardeo aereo.

Merrick, la hija de Richard, era su favorita. La nina tenia insuficiencia en un rinon desde muy pequena, tenia que ingresar en el hospital con frecuencia y habia sufrido varias operaciones. Richard siempre estuvo a su lado, junto a su cama, dandole la mano, acariciandole la cabeza. Segun decia Barbara, no podia haber estado mas atento y carinoso.

Merrick no guardo nunca rencor a su padre por ninguno de sus actos. Las palizas que daba a Barbara, los muebles que rompia, los juguetes que destrozaba, las tazas y los recuerdos familiares que aplastaba: todo se lo perdonaba. Nada era culpa suya. No podia evitarlo. Sencillamente, no era capaz de controlar su ira: asi se lo habia explicado el a Merrick (solo a Merrick), y ella lo creia. Era su papa. La querria mucho y de todo corazon, pasara lo que pasara.

Pero su otra hija, Chris, recordaba y tenia en cuenta todos los arrebatos de ira de su padre, sobre todo los malos tratos que daba a su madre. Tambien Chris queria a su padre; era el unico padre que habia conocido, y cuando era bueno tenia un corazon de oro; pero Chris odiaba al hombre en que se convertia su padre cuando tenia uno de sus ataques de ira irracional. A pesar de todo, por muy furioso que se pusiera Richard, nunca pego a ninguna de sus hijas ni a Dwayne.

Si hubiera puesto la mano encima a cualquiera de mis hijos, yo habria encontrado el modo de matarlo, y el lo sabia, explicaba Barbara.

Pero Barbara no tenia en cuenta, o quiza no podia aceptar, las realidades del dano psicologico que producian a sus hijas en lo mas hondo los arrebatos de Richard. Chris y Merrick tenian doradas cabelleras rubias y caras dulces en forma de corazon: habian heredado lo mejor de su padre y de su madre. Chris tenia ojos azul claros; Merrick los tenia de color miel. Ambas tenian un atractivo especial, con los anchos pomulos eslavos de Richard, la nariz larga y perfectamente recta de Barbara, la mandibula fuerte y la piel clara de los polacos. Eran tan parecidas que la gente solia tomarlas por gemelas. A Barbara le gustaba comprarles ropa igual, siempre dos prendas de cada tipo. En la mayoria de las fotos familiares las dos ninas aparecen vestidas iguales, y tras las sonrisas para la camara se aprecia una tristeza perceptible. Las ninas iban a la escuela parroquial y eran timidas y educadas, las perfectas senoritas. Con su caracter afectuoso y generoso y su facilidad para la sonrisa, las dos hacian amigos con facilidad.

Chris y Merrick estaban ayudando a su madre a poner la mesa. Al poco rato, la familia se sento a cenar, pollo asado con patatas, uno de los platos favoritos de Richard. Un extrano los habria tomado por una familia completamente normal, equilibrada y feliz. Pero, en realidad, el hombre que estaba sentado a la cabecera de la mesa, que trinchaba con paciencia el pollo asado y servia amorosamente a sus familiares sus raciones preferidas, era el asesino en serie mas prolifico de Norteamerica.

El encargo llego en la primera semana de septiembre. La victima tenia que sufrir. Asi lo establecian en el encargo. El cliente decia que si la victima sufria, pagaria el doble, veinte mil dolares en vez de diez mil, al contado. La victima vivia en Nutley, Nueva Jersey, en una casa de capricho, con camino de entrada particular en curva y columnas grandes y elegantes a ambos lados de una puerta grande de caoba que tenia un gran aldabon de bronce en forma de cabeza de carnero. Richard no sabia nada de la victima, aparte de que tenia que sufrir antes de morir. Richard lo preferia asi. Cuanto menos supiera acerca de la victima, mejor.

Richard tenia la posibilidad de utilizar una camara porque producia peliculas pornograficas que se distribuian en las costas Este y Oeste, y en todas partes entre ambas costas. El socio de Richard, el hombre que habia puesto el dinero para poner en marcha la productora, era el tristemente celebre Roy DeMeo, un soldado psicopata al servicio de la familia Gambino. DeMeo tenia grandes dotes para ganar dinero. Traficaba con coches robados, drogas, creditos usurarios, pornografia y asesinato. Dirigia el equipo mas brutal y temido de asesinos que se habia conocido dentro del crimen organizado. Eran responsables de, literalmente, centenares de asesinatos. Su jefe directo, su capitan, era Nino Gaggi, que dependia a su vez de Paul Castellano, recien nombrado jefe de la familia Gambino, la mas extensa y exitosa de todas las familias del crimen organizado que habia existido en la ajetreada historia de Nueva York. Castellano habia heredado el trono de una verdadera leyenda del crimen organizado, de su cunado, el mismisimo Carlo Gambino.

Richard llevaba en la camioneta la camara, la cinta adhesiva gris y las esposas que necesitaba para su plan. Sabia que la victima salia de su casa todas las mananas a las diez para ir a trabajar. Habia estudiado con cuidado la ruta que seguia la victima de su casa al trabajo, y pensaba secuestrarlo en un cruce apartado donde habia una senal de stop y donde tenia que detenerse para hacer un giro. Richard preferia no trabajar a plena luz del dia, pero siempre estaba dispuesto a hacer lo que hiciera falta para cumplir con su trabajo; y sabia que la gente tendia a estar menos a la defensiva a la luz del dia, que era un elemento natural que el habia aprovechado en varias ocasiones.

Cuando la victima llego por la carretera hacia la senal de stop, Richard estaba alli con aire de inocencia, de pie junto a su coche, con el capo y el maletero abiertos, las luces de emergencia

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