todo.
Habia vuelto a meter la pata. Ling tenia razon. No supo que responder, ni como policia ni como ciudadano de a pie. No pudo evitar pensar que Ling tambien se referia a como Chen actuo en otro caso, uno que exaspero al padre de ella por sus repercusiones politicas. Un caso que Chen no tenia por que haber aceptado, pero que acepto. El desenlace del caso tenso su relacion.
– Parece que te ha ido bien en la policia -siguio diciendo Ling-. Mi padre tambien te menciono el otro dia.
– Si eres monje, tienes que tocar la campana en el templo, un dia tras otro. -El comentario sobre el padre de Ling, un miembro poderoso del politburo en la Ciudad Prohibida, lo inquieto profundamente.
– Entonces, ?seguiras trabajando como policia?
– Quiza sea demasiado tarde para probar algo nuevo -respondio el, reacio a continuar por ese camino, pero sin saber como cambiar de tema.
– Intente escribirte -dijo Ling tomando la iniciativa, con la cabeza levemente inclinada bajo la luz vacilante de la lampara-, pero no hay mucho que decir. Despues de todo, la marea no espera.
Chen se pregunto que queria decir Ling con «la marea no espera». ?Significaba que ella no podia esperar mas?, ?se referia a su matrimonio o a su profesion? Emprender un negocio se describia en la actualidad como «lanzarse al mar de un salto». Existian «mareas de oportunidades» para hacer dinero. Ling habia tenido exito como empresaria, mientras que su marido, de hecho, era otro empresario que surcaba las mareas.
?O lo habria dicho refiriendose a
Se suponia que Chen debia decir algo pertinente sobre aquel encuentro. Era una oportunidad que no podia perder, tal y como Yong le habia repetido tantas veces, una ocasion idonea para llevar a cabo su «mision de salvamento». Ling vivia ahora en casa de sus padres.
Chen tomo un sorbo de te. Te de jazmin. Le sobrevino otra sorprendente sensacion de
– Entonces, ?has venido a Pekin por otro caso? -pregunto ella.
– No, no exactamente. Mas bien estoy de vacaciones. Hace mucho tiempo que no vengo a Pekin.
– ?Nuestro inspector jefe esta disfrutando de unas vacaciones!
A Chen le dolio el sarcasmo que se adivinaba en su voz. Era ella la que se habia casado con otro.
– ?Hay algo en particular que te interese ver durante tus vacaciones? -siguio diciendo Ling sin mirarlo.
De hecho, si que habia algo, cayo en la cuenta de repente. La antigua residencia de Mao en el Mar del Sur Central, la Ciudad Prohibida. Acababa de leerlo en el tren. La residencia estaba cerrada y no guardaba una relacion directa con la investigacion, pero Chen tenia la costumbre de visitar a las personas involucradas en un caso o, de no ser esto posible, los lugares en que hubieran vivido, para reducir la distancia que separa al policia del delincuente. Al investigar este caso, Chen no pretendia juzgar a Mao. Con todo, una visita a su residencia podria ayudarle, aunque fuera psicologicamente, a formarse una idea sobre la persona de Mao.
Ling podria conseguirle acceso al Mar del Sur Central gracias a sus contactos en Pekin.
– Me gustaria visitar la antigua casa de Mao en el Mar del Sur Central -dijo por fin Chen-, pero esta cerrada.
– ?La antigua casa de Mao! -repitio Ling sorprendida-. ?Desde cuando eres maoista?
– No lo soy, no sigo las nuevas tendencias.
– Entonces, ?por que quieres ir?
Ling lo miro con suspicacia.
Chen no respondio de inmediato, e intento recordar si le habia hablado alguna vez acerca de Mao.
– ?Recuerdas aquella vez en el parque Jingshan? «Se extendia la noche sobre los aleros inclinados del palacio.» Nos sentamos juntos y «susurramos palabras en chino».
Le volvio a la memoria la imagen de Ling, sentada sobre una losa de piedra gris cogiendole de la mano. El se habia fijado en el letrero blanco, colgado de un arbol, que rezaba: el arbol en el que se ahorco el emperador chongzhen, de la dinastia ming, y se puso a temblar al recordar la pizarra que le colgaron al cuello a su padre durante la Revolucion Cultural…
– Aun conservo aquel poema -respondio Ling, sacando del bolso un objeto parecido a un movil pero mas grande, del tamano de la palma de la mano, que Chen no habia visto nunca. A continuacion apreto varias teclas del artilugio-. Aqui esta -dijo Ling, empezando a leer en voz alta lo que ponia en la pantalla de cristal liquido.
Fue en una ladera, en el parque Jingshan, de la Ciudad Prohibida
donde el emperador Qing habia sucedido
al emperador Ming; nos sentamos
sobre una losa de piedra, contemplando
como se extendia la noche sobre los aleros inclinados
del palacio, antiguo y majestuoso.
Alla abajo, fluian oleadas de autobuses
por la calle Huangchen, que cientos de anos atras fuera un foso.
[Susurramos
palabras en chino, luego en el ingles
que estabamos aprendiendo. La ciguena de bronce
que tiempo atras habia escoltado a la viuda del emperador Qing
nos miraba fijamente. Suenas que nos convertimos
en dos gargolas, me dijiste
en el salon imperial de Yangxing, gorjeando
durante toda la noche, en un idioma que solo nosotros
comprendiamos. La neblina
envolvia la colina. Vimos un arbol
del que colgaba un letrero blanco, en el que ponia
«En este arbol se suicido
el emperador Chongzhen». El letrero me recordo
la pizarra que le colgaron al cuello a mi padre
durante la Revolucion Cultural. La noche
me parecio fria de repente.
Nos fuimos del parque.
– Si, el poema. Te agradezco mucho que lo hayas conservado…
– Lo copie en el avion. No hay nada que hacer durante esos vuelos de negocios.
El inspector jefe no pudo evitar disgustarse, de forma casi irracional, al imaginarla viajando con su marido el empresario, sentados uno junto a otro, y leyendole sus poemas. Chen le habia dado varios. Comenzo a preguntarse si Ling los habria guardado, y donde.
– ?Ah! Esos poemas, los escribi para ti, Ling. No he conservado los originales, solo algunos papeles sueltos aqui y alla. Si aun los tienes, ?te importaria devolvermelos?
– ?Quieres que te los devuelva?
Chen lamento haberselos pedido asi, de forma tan impulsiva y abrupta. ?Como lo interpretaria ella?
Pero Ling cambio de tema.
– Tengo un amigo que trabaja en el Mar del Sur Central. Supongo que podra organizar una visita a la antigua casa de Mao.
Ya que habian vuelto a hablar de Mao, Chen decidio desafiar a la suerte una vez mas.
– ?Ah! El medico personal de Mao parece que ha escrito un libro. ?Sabes algo de eso?
– Todo esto tiene que ver con una investigacion relacionada con Mao, ?verdad? -pregunto ella, mirandolo a los ojos-. Tienes que contarme mas cosas de tu trabajo.
Chen le hablo de la informacion que buscaba, aunque sin entrar en detalles. Sabia que solo si era sincero conseguiria su ayuda.
– Parece que eres alguien en tu profesion, inspector jefe Chen…