El movil de Ling empezo a sonar, y ella lo cogio con expresion contrariada. Pese a su reticencia inicial, al reconocer la voz de su interlocutor se puso a hablar animadamente. Debia de ser una llamada importante relacionada con algun negocio.

– El porcentaje no es ningun problema…

Chen se levanto, saco un paquete de cigarrillos y los senalo con un gesto. Despues abrio la puerta y salio al patio.

El patio estaba aun mas vacio de lo que habia imaginado. La casa sihe se resistia tenazmente a los planes urbanisticos. Chen contemplo la silueta de Ling, recortada al trasluz contra la ventana de papel mientras sujetaba el telefono contra la mejilla. Era como un antiguo espectaculo de sombras chinescas. En aquel preciso instante, Ling parecio alejarse de la ventana.

Era una mujer muy competente, no le cabia ninguna duda. Sin embargo, no habia que olvidar que su exito en el mundo de los negocios no se debia a sus aptitudes, sino a los contactos de su familia. Los contactos formaban parte del sistema, asi funcionaban las cosas. El porcentaje del que hablaba Ling, presumiblemente para un negocio de exportacion, era un ejemplo de ello. Ling podia alcanzar el porcentaje facilmente llamando a su «tio» o a su «tia», algo que no podian hacer los ciudadanos de a pie.

Chen no era capaz de identificarse con el sistema, aun no, o no del todo, pese a su «exito» dentro del sistema. En el fondo, todavia ansiaba hacer algo distinto, algo que le garantizara cierta independencia, si bien limitada, con respecto al sistema.

Vio que Ling habia acabado de hablar y dejaba el telefono sobre la mesa. Tras apagar el cigarrillo, volvio a toda prisa a la habitacion.

– Eres una directiva muy ocupada. -No habia podido reprimir el comentario.

– No se por que dices eso. Tu eres inspector jefe, estas mas ocupado aun.

– Es un trabajo en el que tienes que implicarte personalmente cada vez mas, hasta que se convierte en parte de ti, te guste o no -explico Chen con expresion pensativa-. Al menos esa es mi experiencia, claro. Paradojicamente, solo puedo redimirme siendo un policia eficaz.

– ?Es muy importante esa visita a la residencia de Mao para tu trabajo policial?

Ling tenia razon al preguntarselo. La visita tal vez no sirviera de mucho. De hecho, el mismo viaje a Pekin quiza fuera un intento patetico de tratar a un caballo muerto como si aun estuviera vivo.

– Enviaron una escuadra especial a la casa de Shang -explico Chen, tomandose la pregunta de Ling como una indirecta sutil-. Despues de tantos anos, es imposible que alguien recuerde lo sucedido. Tal vez el expediente aun este clasificado.

Volvio a sonar el telefono de Ling, quien echo un vistazo al numero y desconecto el aparato.

– Estos hombres de negocios no te dejan nunca en paz -se quejo Ling mientras rozaba con los dedos la ventana de papel, como si rozara un recuerdo muy lejano-. Recuerdo que, aquella noche, un molinillo de color naranja giraba en la ventana. Tu estabas borracho y decias que era como una imagen de tu poema. ?Has dejado de escribir poesia?

– ?Acaso podria vivir de la poesia? -A Chen le costo seguir la conversacion cuando Ling salto al tema de la poesia. Puede que se sintiera tan incomoda como el ante ese encuentro inesperado-. Publique una seleccion de poemas, pero despues descubri que, en realidad, la habia financiado un conocido sin que yo me enterara.

– Cuando me embarque en los negocios yo tambien creia ingenuamente que, entre otras cosas, asi tu tendrias la oportunidad de escribir tus poemas sin preocuparte de nada mas.

A Chen le conmovio la mirada ausente de Ling, pero, al mismo tiempo, tambien la sentia muy presente. Ling nunca habia renunciado a que Chen se dedicara a la poesia. Sin embargo, ?habria permitido el que Ling lo mantuviera?

– Cuando te conoci, nunca me imagine que acabaria siendo policia. -«Y nunca pense que tu serias empresaria», se dijo-. En aquella epoca aun teniamos suenos, pero ahora nos toca vivir el presente.

– No se cuando volvera Yong -repuso Ling, mirando el reloj de la pared.

– Ya es tarde -respondio Chen de forma casi mecanica-. Tal vez te cueste encontrar un taxi.

– Le dejare una nota a Yong, seguro que lo entendera.

El encuentro tuvo un final decepcionante, y Chen no estaba tan seguro de que Yong lo entendiera.

Cuando salieron del patio, Chen se sorprendio al ver que la limusina seguia estacionada alli, como un monstruo moderno agazapado frente a las ruinas del viejo callejon pekines. Un pilar de madera aun permanecia en pie, como un dedo que senalaba con gesto admonitorio el cielo nocturno veraniego.

– ?Es el coche de tu padre?

– No, es mio -respondio Ling. Y luego anadio-: Para el trabajo.

El exito de los «hijos de cuadros superiores» ya no se debia unicamente a sus padres. Gracias a sus contactos familiares, tambien ellos se habian convertido en cuadros importantes, en empresarios triunfadores como Ling, o en ambas cosas, como su marido.

Mientras la seguia hasta la limusina, Chen contemplo su elegante perfil iluminado por un haz de luz de luna. Los tacones de Ling resonaban en el callejon empedrado.

Al tiempo que le abria la puerta de la limusina, el chofer inclino la cabeza servilmente, con el pelo tan blanco como una lechuza en plena noche.

– Deja que te lleve a tu hotel.

– No, gracias. Esta al otro lado del callejon, ire andando.

– Entonces, buenas noches.

Al observar como se alejaba el coche, Chen recordo que la referencia de Ling a la «marea» tal vez proviniera de un poema de la dinastia Tang.

La marea siempre cumple su palabra

de que volvera. De haberlo sabido,

me habria casado con un joven que surcara la marea.

El ya no era aquel joven capaz de surcar las olas del materialismo.

18

El inspector jefe Chen empezo su segundo dia en Pekin llamando a Diao. Era aun muy temprano.

– Me llamo Chen -se presento-. Antes era empresario, pero ahora quiero dedicarme a escribir. Hable con el presidente Wang de la Asociacion de Escritores Chinos, y me recomendo que me pusiera en contacto con usted. Me gustaria mucho invitarlo hoy a comer.

– ?Que sorpresa, senor Chen! Antes que nada, muchas gracias por su amable invitacion. Pero no nos conocemos, ?verdad? Y tampoco conozco a Wang. ?Como puedo permitir que me invite a comer?

– No soy un gran lector, senor Diao, pero conozco la historia de los amigos de Cao Xueqin, que invitaron al autor a comer pato asado pekines a cambio de un capitulo de Sueno en el pabellon rojo. Asi es como se me ocurrio la idea.

– Me temo que no tengo ninguna historia interesante que contarle, pero, si se empena, podemos encontrarnos hoy para un almuerzo tardio.

– Estupendo. A la una entonces. Lo vere en el restaurante Fangshan.

Tras depositar el movil sobre la mesa, Chen cayo en la cuenta de que tenia la manana libre, asi que empezo a hacer planes.

Al salir del hotel, Chen tomo un taxi para ir al mausoleo del presidente Mao en la plaza Tiananmen. Despues, penso, podia tomar un atajo a traves del Museo de la Ciudad Prohibida para llegar al restaurante Fangshan, en el parque Beihai.

– Tiene suerte, el mausoleo esta abierto esta semana -dijo el taxista sin volver la cabeza-. Ayer mismo lleve a alguien alli.

– Gracias.

– Esta en el centro de la plaza Tiananmen -explico el taxista, tomandolo por un recien llegado a Pekin-.

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