impresionante: en tres de sus paredes se alzaban, majestuosas, sendas estanterias de caoba hechas a medida. En los estantes habia un numero considerable de libros sobre Mao, algunos de los cuales Peiqin no habia visto nunca en las librerias. Jiao habia realizado un trabajo asombroso coleccionando tantos volumenes. Habia tambien una seccion de libros de historia, algunos de ellos cosidos a mano y con cubiertas de tela, presumiblemente pensados para destacar por su lujosa encuadernacion. En la parte baja de una estanteria vio un monton de revistas de moda, lo cual le parecio un tanto incongruente.
La cocina, equipada con modernos electrodomesticos de acero inoxidable, era la unica estancia del piso en la que no encontro ningun objeto asociado con Mao. Peiqin se puso de puntillas para poder inspeccionar el interior de un vestidor; solo habia un par de libros de cocina, uno de los cuales tambien lo tenia ella en casa.
Decidio salir entonces a hacer la compra, se quito el delantal y lo doblo cuidadosamente sobre la mesa de la cocina. En su primer dia de trabajo, sus responsabilidades como asistenta eran lo primero. Mas adelante, si tenia tiempo, volveria a inspeccionar el piso.
Bajo a la calle con la lista de la compra. Era una lista sorprendente: tocino, pescado de Wuchang, melon amargo, pimientos rojos y verdes y algunas verduras del tiempo. El guardia de seguridad la reconocio y sonrio.
El mercado del barrio resulto ser muy distinto de los mercados a los que acudia Peiqin. Tenia el suelo de granito y mostradores revestidos de baldosas blancas sobre los que se exhibian verduras en envoltorios de plastico y carne en bandejas. Peiqin dio unas cuantas vueltas antes de encontrar unas peceras de cristal enormes en las que nadaban algunos peces. Al igual que en los demas puestos, un letrero exhortaba: no se admite el regateo.
– Un pescado de Wuchang grande -pidio Peiqin a una pescadera de rostro rubicundo, ataviada con un uniforme blanco y calzada con zapatos de goma morados.
Jiao le habia dado el dinero suficiente para no tener que regatear, pero, de todos modos, Peiqin pidio un recibo. Como gratitud por no haber regateado, la pescadera saco con un cucharon el pescado vivo y junto a el le entrego un punado de cebolletas de regalo.
Tras comprar todos los ingredientes de la lista, Peiqin escogio otra salsa especial y condimentos para la cena. Segun le habian dicho Yu y el Viejo Cazador, Jiao raras veces tenia invitados, por no decir nunca. Sin embargo, para una chica tan esbelta como ella, parecia una cena muy abundante, llena de calorias y de grasas. En particular, el tocino estofado en salsa roja, popular a principios de los sesenta entre los chinos famelicos y desnutridos, era un plato que ninguna chica moderna que vigilara su peso querria probar.
De nuevo en la cocina, Peiqin empezo a preparar la cena. El pescado vivo no dejaba de moverse y de saltar mientras Peiqin le quitaba las escamas sobre una tabla. Al meterlo en la vaporera, el pescado se agito una vez mas y le hizo un corte en el dedo con la cola. El corte no era profundo, pero le escocio. A continuacion, Peiqin dispuso el pescado junto al jengibre y las cebolletas en una fuente con sauces dibujados y la coloco en una vaporera sobre la mesa de la cocina. Cuando volviera, Jiao solo tendria que encender el fuego. Peiqin lavo el arroz y lo echo en una arrocera electrica. Finalmente, empezo a preparar el tocino. Era un plato facil, pero le llevo tiempo. No era una chef profesional, pero si una cocinera experimentada y queria impresionar a Jiao en su primer dia.
Tras quitarse de nuevo el delantal, Peiqin se preparo una taza de te con una bolsita de te europeo que nunca habia visto y se sento en una silla plegable junto a la mesa. Al probar el te humeante, no le parecio tan bueno como el te del Pozo del Dragon que tenia en su casa. Quiza la diferencia se debiera a la bolsita. A Peiqin le gustaba contemplar tranquilamente como se iban desenrollando las hojas de te en la taza, tan verdes y tiernas, mientras reflexionaba.
No era la primera vez que colaboraba en una investigacion, ya fuera para ayudar a su marido, al inspector jefe Chen o a otras personas involucradas.
Esta vez, sin embargo, era distinto.
Su interes por el caso era personal y, a la vez, mucho mas que personal.
Peiqin habia obtenido unas calificaciones excelentes en la escuela primaria. Llevaba con orgullo el panuelo rojo de los Jovenes Pioneros, y sonaba con un futuro prometedor bajo la luz dorada de la China socialista. Sin embargo, todo cambio de la noche a la manana tras el estallido de la Revolucion Cultural. El «problema historico» de su padre empano la reputacion de toda la familia. Al frustrarse sus suenos juveniles, Peiqin tuvo que hacer frente a la realidad. Trabajo duramente como «joven instruida» en Yunnan, arando descalza en los arrozales, avanzando pesadamente por los senderos enfangados un dia tras otro… Hasta que, diez anos despues, volvio a la ciudad para trabajar en la oficina de un restaurante
Pero, de vez en cuando, no podia evitar preguntarse como habria sido su vida de no haber estallado la Revolucion Cultural.
El corte que se habia hecho en el dedo volvio a escocerle.
?De quien era la culpa?
De Mao.
El Gobierno no queria que la gente hablara de ello. Los altos cargos evitaban el tema o le echaban la culpa a la Banda de los Cuatro. En cuanto a Mao, decian que habia cometido un error bienintencionado, de escasa importancia en comparacion con su enorme contribucion al progreso de China.
Quiza Peiqin no fuera la persona mas indicada para juzgar a Mao, al menos desde una perspectiva historica, pero ?acaso no podia juzgarlo personalmente, desde la perspectiva de alguien que habia sufrido en carne propia la politica de Mao?
Dejando a un lado sus motivos personales, Peiqin no podia perdonar a Mao por lo que acababa de contarle el Viejo Cazador: la forma en que trato a su esposa Kaihui.
En su adolescencia, Peiqin habia leido el poema que Mao escribio a Kaihui y le habia parecido un conmovedor poema de amor revolucionario. Tambien leyo un poema anterior sobre la despedida entre Mao y Kaihui, que se le antojo aun mas sentimental y conmovedor.
Ahora habia quedado conmocionada al conocer la verdad que se escondia detras de esos poemas. No era simplemente una abyecta traicion por parte de Mao, sino en cierto modo un asesinato a sangre fria. Mao debia de considerar a Kaihui un obstaculo para su relacion ilicita con Zizhen, y por ello permitio que su esposa permaneciera en aquel lugar, donde acabaria siendo victima de las represalias de los nacionalistas. ?Lo supo Kaihui en sus ultimos dias? Los ojos de Peiqin se llenaron de lagrimas al pensar en Kaihui, a la que arrastraron hasta el lugar de su ejecucion descalza y sangrando, para que, de acuerdo con una supersticion local, no encontrara el camino de regreso a casa, porque iba sin zapatos.
Peiqin no albergaba dudas sobre la forma en que Mao habia abandonado a Shang. Despues de releer
Peiqin se levanto y volvio al dormitorio. Al contemplar la fotografia de Mao que colgaba sobre la cama, cayo en la cuenta de que era un retrato que ya no solia verse; no ahora, no desde los dias de la Revolucion Cultural. Mao estaba sentado en una silla de ratan, enfundado en un albornoz de rizo de rayas azules y blancas, fumando un cigarrillo y sonriendo hacia un horizonte lejano. Parecia hallarse en una embarcacion fluvial. Presumiblemente, le sacaron la fotografia despues de nadar en el rio Yangzi.
?Era posible que Jiao, contagiada por una moda reciente, hubiera «redescubierto» a Mao? Los emperadores habian despertado el interes del pueblo chino a lo largo de miles de anos. Los temas relacionados con la realeza volvian a aparecer en peliculas y en programas televisivos; asimismo, los emperadores y las emperatrices de la dinastia Qing ocupaban paginas y paginas de los superventas mas recientes.