La cerradura de la puerta de entrada hizo un clic. Peiqin abrio la puerta y se dirigio al ascensor.
Al salir en la quinta planta, vio a una mujer joven que esperaba en el umbral de un piso situado a su izquierda.
– ?Asi que usted es la nueva asistenta?
– Si -respondio Peiqin, asintiendo con la cabeza.
– Yo soy Jiao.
La joven llevaba un vestido mandarin de color azul claro con un vistoso fenix bordado y escarpines de saten de tacon alto a juego con el vestido, como si hubiera salido de una pelicula de los anos treinta. El vestido mandarin, que parecia hecho a medida, resaltaba sus curvas, aportandoles una sutil voluptuosidad. Jiao sostenia un par de medias en la mano.
Podia ocuparse sola del piso, pero Peiqin sabia que el hecho de tener asistenta daba prestigio. Peiqin habia oido decir que algunos nuevos ricos tenian en sus pisos un cubiculo que llamaban «la habitacion de la criada». Y disponia de bano propio, para que la asistenta no se tropezara con los senores. Peiqin habia crecido durante los anos de propaganda comunista igualitaria y no podia evitar sentirse un poco incomoda en esta situacion, pese a que ahora se limitaba a interpretar un papel, un papel temporal.
– Entre -indico Jiao.
– Me llamo Pei. El senor Chen me ha pedido que viniera. -Peiqin repitio lo que habia dicho por el interfono.
– El senor Chen me llamo para decir que enviaria a alguien de confianza.
– Hace anos que conozco al senor Chen, es muy buena persona.
– ?Como esta? He intentado llamarlo esta manana, pero no ha contestado.
– Supongo que estara fuera de la ciudad en algun viaje de negocios -respondio Peiqin vagamente. No estaba segura de si Jiao estaba al tanto de los ultimos acontecimientos.
– Los hombres de negocios son asi -dijo Jiao, y anadio-: Voy a salir esta manana, asi que hablemos ahora de lo que tiene que hacer. No hace falta que venga cada dia. Tres veces por semana, cuatro horas cada dia. Principalmente, tendra que limpiar el piso y lavar la ropa. De vez en cuando le pedire que prepare la cena, como hoy, pero cuando acabe puede irse. Por estos servicios le pagare ochocientos al mes, extras aparte. ?Le parece bien?
– Si, por mi esta bien.
– Deje que le haga una lista de todo lo que tiene que comprar y preparar para esta noche. -Jiao escribio deprisa en un trozo de papel-. ?Ah! No tiene que cocinar todos los platos, deje algunos solo preparados y ya los acabare de cocinar yo.
– Entiendo -respondio Peiqin echandole un vistazo a la lista, que parecia muy especifica, no solo en cuanto a los ingredientes, sino tambien en cuanto a los sabores de cada plato-. ?Cuando va a volver?
– A las seis.
– ?Y a que hora cena?
– Hacia las siete.
– En este caso, creo que sera mejor que empiece a cocinar el tocino hacia las cuatro, porque el tocino estofado en salsa roja tarda varias horas en hacerse. En cuanto al pescado, lo preparare con cebolleta y jengibre en una vaporera, y solo tendra que acabar de hacerlo al vapor unos cinco o seis minutos, segun prefiera.
– Muy bien -aprobo Jiao, asintiendo con la cabeza-. Tiene mucha experiencia.
– ?Alguna instruccion en particular sobre el tocino o sobre el pescado?
– Si, que la grasa del tocino quede crujiente -indico Jiao-. ?Ah! Y no use salsa de soja.
– Pero ?quiere que la salsa…? -A media pregunta se le ocurrio una idea-. Ya entiendo. Podria freir azucar en el wok hasta que se dore, y usarlo para dar color al tocino.
– Es toda una profesional -dijo Jiao con una sonrisa.
Era una receta que Peiqin habia aprendido en el restaurante. Jiao debia de haberla hecho alguna vez, puesto que no dio muestras de sorpresa.
– Calculare el tiempo para que el tocino este hecho, pero no demasiado, cuando usted vuelva. Tambien puede anadirle cualquier especia que le guste.
– No cabe duda de que el senor Chen me ha hecho una recomendacion excelente. Preparelo como le parezca mejor. Aqui tiene el dinero para comprar los ingredientes.
Jiao, que parecia tener prisa por irse, seguia hablando mientras se ponia las medias apoyada en una silla de caoba. Despues se puso unos zapatos de tacon.
– Si algun dia el trabajo le lleva mas de cuatro horas, digamelo y le pagare un poco mas, ?de acuerdo? - anadio Jiao cuando se dirigia hacia la puerta.
Era un sueldo mas que razonable para una asistenta, penso Peiqin mientras oia los pasos de Jiao alejarse por el pasillo y entrar en el ascensor. Entonces cerro la puerta.
No sabia que le habria dicho Chen a Jiao sobre ella, pero su «carrera como asistenta» habia empezado mejor de lo que habia imaginado. Jiao la habia aceptado sin hacerle ni una sola pregunta. El horario de trabajo tambien le convenia, ya que ni siquiera tendria que pedir dias de permiso en el restaurante. Como contable con un horario flexible, Peiqin podia ir al restaurante cuando le viniera bien. Algunos dias podria trabajar en casa de Jiao durante la hora de comer.
Tras sacar un delantal de la bolsa de lona, Peiqin empezo a trajinar como una asistenta sin dejar de observarlo todo como la mujer de un policia, en busca de cualquier cosa que se saliera de lo normal o que guardara relacion con Mao.
El piso era muy lujoso. La distribucion le parecio poco habitual, aunque desconocia como serian otros pisos de ese tipo. El salon, rectangular, era enorme, con lienzos desperdigados por todas partes, acabados y por acabar. Tal vez Jiao lo usara principalmente como estudio. En una pared colgaba un largo pergamino de seda con caracteres chinos. A Peiqin le costo leer los caracteres, que semejaban dragones voladores y fenix danzantes. Le llevo varios minutos reconocer cinco o seis caracteres, hasta que cayo en la cuenta de que el texto del pergamino era un poema de Mao titulado «Oda a la flor de ciruelo»; lo habia leido en su libro de texto de la escuela secundaria.
En la poesia clasica china, las beldades y las flores a veces eran metaforas intercambiables. El caligrafo quizas habia copiado el poema para Jiao como un cumplido, aunque, por lo que Peiqin recordaba, la flor de ciruelo no simbolizaba a una chica joven y moderna.
Quiza le buscaba demasiados significados. En el mercado actual, los pergaminos de un caligrafo celebre tenian un valor inestimable, sin importar su tematica. Tambien se adquirian para evidenciar los gustos refinados de sus propietarios, fueran jovenes o no. Peiqin volvio a leer el poema. Habia una fecha en el calendario lunar chino que no conseguia descifrar. Tendria que buscarla en algun libro de consulta de la biblioteca.
A continuacion Peiqin entro en el dormitorio, que tambien era excepcionalmente grande. Tenia dos vestidores y un bano principal. Los muebles, sin embargo, eran muy distintos a los del salon. Sencillos y practicos. La gran cama de madera sorprendio a Peiqin: era mayor que una cama de matrimonio grande, y quizas estaba hecha a medida. Costaba adivinar por que una chica joven y soltera necesitaba una cama como aquella. Tambien habia una libreria hecha a medida empotrada en la sencilla cabecera de madera. Ademas, casi una tercera parte de la cama estaba cubierta de libros. Peiqin se inclino para ahuecar las almohadas y toco la cama. No habia colchon bajo las sabanas, solo una tabla de madera dura y solida.
Sobre la cabecera colgaba una fotografia grande de Mao, observandolo todo desde lo alto. Era una decoracion poco habitual para un dormitorio. El marco de la fotografia parecia de oro macizo, aunque probablemente no lo fuera. De todos modos, era muy pesado. De la pared de enfrente colgaba un gran espejo, algo poco beneficioso para dormir segun la doctrina del
Frente a la cama vio dos cuartitos a modo de vestidores, uno grande y otro pequeno. Los abrio. En su interior habia ropa y material de pintura, pero Peiqin no descubrio nada que la sorprendiera.
Luego se dirigio a la habitacion contigua, que parecia ser un despacho. Sobre el gran escritorio de caoba habia un album fotografico y una estatua de bronce en miniatura de Mao. El despacho tenia un aspecto