– Esto es exactamente lo que ha pasado -respondio Chen, pensando en la interpretacion supersticiosa del Viejo Cazador-: usted ha estrangulado a la nieta de Shang y Mao lo ha dejado fuera de combate. Para ser mas exactos, el retrato de Mao lo ha dejado fuera de combate.
– ?Como ha entrado usted aqui?
Durante su breve encontronazo en la oscuridad, tal vez Hua no lo hubiera visto salir del vestidor. Quiza no se habia dado cuenta de que Chen se habia escondido alli.
– ?Eres un demonio, te mereces mil cuchilladas! -interrumpio el Viejo Cazador-. No te vas a librar de esta, has cometido un asesinato en primer grado.
Hua parecia ahora muy distinto. Tenia los ojos opacos, la boca entreabierta y la mejilla izquierda le temblaba de forma incontrolada. No quedaba ni rastro del Mao imperial. Ni siquiera del empresario de exito. Era un hombre acabado.
Chen se dio cuenta de que debia aprovechar la ocasion para sacarle mas informacion al asesino. Aun quedaban varias preguntas por responder.
Pero su movil volvio a sonar con estridencia, rompiendo el hechizo del momento. Le llamaba el ministro Huang desde Pekin. Chen no tuvo mas remedio que contestar.
– Me acaba de llamar Liu, inspector jefe Chen.
– Ah, ministro Huang. Pensaba llamarlo -respondio Chen. No le sorprendio la rapidez con la que habia actuado Liu-. Alguien llamado Hua ha asesinado a Jiao en su piso. Es un chiflado que intenta imitar a Mao. Lo he detenido.
– ?Un chiflado que intenta imitar a Mao! Es increible. ?Como ha conseguido entrar en el piso? Seguridad Interna se ha quejado de sus metodos singulares. -El ministro anadio rapidamente-: Es pura envidia, desde luego. Entiendo. Se les ha adelantado de nuevo.
– Estaban empenados en adoptar medidas contundentes, pero no me parecio buena idea tratandose de un caso tan delicado politicamente. Como usted mismo ha dicho, iba en contra de los intereses del Partido, tenia que actuar por mi cuenta.
– Tengo que admitir que ha actuado con mucha decision. ?Encontro algo en el piso?
– Si, habia algo de Shang.
– ?Caramba, inspector jefe Chen!
– Un pergamino con un poema caligrafiado a pincel por el propio Mao y dedicado a una tal Fenix, que era el apodo de Shang, como ya sabe. Se trata de «Oda a la flor de Ciruelo». El pergamino tiene un certificado de autenticidad. ?Quiere que se lo entregue a Seguridad Interna?
– ?Ah! Eso. No. Entreguemelo a mi. No tiene por que mencionarselo a Seguridad Interna, usted trabaja directamente para el Comite Central del Partido. ?Alguna cosa mas?
– No por el momento -respondio Chen. Al parecer, el ministro no creia que el pergamino pudiera danar la imagen de Mao. Chen decidio no mencionar la escoba. Aun tenia que comprobar lo que habia en su interior. Ademas, el Viejo Cazador y Hua estaban escuchando la conversacion-. Voy a registrar el piso a fondo. Le informare de cualquier cosa que encuentre, ministro Huang.
El Viejo Cazador parecia tan perplejo como Hua, pese a que aquel sabia de los contactos de Chen en las altas esferas. Poco imaginaba Hua que el «escritor en ciernes» era en realidad un inspector jefe que estaba hablando con un ministro del Gobierno de Pekin.
– No revele nada a los medios de comunicacion -ordeno el ministro Huang-. Es en interes del Partido.
– Si, comprendo. Es en interes del Partido.
– Ha resuelto el caso pese a estar sometido a mucha presion. Le sugeriria que se tomara unas vacaciones. ?Que le pareceria ir a Pekin?
– Muchisimas gracias, ministro Huang -respondio Chen, preguntandose si el ministro estaba enterado de su reciente viaje a la capital-. Lo pensare.
– Como ya le he dicho, usted es un policia excepcional. Las autoridades del Partido siempre pueden confiar en usted. Le aguardan responsabilidades de mayor envergadura.
El ministro no habia olvidado su promesa de ascender a Chen, probablemente como sucesor del secretario del Partido Li en el Departamento de Policia de Shanghai.
Una vez concluida la conversacion, el silencio invadio el dormitorio.
Aun tendido en el suelo, Hua recorrio la habitacion con mirada desafiante hasta posarla en Chen.
– ?Menudo cabron! Me has metido en problemas para fastidiarme, ?verdad? Eres un imbecil. «Pese a estar rodeado por el enemigo, / me mantengo firme e invencible.»
Hua volvia a citar a Mao. Esta vez, se trataba de un poema que Mao compuso mientras combatia en la guerra de guerrillas contra los nacionalistas, durante los anos que paso en las montanas Jinggang. Sin embargo, era absurdo que Hua intentara imitar el acento de Hunan. Sonaba falso, hueco, carente de conviccion.
– ?Menudo idiota! -exclamo el Viejo Cazador-. Continua perdido en la epoca de las montanas Jinggang. Este hijo de puta ni siquiera sabe a que dia estamos hoy.
Pero ?que sabia Hua acerca del material de Mao? Chen tenia que descubrirlo. A juzgar por la actitud desafiante de «Mao», seria imposible hacerlo hablar antes de que llegaran los agentes de Seguridad Interna.
– ?Hoy? Mirad en que se ha convertido China por culpa de las supuestas reformas. Se ha restaurado completamente el capitalismo. Las nuevas Tres Montanas aplastan a la clase trabajadora, que vuelve a sufrir en el fuego, en el agua. Yo ya predije todo esto hace mucho, mucho tiempo. «Al meditar sobre la inmensidad, / le pregunto a la Tierra infinita: / ?Quien es el maestro que controla el ascenso y la caida de todas las cosas?»
– ?De que diantres habla este tipo? -gruno el Viejo Cazador-. El ascenso y la caida del diablo, eso es lo que pienso.
– Esta citando a Mao de nuevo -explico Chen, tras reconocer los versos de otro poema que Mao habia escrito en su juventud, y que quiza no era tan conocido. El monologo de Hua era una defensa apasionada de Mao, ademas de una autojustificacion.
Sin embargo, era una defensa ejercida de la forma mas grotesca: Hua yacia de espaldas, completamente desnudo, declamando aquellos versos heroicos y agitando el brazo de modo similar a como lo agitaba Mao, tanto en vida como en la fotografia que Hua tenia debajo. Se trataba de una extrana yuxtaposicion: no solo de Mao y de Hua, sino de muchas otras cosas, pasadas y presentes, personales e impersonales. A Chen le costo reprimir el impulso de arremeter contra Hua y contra todo lo que este representaba. Fue entonces cuando al inspector jefe se le ocurrio una idea.
Saco un cigarrillo para el Viejo Cazador, lo encendio, y despues se encendio otro tambien para el, sacudiendo la ceniza con ademan desdenoso. Parecia como si evitara mirar al tipo que yacia postrado en el suelo.
– Este cabron esta totalmente absorto en sus suenos primaverales y otonales de ser Mao, pero no le llega a Mao ni a la altura del zapato. Deberia echar una gran meada y contemplar su patetico reflejo en el charco.
– ?Que quieres decir? -le espeto Hua.
– No eres rival ni para los polis corrientes. -Chen se volvio, sin dejar de dar golpecitos en el cigarrillo con el dedo-. ?Como puede un hijo de puta tan patetico como tu enganarse a si mismo creyendo ser Mao?
– Tu tuviste mucha suerte, cabron maquiavelico, pero el otro poli no tuvo tanta.
– Song ni siquiera sospechaba de ti -siguio presionando Chen, dando palos de ciego-. Erraste el tiro.
– Vino a verme para que le diera informacion sobre ella y se metio donde no debia. No podia permitir que se saliera con la suya. La lenidad para con tu enemigo es un delito para con tu camarada.
Segun dijo Liu, Song solo llevo a cabo un interrogatorio rutinario, pero a Hua le entro el panico. A un hombre despiadado como Hua -o como Mao- le parecio logico asesinar a Song para impedir que lo investigaran. Chen supuso que Hua, con tal de aferrarse a la fantasia de ser Mao, quiso demostrar que era capaz de matar de forma tan despiadada como Mao.
– «La lenidad para con tu enemigo es un delito para con tu camarada» -repitio el Viejo Cazador, imitando el acento de Hunan como Mao con el ceno fruncido-. Esa es la cita de Mao que soliamos cantar en el Departamento como si fuera una plegaria matutina durante los anos de la dictadura del proletariado. No consigo entenderlo, jefe. Este cabron habla y cita como si tuviera un disco del
– Ha interpretado tantas veces a Mao que ha acabado convirtiendose en el. Cuando se vio amenazado por la investigacion de Song, no dudo en ordenar que lo mataran. Del mismo modo que Mao se deshacia de sus rivales escudandose una y otra vez en las «divergencias sobre la linea del Partido».
– ?Soy Mao! -grito Hua-. ?A ver si lo entendeis de una vez!