Le deje a Margarita un mensaje en el buzon del movil la misma noche de la sentencia, pero solo pudimos vernos la tarde del dia siguiente.
Paso por mi despacho, bajamos y fuimos a sentarnos a un bar. Del proceso hablamos solo un poco. Yo no tenia ganas, ella lo comprendio y dejo de hacerme preguntas casi enseguida. Estabamos los dos en una especie de extrana, ligera incomodidad.
Cuando llegamos de nuevo debajo de mi despacho hice un esfuerzo para decirle lo que habia pensado.
– Tengo ganas de invitarte a salir a cenar. Por favor, no me digas que no, aunque no sea gran cosa como invitacion. Estoy desentrenado.
Ella me miro como si le entraran ganas de reir, pero permanecio en silencio.
– ?Entonces? -dije pasados unos segundos.
– Efectivamente, como invitacion da un poco de pena, pero quiero premiar la buena intencion.
– ?Quiere decir que aceptas?
– Quiere decir que acepto. ?Esta noche?
– Esta noche no. Manana, por favor.
Me miro con aire perplejo, entornando los ojos, y tuve que decir por fuerza algo mas.
– Tengo que hacer una cosa esta noche. Una cosa importante. No puedo aplazarla. No puedo llevarte a cenar si no la hago antes.
Me miro aun, por algunos segundos, con el mismo aire de perplejidad. Luego asintio y dijo que estaba bien.
Hasta manana entonces.
Hasta manana.
Regrese a casa desde el despacho, me duche, me puse unos pantalones cortos y me prepare un batido. Deambule un poco de arriba abajo por las habitaciones de mi apartamento. De vez en cuando me detenia para mirar el telefono. Lo estudiaba a distancia.
Un poco mas tarde me sente en una butaca. El telefono estaba frente a mi y si alargaba el brazo podia coger el auricular. Pero me quede sencillamente mirando el aparato.
No hay que tener prisa, pense.
Ademas, para telefonear lo primero que hay que hacer es repetir mentalmente el numero. El numero. 080… 5219… O sea, 080… 52198… No. 52196… No.
No conseguia acordarme. Absurdo. No habian pasado ni dos anos y ya no me acordaba. Y algunos meses antes lo habia marcado, de memoria. O sea, para ser exactos: habian pasado pocos meses, y no lo recordaba.
De acuerdo, inutil atormentarse. Sucede.
Busque el nombre de Sara en el listin telefonico, pero no estaba.
Permaneci unos instantes sin saber que hacer. Luego llego la intuicion y busque
Mire todavia un rato el telefono sin tocarlo, pero sabia que el tiempo estaba acabandose.
Espero que conteste el. Si contesta el senor de la otra vez, ?que digo? Buenas noches, soy el ex marido, mejor no, el marido separado. Si, lo ha entendido bien, precisamente
Marque el numero apretando las teclas, con prisa y sin pensar Era la unica manera.
Despues de tres timbrazos contesto ella.
No parecio asombrada al oirme. Mas bien parecia que le gustaba. Estaba bien, si. Yo tambien estaba bien. Si, estaba seguro, estaba muy bien. No, solo le parecia un poco raro. ?Vernos esta noche? O sea, ?dentro de dos horas, despues de un par de anos? Me felicitaba porque todavia era capaz de sorprenderla, y no era facil. Estaba contento de eso -estaba contento de verdad- y entonces, aparte de eso, ?nos podiamos ver? A cenar, o despues para tomar una copa. Bien. ?Queria que la recogiera o eso podia crear algun lio? Risa. Vale, pasaba a recogerla a las diez. ?Que hacia, llamaba al interfono o me esperaba en el portal? No, llamame por el interfono… Otra risa. De acuerdo, interfono. Hasta luego, adios. Adios.
Me vesti deprisa, y sali deprisa. Las tiendas cerraban a las ocho.
Me apresure, y a las ocho y media estaba de regreso en casa. Tenia que pasar el tiempo hasta las diez. Lei un poco.
Me cambie, solo para hacer pasar todavia algunos minutos y luego baje con aquel saquito en la mano.
Callejee hasta las diez en punto, cuando llame por el interfono de casa de Sara. Contesto ella de una manera que me resultaba familiar. Bajo.
Bajo y me dio un beso en la mejilla, y yo tambien la bese en la mejilla. Si se fijo en el saquito, no lo dejo ver. Fuimos a coger el coche y yo conduje hasta un restaurante en el mar, cerca de Polignano.
No pronunciamos muchas palabras cuando estuvimos en el coche y no pronunciamos muchas durante la cena.
Ella esperaba que yo le dijera por que habia querido verla. Yo esperaba terminar de cenar, porque hay que tener paciencia y hacer cada cosa en el momento oportuno. Me parecia haber aprendido eso, ademas de otras cosas mas.
Entonces comimos una gran langosta para dos, condimentada con aceite y limon. Bebimos vino blanco frio. De vez en cuando nos mirabamos, deciamos algo sin importancia y luego seguiamos comiendo. De vez en cuando ella me miraba con aire ligeramente inquisitivo.
Cuando terminamos de cenar pague y le pregunte si le apetecia dar una vuelta. Le apetecia.
Mientras caminaba empece a hablar.
– He pasado un periodo muy… especial. Me han ocurrido varias cosas…
Hice una pausa. No habia sido un gran inicio. Al contrario, daba asco. Ella no dijo nada. Esperaba.
Caminabamos mirando al frente, entre las barcas varadas en la arena de la playa.
– ?Recuerdas que decias que las cuentas tarde o temprano se pagan?
– Lo recuerdo. Y tu decias que te fugarias antes. Si querian, podian demandarte.
Sonrio. Decia exactamente eso. Si querian, podian demandarme. Me esperaba que Sara dijera que siempre habia sido muy habil huyendo sin pagar. Hubiera tenido todas las razones del mundo, pero no lo hizo. Y yo segui hablando.
– Entre las muchas cosas que me han ocurrido esta la de que no he sido capaz de huir mas, tan veloz como antes. Entonces me agarraron y me hicieron pagar casi todos los atrasos. No ha sido muy divertido.
Me sente en una barca, muy cerca del agua. Ella se sento en la barca cercana, frente a mi. En poco tiempo habia llegado a la parte mas dificil y no encontraba las palabras.
– Y bueno, en todo esto, en un determinado momento me he dado cuenta de que… bueno, si estaba pagando las cuentas, habia una que no podia dejar sin pagar.
Me miraba con la cabeza ligeramente inclinada hacia un lado, los ojos fijos en los mios. Senti la necesidad de un cigarrillo, lo encendi y antes de volver a empezar a hablar aguarde el golpe del humo en los pulmones.
Luego, con las palabras que me iban saliendo, dije todo lo que le debia. Ella lo escucho sin interrumpir en ningun momento e incluso, cuando hube acabado, espero antes de hablar. Para estar segura de que hubiera acabado de verdad. No estaba muy seguro, a causa de la oscuridad, pero me parecia que tenia los ojos humedos. Los mios lo estaban, y no necesitaba luz para saberlo. Cuando hablo, supe que habia hecho lo correcto, aquella noche.
– Hoy me has devuelto cada dia, cada uno de los minutos en los que hemos estado juntos. En numerosas ocasiones, antes de que nos separaramos, y despues tambien, he pensado que contigo habia desperdiciado casi diez anos de mi vida. Luego me rebelaba ante esa idea y la alejaba. Y luego regresaba de nuevo. Parecia que no acababa nunca, esta angustia. Esta noche me has liberado. Me has devuelto los recuerdos.
Tenia una especie de sonrisa, ahora.
Yo tambien intente sonreir, pero en cambio me entraron ganas de llorar. Hice algunos esfuerzos para