contenerme y luego pense que no me importaba nada contenerme. Asi que los ojos se llenaron de lagrimas y luego aquellas lagrimas se derramaron todas, en silencio.

Ella me dejo acabar y luego me paso dos dedos, delicadamente, por debajo de los ojos.

Entonces le di mi regalo. Era un reloj, de hombre, con la correa de cuero y la caja grande. Igual al que yo tenia hacia muchos anos. Ella lo tomaba prestado porque le gustaba mucho. Posteriormente, en un viaje, lo perdi y ella se llevo un gran disgusto. Mucho mas que yo. Muchas veces habia pensado que tenia que regalarle uno igual y no lo habia hecho nunca. Como no habia hecho tantas otras cosas.

Ella se lo puso sin decir nada y luego llego la hora de regresar a casa.

Detuve el coche a alguna decena de metros de su portal, donde habia un sitio libre. Pare el motor y me gire hacia ella, pero no sabia que hacer. Sara, al contrario, lo sabia. Me abrazo con fuerza, casi con violencia, apoyando el menton en mis hombros y la cabeza contra mi cabeza. Permanecio asi algunos segundos y luego se separo. Gracias, susurro antes de abrir la puerta y alejarse.

Gracias a ti, susurre yo en el coche vacio, mientras ella desaparecia detras del portal.

19

Aquella noche no dormi. No intente siquiera irme a la cama. Me fui a sentar al balcon y oi los ruidos de la calle. Encendi cuatro o cinco cigarrillos, pero casi no me los fume. Dejaba que se consumieran lentamente, sosteniendolos entre el indice y el corazon, mientras miraba las ventanas y los balcones de enfrente y las antenas en los tejados, y el cielo.

Poco antes del alba se levanto el mistral y ya las primeras rafagas me dieron escalofrios.

Dicen que dura tres dias, o siete, y pense que durante tres dias o siete no haria calor. No demasiado, al menos.

Siempre me habia gustado el mistral veraniego, porque limpiaba el aire, eliminaba el bochorno y hacia sentir mas libre. Me parecia justo que llegara precisamente aquella manana.

Pense en las cuentas que se cierran y en las cosas que empiezan. Pense que tenia miedo pero que, por primera vez, no queria huir de el o esconderlo, aquel miedo. Y me parecia una cosa tremenda, y hermosisima.

Miraba la luz que iba adentrandose por el cielo y miraba las nubes grises tan extranas y fuera de lugar en el mes de julio.

Dentro de poco me levantaria e iria a caminar por las calles aun desiertas. Me sentaria en una mesa al aire libre, en un bar del paseo maritimo, y tomaria un capuchino. Miraria las calles que se transformaban a medida que el dia avanzaba. Tomaria otro capuchino y me fumaria un cigarrillo y luego, cuando se hubiese hecho ya de dia, regresaria a casa. Dormiria, leeria, iria al mar, dejaria fluir el dia haciendo solo lo que me viniera en gana.

Esperaria a que llegara la noche y solo entonces llamaria a Margarita. No sabia lo que le diria, pero estaba seguro de que encontraria las palabras.

Pense en todas estas cosas y otras, sentado en aquel balcon.

Pense que no cambiaria aquel momento.

Por nada en el mundo.

Gianrico Carofiglio

***
,

[1] Casas tipicas de la region de Apulia (N. del T.)

[2] Primera etapa de la ensenanza secundaria (N. del T.)

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