idea del rumbo seguido y fortalece la argumentacion. Creo.

– Verosimilitud o verdad, senores jueces. Probabilidad o certeza. La eleccion no deberia ser dificil. En cambio lo es. Porque si por un lado esta la percepcion -todos nosotros la compartimos, estoy seguro de ello- de que este proceso no ha dado ninguna respuesta, por el otro esta el sentimiento de consternacion que deriva de la idea de que un crimen horrendo pueda quedar sin castigo, sin un autor. Es una idea insoportable y es una idea que acarrea consigo un riesgo muy grave.

En aquel momento volvio a entrar a la sala Cervellati. Se sento en su sitio y apoyo la cabeza en la mano derecha, utilizandola como una especie de barrera. Entre el y yo. La mirada dirigida con ostentacion a un punto de la sala, arriba, a la izquierda. Donde no habia nada.

Era la posicion mas parecida a darme la espalda que permitia fisicamente la disposicion de los bancos - paralelos- y las sillas.

Pense que era un mierda y prosegui.

– El riesgo es el de intentar librarnos de esta angustia encontrando no al culpable, sino un culpable. Uno cualquiera. Alguien que ha tenido la desgracia de acabar atrapado en el proceso.

»Sin-haber-hecho-nada. Dejen que se lo repita: sin-haber-he-cho-nada.

»Alguien podria no compartir el tono categorico de mi afirmacion. Estoy de acuerdo. Es legitimo tener dudas. Yo soy el defensor y, por muchos motivos, estoy convencido de la inocencia de mi cliente. Ustedes tienen el derecho de no compartir esta certeza. Tienen derecho a sus dudas. Tienen derecho a pensar que Abdou Thiam podria ser culpable, a pesar de lo que diga su abogado.

»Podria ser culpable. A pesar de lo absurdo de la reconstruccion propuesta por el fiscal, tienen derecho a pensar que el acusado podria ser culpable.

»Podria. Modo condicional.

»Las sentencias, sin embargo, no se dictan -no se pueden dictar- en modo condicional. Se escriben en indicativo, afirmando certezas. Certezas.

»?Pueden hacer afirmaciones certeras? ?Pueden decir con certeza que el testigo Renna no se ha equivocado? ?Pueden decir que al termino de este proceso no existe una duda razonable?

»Si pueden hacer todo esto, entonces condenen a Abdou Thiam.

Habia levantado la voz y me di cuenta de que no estaba interpretando, esta vez.

– Condenenlo a cadena perpetua, y a nada inferior. Si pueden decir que no existe ni siquiera una sola duda, si estan absolutamente seguros, ustedes deben condenar a este hombre a que se quede en la carcel para siempre. Deben tener la valentia de hacerlo. Mucha valentia.

Durante un tiempo indefinido quedo todo en suspenso. Hasta que no oi de nuevo mi voz. Ahora baja y resquebrajada.

– Si no tienen esta certeza, en cambio, todavia necesitan mas coraje.

»Para no ahogar sus dudas en nombre de la justicia sumaria, y por lo tanto para absolver, hara falta mucho coraje. Estoy seguro de que lo tendran.

»Gracias por haberme escuchado.

Me sente y no me daba cuenta de haber terminado realmente. A mi espalda, desde los bancos del publico, un rumor de voces. Yo permanecia con los labios apretados y la cabeza ligeramente inclinada, fijandome obtusamente en un punto del banco, a mi izquierda, entre las vetas de la madera.

Oi hablar al presidente y me parecia que la voz provenia de otro lugar. Le pregunto al fiscal y a la acusacion particular si habia replicas. Dijeron que no.

Entonces le pregunte a Abdou si queria hacer una declaracion final antes de que el tribunal se retirara a la Camara del Consejo. Como preve el codigo. El rumor se disipo y hubo algunos segundos de silencio. Luego la voz de Abdou por el microfono colocado detras de los barrotes de la jaula. Era baja, pero decidida.

– Quiero decir solo una cosa. Quiero darle las gracias a mi abogado por creer que soy inocente. Quiero decirle que ha obrado bien, porque es verdad.

El presidente hizo un gesto imperceptible con la cabeza.

– El tribunal se retira -dijo.

Se levanto, y los otros jueces hicieron lo mismo, casi al mismo tiempo.

Yo tambien me levante, de manera mecanica. Les vi desaparecer uno tras otro detras de la puerta de la Camara del Consejo y solo en aquel momento me gire hacia Margarita.

– ?Cuanto tiempo he hablado?

– Dos horas y media, mas o menos.

Mire el reloj. Eran las seis menos cuarto. A mi me parecia haber estado hablando no mas de cuarenta minutos.

Por unos instantes permanecimos de pie, en silencio. Luego me pregunte por que no me quitaba la toga. Me la quite y la apoye en el banco, mientras ella me miraba con la expresion de quien quiere decir alguna cosa y busca la manera, o las palabras.

– Yo no soy muy buena para echar piropos. En realidad no me ha gustado nunca, y creo que se el porque. Sin embargo, eso no es importante ahora. Lo que queria decir es que… bueno, que ha sido algo extraordinario oirte. Tengo ganas de darte un beso, pero creo que no es oportuno, en este momento.

Yo no dije nada, porque me faltaban palabras y ademas tenia una especie de nudo en la garganta.

Un periodista se me acerco y me felicito. Luego otro y tambien la chica que durante la pausa me habia preguntado mi opinion sobre las peticiones del fiscal. Me senti culpable por no haber sido amable con ella antes.

Mientras los periodistas me decian otras cosas que no oia, Margarita me tiro con delicadeza de la manga de la chaqueta.

– Me tengo que ir. Suerte.

Levanto el puno derecho a la altura de la frente e hizo una ligera inclinacion con la cabeza.

Luego se giro, se fue y yo me senti solo.

17

El primer proceso que lleve solo, poco despues de haber aprobado los examenes de procurador legal, versaba sobre una serie de estafas. El acusado era un hombreton simpatico, con el bigote negro y la nariz llena de capilares rotos: creo que no era abstemio.

El fiscal hizo un discurso muy breve y pidio la condena a dos anos de carcel. Yo hice un largo alegato final. El juez asentia cuando yo hablaba y eso me daba confianza. Mis argumentos me parecian convincentes e inevitablemente persuasivos.

Cuando termine de hablar estaba convencido de que al cabo de poco tiempo mi cliente seria absuelto.

El juez permanecio en la Camara del Consejo unos veinte minutos y cuando salio le condeno exactamente a la pena solicitada por el fiscal. Dos anos de carcel, sin condicional, dado que mi cliente era reincidente.

La noche siguiente no dormi y durante muchas noches me pregunte en que habia fallado. Me sentia humillado, me convenci de que el juez, por algun motivo desconocido, me tenia mania, y perdi la confianza en la justicia.

Ni siquiera me paso por la imaginacion la explicacion mas obvia del asunto: mi cliente era culpable y el juez habia hecho bien en condenarle. Esta fue una brillante intuicion que tuve solo mucho tiempo mas tarde.

De aquella experiencia aprendi a ocuparme de mis juicios con el distanciamiento necesario. Sin apasionarme y sobre todo sin albergar esperanzas.

Apasionarse y albergar esperanzas son dos cosas peligrosas. Se puede hacer uno dano, o incluso mucho dano. No solo en los juicios.

Mientras la sala se vaciaba pensaba en eso. Pensaba que habia hecho bien mi trabajo. Habia hecho todo lo que era posible. Ahora tenia que desentenderme del resultado.

Tenia que irme, al despacho o a dar una vuelta, o a casa. Cuando el tribunal estuviera preparado el ujier me llamaria al movil -se habia procurado el mismo el numero antes de marcharse- y yo regresaria para escuchar la

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