– ?Mama?
Abrio los ojos en la oscuridad, pero permanecio en la cama. Solo.
Todo quedo de nuevo en silencio.
El despertador marcaba algo mas de las tres. Joakim estaba seguro de que solo habia dormido unos minutos; sin embargo, el sueno sobre Katrine parecia haber durado una eternidad.
Cerro los ojos. Si seguia en la cama y no hacia nada quiza Livia volviera a dormirse.
Como respuesta, un nuevo grito cruzo la casa:
– ?Mama?
Supo que era inutil seguir resistiendose. Su hija estaba despierta y no dejaria de gritar hasta que su madre entrara en la habitacion y se acostara a su lado.
Joakim se sento despacio y encendio la lampara de la mesilla de noche. La casa estaba fria y sintio una soledad paralizadora.
– ?Mama?
Sabia que tenia que ocuparse de los ninos. No queria, no tenia fuerzas, pero no habia nadie mas con quien pudiera compartir la responsabilidad.
Abandono la calida cama y salio en silencio del dormitorio hacia el cuarto de Livia.
Esta levanto la cabeza cuando el se inclino sobre la cama. Joakim le acaricio la frente sin decir nada.
– ?Mama? -murmuro la nina.
– No, soy yo -dijo el-. Ahora duermete, Livia.
Ella no respondio, pero se hundio lentamente en la almohada.
Joakim se quedo un rato en la oscuridad hasta que la respiracion de su hija se acompaso. Dio un paso atras, luego otro. A continuacion se volvio hacia la puerta.
– No te vayas, papa.
Su voz clara lo detuvo sobre el frio suelo.
Habia sonado completamente despierta a pesar de que aun reposaba como una sombra inmovil en la cama. Se volvio despacio hacia ella.
– ?Por que no? -respondio en voz baja.
– Quedate -respondio Livia.
Joakim no dijo nada. Contuvo el aliento y escucho. Habia sonado como si estuviera despierta, sin embargo, le parecia que estaba dormida.
Tras permanecer inmovil y en silencio algunos minutos, empezo a sentirse como un ciego en la habitacion sin luz.
– ?Livia? -susurro.
No recibio respuesta, pero su respiracion sonaba agitada e irregular. Sabia que pronto volveria a llamarlo.
De repente, tuvo una idea. Primero le parecio desagradable, luego decidio probarla.
Cruzo el umbral en silencio y, a oscuras, se dirigio al cuarto de bano. Tanteo, se tropezo con el lavabo y encontro el cesto de la ropa sucia junto a la banera. El cesto estaba casi repleto. Nadie habia lavado en toda la semana. Joakim no habia tenido fuerzas.
Entonces oyo el esperado grito de Livia.
– ?Mama?
Seria asi noche tras noche. Nunca acabaria.
– Tranquila -mascullo junto al cesto de la ropa sucia.
Lo abrio y empezo a rebuscar entre las prendas.
El aroma lo golpeo. La mayor parte de la ropa sucia era de ella; alli estaban todos los jerseis, pantalones, faldas y ropa interior que habia utilizado los dias previos al accidente. Joakim saco algunas piezas: un par de vaqueros, un jersey rojo de lana, una falda blanca de algodon.
No pudo resistir la tentacion de apretarlas contra su rostro.
«Katrine.»
Deseo demorarse en los intensos recuerdos que le traia el aroma de su mujer, recuerdos agradables y dolorosos, pero los quejidos de Livia lo acosaban.
– ?Mama?
Joakim cogio el jersey rojo de lana. Paso ante el silencioso cuarto de Gabriel y entro en el de Livia.
Se habia destapado y estaba a punto de despertarse: cuando entro, levanto la cabeza desconcertada y lo miro fijamente.
– Ahora, duermete, Livia -dijo Joakim-. Mama esta aqui.
Coloco el jersey de Katrine pegado al rostro de la nina y la cubrio con el edredon hasta la barbilla. Se lo remetio con cuidado, como formando un capullo a su alrededor.
– Ahora duermete -repitio en voz baja.
– Mmm…
Emitia confusos murmullos en suenos y se fue relajando poco a poco. Su respiracion se tranquilizo, abrazada al jersey de su madre y con el rostro enterrado en la lana. Su muneco de Gotland yacia al otro lado de la almohada, pero Livia lo ignoro.
Dormia de nuevo.
El peligro habia pasado y Joakim sabia que a la manana siguiente Livia ni siquiera recordaria haberse despertado.
Resoplo y se sento en el borde de la cama de la nina, con la cabeza colgando.
Una habitacion a oscuras, una cama, las cortinas corridas.
Deseaba acostarse, dormir tan profundamente como Livia y olvidarse de si mismo. No tenia fuerzas para pensar ni para nada.
Y, sin embargo, no conseguia dormir.
Penso en el cesto de la ropa, en la ropa de Katrine, y tras unos minutos, se levanto y se dirigio de nuevo al cuarto de bano. Al cesto de la ropa sucia.
Casi al fondo del todo, encontro lo que buscaba: el camison de Katrine, blanco con un corazon rojo en el pecho. Lo saco del cesto.
Se detuvo en el pasillo y escucho, pero las habitaciones de los ninos seguian en silencio.
Entro en su cuarto, encendio la luz e hizo la cama. Sacudio y estiro las sabanas, arreglo las almohadas y aparto la colcha. Entonces se acosto de nuevo, cerro los ojos y sintio el aroma de Katrine en la habitacion.
Alargo una mano y toco la suave tela.
Un nuevo dia. Joakim se desperto con el persistente pitido del despertador, lo que significaba que tenia que haber dormido.
«Katrine esta muerta», se dijo.
Oyo que Gabriel y Livia se movian en sus camas, y luego que uno de ellos se levantaba y arrastraba los pies desnudos por el parque hacia el cuarto de bano. De repente se dio cuenta de que notaba el aroma de su mujer, y que sus manos sujetaban algo fino y suave.
El camison.
En la penumbra, casi avergonzado, se detuvo a mirar la prenda con detenimiento. Recordo lo que habia hecho en el cuarto de bano la noche anterior y tiro deprisa de la colcha para ocultarla.
Joakim se levanto, se ducho, se vistio y luego se ocupo de los ninos; a continuacion, consiguio que se sentaran a desayunar. Los miraba de reojo para ver si lo estudiaban, pero ambos estaban inclinados sobre sus platos.
La oscuridad y el frio de la manana parecian despabilar a Livia. Despues de que Gabriel saliera de la cocina para ir al bano, ella miro a su padre.
– ?Cuando va a volver mama?
Joakim cerro los ojos. Estaba junto a la encimera, dandole la espalda y calentandose las manos con la taza de cafe.
La pregunta quedo en el aire. No soportaba oirla, pero Livia se la hacia cada manana y cada noche tras la
