– Ya; bueno, mas o menos.
Maj-Britt hizo un ultimo intento por defenderse no respondiendo. Era lo unico de que era capaz. Ya sabia ella que se trataba de una tregua inutil.
– Dime, Maj-Britt, ?te duele todo el rato?
Una tregua de cinco segundos. Maj-Britt asintio. Ellinor suspiro abatida.
– Yo solo quiero ayudarte, ?no lo entiendes?
– Si, bueno, te pagan por ello.
Era injusto y lo sabia, pero a veces las palabras le salian solas. Estaban tan familiarizadas con el ambiente del apartamento que no necesitaban ser sopesadas para salir. Pero en realidad, ella era consciente de que Ellinor habia hecho por ella mucho mas de lo que le pagaban por hacer. Mucho mas. Solo que Maj-Britt no comprendia por que, de ninguna de las maneras. Y, naturalmente, Ellinor reacciono.
– ?Por que lo haces todo siempre tan dificil? Entiendo que has tenido que pasarlo muy mal en la vida, pero ?tiene que pagar por ello todo el mundo? ?No podrias hacer un esfuerzo por distinguir a quienes odiar y quienes no merecen tu odio?
Maj-Britt volvio la vista a la ventana. Odiar. Saboreo la palabra. ?Quienes merecian de verdad su odio? ?Quien era el culpable de todo?
?Sus padres?
?La Comunidad?
?Goran?
El comprendio lo que habia sucedido. No la acuso abiertamente, pero ella recordaba su mirada. El fallecimiento se archivo como accidente, pero el desprecio de Goran fue en aumento y pronto se convirtio en odio manifiesto. Cuando llego la hora de mudarse al anorado apartamento, tuvo que hacerlo sola. Y en el se quedo. No llamo a nadie para darle su nueva direccion, ni siquiera a Vanja. Ignoraba adonde habia ido Goran una vez firmados los papeles y conseguido el divorcio y, un par de anos despues, ya no le interesaba saberlo.
Ellinor sonaba sobre todo abatida cuando continuo insistiendo, su voz habia perdido el ardor y comenzo a hablar exhalando un hondo suspiro.
– Aunque, claro esta, es lo que dice Vanja: la decision es tuya.
Maj-Britt se estremecio al oir aquellas palabras.
– ?A que te refieres?
– Es tu vida, tu decides. Yo no puedo obligarte a ir al medico.
Maj-Britt guardo silencio. No tuvo fuerzas para concluir el razonamiento. Quizas estuviese poniendo en peligro su vida. Quiza lo que tanto dolor le causaba en la espalda fuese el principio del fin. El fin de algo que habia resultado completamente absurdo, aunque previsible.
– ?No quieres ir al medico porque prefieres no salir del apartamento?
Maj-Britt reflexiono. Si, decididamente, esa era una de las razones. La idea de tener que salir de alli la horrorizaba. Pero era solo uno de los motivos, y el otro era el mas importante.
Tendrian que tocarla. Ella tendria que quitarse la ropa y tendria que permitirles que tocasen su cuerpo repugnante.
De repente, Ellinor se irguio, como si se le hubiese ocurrido una idea.
– Pero ?y si el medico viene aqui?
A Maj-Britt se le acelero el corazon al oir la propuesta. Los persistentes esfuerzos de Ellinor por resolver el problema la acorralaron. Con lo sencillo que seria comprender que era imposible y asi podria renunciar a cualquier responsabilidad y ni siquiera tendria que tomar ninguna decision.
– ?Que medico seria ese?
Ellinor recobro el entusiasmo pues, al parecer, creia haber encontrado una solucion.
– Mi madre conoce a un medico al que podemos llamar. Seguro que puedo convencerla para que venga.
Convencerla, a ella. En ese caso, quiza fuese posible soportarlo. Quizas, al menos.
– Por favor. Por lo menos dejame que la llame y le pregunte, ?no?
Maj-Britt no respondio, a lo que Ellinor reacciono con mas entusiasmo aun.
– Bien, entonces la llamo, ?vale? Solo llamarla para ver que dice.
Y de este modo, aparentemente, se habia tomado una especie de decision. Maj-Britt no lo aprobo, ni tampoco se opuso. Si todo salia mal, aun tenia la posibilidad de culpar a Ellinor.
Asi era mucho mas facil de aguantar.
Cuando siempre habia otra persona a la que culpar.
23
La radio despertador sono a las siete y media y no se sentia cansada en absoluto. Su sistema estaba en marcha incluso antes de que abriera los ojos. Se durmio en cuanto dejo caer la cabeza en la almohada y descanso sin sonar durante tres horas. No necesitaba mas. Los somniferos no la habian dejado en la estacada sino que, eficaces, levantaron barricadas ante todas las vias de acceso, impidiendole la entrada a el. Asi no tenia que soportar el vacio cortante en el pecho al despertar y ver que, una vez mas, no estaba.
Dejo la radio puesta mientras se arreglaba y desayunaba. Se entero de pasada de todos los asesinatos, violaciones y ejecuciones que se habian producido en el mundo las ultimas veinticuatro horas y la informacion se dispuso en alguna remota circunvolucion mientras metia la taza del cafe en el lavaplatos. Los documentos de Pernilla estaban ya guardados en el maletin. Habia decidido llamar a la clinica y avisar de que no llegaria hasta la hora del almuerzo.
Salio demasiado temprano. Resulto que el banco no abriria hasta media hora mas tarde. De pronto, tenia media hora por delante y ni se planteo quedarse esperando en la puerta. Algo tenia que hacer entre tanto. En lo sucesivo, tendria que pensarselo mejor y procurar no recibir este tipo de sorpresas desagradables que tiraban por tierra sus planes. Echo a andar calle arriba ojeando escaparates, sin ver nada que despertase su interes; dejo atras el quiosco de prensa: NINO DE 7 ANOS VICTIMA DE UN ASESINATO RITUAL, MUJER DE 93 ANOS VIOLADA POR UN LADRON QUE IRRUMPIO EN SU CASA; vio que Hemtex liquidaba los tejidos para cortinas, pero no se dio cuenta del coche que le pitaba furiosamente cuando cruzo la calle a unos pasos de su parte delantera.
Fue el primer cliente en entrar en el banco aquella manana y saludo con un gesto a una mujer sentada en una mesa al fondo, pues la conocia. La mujer le devolvio el saludo y Monika saco del expendedor un numero para «otros servicios». No acababa de retirar el ticket cuando una senal sonora anuncio que era su turno. Se encamino al puesto indicado. El hombre de la ventanilla llevaba corbata y un traje oscuro y no podia tener mucho mas de veintitantos anos.
Se identifico dejando el permiso de conducir en el mostrador.
– Quiero conocer mi saldo total.
El hombre tomo el permiso de conducir y empezo a teclear en el ordenador.
– Veamos. ?Solo en la cuenta de ahorro o en la cuenta general?
– La cuenta de ahorro y los fondos.
En realidad, el dinero nunca le habia interesado. Al menos, no desde que empezo a ganar tanto que no tenia por que preocuparse. Ganaba un buen sueldo y trabajaba mucho, y no tenia gastos dignos de mencion. Hacia cuatro anos se permitio la casa en la que ahora vivia, carisima, en uno de los edificios historicos recien renovados en la ciudad, a lo que su madre reacciono con manifiesta estupefaccion. Monika no llego a contarle lo que le habia costado, pero ella consiguio enterarse del dato en el diario local, en un reportaje en que el periodista se espantaba de los precios tan escandalosos. Su madre se dedico a inspeccionar el apartamento con toda la calma del mundo y encontro mas defectos que un perito profesional.
– Veamos. En la cuenta de ahorro tienes 287.000 coronas, y ademas tienes un fondo de inversion multiple que, a dia de hoy, tiene un valor de 98.000 coronas.
Monika iba anotando las cifras. Nunca le habia gustado invertir dinero, pero en una ocasion siguio las