Aparco el coche en la plaza contigua y se encamino a la entrada con paso decidido. La fachada roja del edificio se alzaba ante ella. Aquel habia sido su refugio, lo que otorgaba sentido a su vida. Ahora, de pronto, no despertaba en ella el menor sentimiento, salvo que todo lo relacionado con aquella casa se interponia entre ella y aquello a lo que en verdad debia dedicarse. Ir a casa de Pernilla y cerciorarse de como estaba, y saber si se encontraba mal despues de haber bebido tanto vino, comprobar si habia algo que ella pudiese hacer. La sensacion era tanto mas desagradable cuanto mas se acercaba a la entrada y ya tenia la mano en el pomo de la puerta cuando comprendio que le seria imposible. Aquella forma tan familiar. Su mano, que enseguida se sintio comoda y que intentaba enviarle sus impulsos a la Monika que solia acudir alli, una Monika que ya no era accesible.
«Has jurado por tu honor y tu conciencia que, en el ejercicio de la medicina, procuraras servir a tus semejantes segun los principios de humanidad y del respeto a la vida. Tu objetivo sera cuidar y fomentar la salud y prevenir la enfermedad, asi como curar a los enfermos y mitigar su sufrimiento.» Solo dos personas tenian derecho a exigirle tal cosa. Solo dos personas a las que queria ver y con las cuales tenia contraida una deuda. Solo ellas.
De repente se sintio mareada. Retrocedio unos pasos, se dio media vuelta y echo a correr en direccion al coche. Se encerro en el y paso la mirada por la fachada, para asegurarse de que nadie la hubiese visto desde alguna de las ventanas. Sin mirar bien, reculo para salir del aparcamiento y estuvo a punto de chocar contra un expendedor de tickets, continuo y cruzo la verja a toda velocidad pero, cuando ya no podian verla, se detuvo junto a la acera. Entonces, saco el movil y empezo a pulsar las teclas.
«Me tomo otra semana libre. Saludos, Monika L.» Mensaje enviado.
Un minuto despues sono el telefono. Reconocio en la pantalla el numero del jefe de la clinica, pero volvio a guardar el telefono en el bolso. Poco despues, oyo la senal que indicaba que le habia dejado un mensaje.
Pernilla y Daniella estaban en el parque cuando Monika aparco el coche delante de su casa. Las vio desde el coche y se quedo un rato observandolas. Le agradaba poder verlas secretamente desde alli. Dominar la situacion por una vez, aun estando cerca de Pernilla. No tener que someterse al estado animico de ella y no verse obligada a sopesar a conciencia cada palabra por miedo a ser rechazada. Estuvo alli sentada un buen rato viendo como el columpio de Daniella subia y bajaba, subia y bajaba… Pernilla lo impulsaba con la mirada perdida en otra direccion, fija en el vacio.
La cena de anoche. Todas las cosas insufribles que dijo Pernilla. Si pudieran verse en otro lugar, seguro que seria mas facil. En algun lugar en que la presencia de Mattias no fuese tan patente. Donde Pernilla y Monika pudieran estar tranquilas con su incipiente amistad. Y tomo la decision. Seria mejor que se viesen en su casa, a la que Mattias no tenia acceso.
Puso el coche en marcha y volvio al centro.
Paso por delante del anticuario Olsson. Los habia visto por la manana, pero no los habia registrado realmente. Ahora, de pronto, se acordo de ellos: dos cuadros de motivo historico con sencillos marcos dorados. Uno, un mapa de la epoca en que Suecia fue una potencia europea; el otro, una litografia de la coronacion de Carlos XIV Juan. Le costaron doscientas coronas justas. Continuo a la tienda de articulos de segunda mano Emmaus, donde tenian varios objetos de ceramica que parecian artesanales pero con los que Pernilla no podria sentirse acomplejada.
Dejo sus compras en el vestibulo y entro en el despacho a llamar por telefono sin quitarse el chaqueton siquiera. Aguardo varios tonos de llamada, pero no contestaban. Quizas estuviesen aun en el parque. En ese caso, ya llevaban mucho rato alli fuera. Miro el reloj y calculo que habia pasado mas de una hora desde que las vio y la incomodo pensar que no hubiesen vuelto. Colgo el telefono y fue a quitarse el chaqueton. El malestar que sentia se resistia a ceder. Siguio llamando cada cinco minutos durante toda la hora siguiente y cuando Pernilla respondio por fin, Monika estaba preocupadisima.
– ?Vaya! Hola, soy Monika. ?Donde habeis estado?
Pernilla no respondio de inmediato y Monika cayo en la cuenta de que su pregunta habia sido precipitada. Al menos, en el tono en el que la formulo. Y, por la respuesta de Pernilla, tambien a ella se lo parecio.
– Fuera. ?Por que?
Monika trago saliva.
– No, por nada, no era mi intencion ser entrometida.
?Se atreveria a preguntarle, cuando habia empezado con tal mal pie? No estaba segura de estar preparada para encajar un no por respuesta. Pero era preciso que la viera, ?claro que si!, tenia todos sus papeles, debia poder devolverselos y, ademas, tenia una buena noticia que darle.
– Solo pensaba preguntarte si quereis venir a cenar a mi casa esta noche.
Pernilla no respondia y Monika sintio que la adrenalina forzaba la marcha de su actividad cardiaca. Al mismo tiempo, era consciente de lo injusto que era, puesto que ella solo pretendia hacerles bien. Consideraba que Pernilla debia ser complaciente.
– Se me habia ocurrido que podriamos cenar temprano, para que Daniella pueda cenar con nosotras. Sobre las cuatro o las cinco, si te va bien.
Pernilla seguia sin contestar y Monika se sentia cada vez mas ansiosa. Habia pensado no adelantarle nada, pero la vacilacion de Pernilla la impulso a ello. Al menos, se vio obligada a insinuarle algo.
– Es que tengo una buena noticia que darte.
Aquella permanente perdida de control la volveria loca. Verse siempre disminuida, estar en desventaja. Verse obligada a insistir.
– ?Ah, si, el que?
No. No pensaba decirle mas. Tenia derecho a estar cerca de ellas cuando se lo contase, por lo menos. Estar con ella y compartir su alegria, por una vez. Se lo merecia.
– ?Has llamado al fondo que decias?
– Te lo contare cuando llegueis. Puedo ir a buscaros si quieres.
Y Pernilla termino por ceder. Accedio a ir a su casa. Pero no parecia especialmente contenta. Monika aun sentia un residuo de la irritacion que desperto en ella la visita al banco. Incluso Pernilla la irritaba, ?por que nadie hacia lo que ella queria y nada salia como ella habia planeado? ?Por que nada de lo que hacia era nunca lo bastante bueno?
Fue a recogerlas a las cuatro y no se dijeron gran cosa en el trayecto a su casa. Era evidente que Pernilla no queria hablar de la cena de la noche anterior y Monika tampoco tenia especial interes. Pernilla iba en el asiento trasero, con Daniella en las rodillas. Puesto que no tenian coche, tampoco tenian silla especial para ninos y Monika cayo de pronto en la cuenta de que deberia comprar una. Para el futuro. Teniendo en cuenta todo lo que iban a hacer juntas.
En aquel momento, se sentia bastante segura y casi habia logrado infundirse esperanza cuando Pernilla le pregunto:
– ?Podrias pararte un momento alli? Solo voy a hacer un recado, no tardo.
Monika giro, se metio en el hueco que quedaba entre dos coches y apago el motor. Pernilla salio con Daniella en brazos y Monika abrio la puerta y cogio a la pequena. Pernilla entro en una calleja y Monika y Daniella se quedaron en el coche, cantando «La aranita pequenita» una y otra vez. Monika miraba el reloj, cada vez mas impaciente, y ya empezaba a preguntarse por el aspecto de su graten de verduras, que habia dejado en el horno. Cuando la aranita subia por el hilo por septima vez, Pernilla abrio la puerta del lado del acompanante sin que Monika la hubiese visto acercarse. La joven dejo a los pies del asiento una caja de carton de color blanco y extendio los brazos para coger a Daniella. Y continuaron el viaje. Monika miraba la caja de soslayo. Grande como una caja de cervezas, la veia en el suelo del coche, atrayendo su vista sin remedio. Blanca y anonima, sin una sola leyenda que le sirviera de pista. Ya habia manifestado una curiosidad excesiva en una ocasion y sabia que era arriesgado, pero al final no pudo resistirse.
– ?Que hay en la caja?
Monika veia a Pernilla por el espejo retrovisor. Iba mirando por la ventanilla y no se inmuto al contestar:
– Es Mattias.
Una descarga atraveso el coche. A Monika le dio de lleno en primer lugar, pero sus manos la transmitieron a la carroceria del coche, que empezo a dar bandazos por la carretera. Pernilla extendio instintivamente un brazo y