descubierto su saludo, un tanto tardio, pero confiaba en que la habria asistido su habilidad profesional. Despues estaba lo de su actitud. Monika habia tratado con anterioridad a pacientes con miedo al contacto fisico, pero ninguno tan manifiestamente lleno de angustia ante ello como aquella mujer. Era como una corteza invisible que las manos se viesen obligadas a atravesar para alcanzar el nucleo. Y, una vez alli, aquel cuerpo inmenso temblaba como entre espasmos y, puesto que, de todos modos, seria imposible notar nada a traves de todas las capas de grasa, la dejo y se concentro en la extraccion de sangre para los analisis.
Sentia un cisma intimo al adoptar de nuevo su papel de profesional. Su yo estaba dividido en dos caras enfrentadas en lucha la una con la otra, una satisfecha de la objetividad del reconocimiento que estaba practicando, en tanto que la otra constataba con enojo el paso infructuoso de unos minutos que podrian invertirse en mejor causa. Pese a todo, hallaba en ello, cuando menos, la sospecha de cierto anorado sosiego. Los movimientos que su mano tan bien dominaba. La serenidad de la competencia de que era duena. El estar en posesion, por un instante, del control mas completo y saber exactamente lo que debia hacer. Por primera vez en mucho tiempo, abandonar su posicion de desventaja y ser tratada con respeto.
Y fue precisamente en ese momento cuando la mujer que tenia delante abrio la boca haciendo realidad todos los temores que habia abrigado desde que Ellinor le dio la direccion: que alguien la hubiese visto. Antes de que la mujer hubiese terminado de pronunciar la frase, se vio catapultada al infierno que ella misma se habia procurado y ninguna competencia en este mundo habria podido protegerla de la amenaza que sentia. Mas rapido de lo que creia posible, se vio batiendose en retirada y no comprendio su error hasta que no fue demasiado tarde.
Mintio.
Tejio un hilo mas en una red de mentiras que le resultaba cada vez mas dificil de controlar. Al menor descuido, cualquiera de sus bastiones podia ceder y arrastrar consigo el resto, y ahora habia mentido sin tener la menor idea de la relacion que unia a Pernilla y a aquella mujer, ni a que conduciria su mentira.
En su desesperacion, dejo pasar los segundos intentando actuar como de costumbre mientras que, descorazonada, buscaba una solucion que pudiese reparar el error. Sopeso rapidamente todas las explicaciones imaginables de por que se encontraba en el parque con la hija de Pernilla. Comparo las probabilidades mas verosimiles, y los segundos siguieron sucediendose sin que nadie dijese nada. Cuando por fin hubo guardado su instrumental y una vez cerrado el maletin, cuando ya solo faltaba darle el recipiente para la prueba de orina, seguia sin hallar una salida, pero algo tenia que decir.
– Ah, si, ahora caigo. Estuve aqui hace un tiempo, con una amiga y su hija. Iba a entregarle algo a un colega que vivia por aqui y yo me quede con su hija en los balancines del parque, debio de ser entonces cuando me viste. Pero esa nina no vive en el bloque.
Y tal vez fueron figuraciones suyas, pero de pronto le parecio atisbar una leve sonrisa en los labios de la mujer llamada Maj-Britt cuando esta confirmo las palabras de Monika con un gesto de asentimiento.
Se despidio de Ellinor en el vestibulo. Garabateo a toda prisa una receta de analgesicos y le dio unas instrucciones adicionales. Maj-Britt salio del bano con la prueba de orina y Ellinor observo horrorizada el liquido rojizo del recipiente. Monika evito la mirada inquieta de Ellinor. La presencia de sangre en la orina y la naturaleza del dolor confirmaban, ciertamente, las sospechas de Monika, pero tendrian que esperar los resultados de las pruebas. No valia la pena asustar a nadie hasta no estar seguro al cien por cien. Abrio el maletin y guardo en el la muestra de orina.
– Te llamare en cuanto tenga los resultados. La mujer habia entrado en la sala de estar, pero Ellinor le estrecho la mano.
– Gracias por dedicarle tiempo y venir a verla.
Mientras regresaba al coche, sintio el alivio que le producia haber salido de aquel apartamento. Aun no estaba segura de que su explicacion hubiese sido satisfactoria y hubiese despejado todo riesgo posible. La informacion de la que carecia era, en efecto, si Maj-Britt y Pernilla se conocian, pero Ellinor le habia contado que Maj-Britt nunca salia de su apartamento. Por otro lado, Ellinor habia acompanado a Ase cuando esta fue a ver a Pernilla: ?y si Ellinor le habia contado a Maj-Britt como se habian conocido?
Echo un rapido vistazo a la ventana vacia de la cocina de Pernilla y apremio el paso en direccion al coche. No podia dejarse ver ahora. No podia correr el riesgo de que Pernilla abriese la ventana y la llamase.
Ya habia dejado el maletin en el asiento trasero y, de haber contado con solo un minuto mas, le habria salido bien. Pero, naturalmente, el destino quiso otra cosa. Justo cuando iba a sentarse al volante, aparecieron por el camino del parque y, por supuesto, la vieron.
– ?Hola! ?Tu por aqui?
Monika lanzo una mirada al balcon de Maj-Britt. El sol se reflejaba en los cristales de las ventanas y no podia descartar que hubiese alguien tras ellos. Que hubiese alguien tras ellos mirando.
Pernilla ya habia llegado al coche, se detuvo y le puso el freno al cochecito de Daniella.
– Hemos salido a dar un paseo.
Monika asintio y se sento en el coche.
– Tengo algo de prisa, tenia un aviso domiciliario y he de volver a la clinica.
– Ah, ya veo. ?En casa de quien era el aviso?
De repente, Monika se dio cuenta de que podia aclarar sus dudas y prefirio ver confirmados sus temores que seguir en la incertidumbre.
– Se llama Maj-Britt. ?La conoces?
Pernilla reflexiono un segundo antes de negar moviendo la cabeza despacio.
– ?Vive en nuestro portal?
– No, enfrente, al otro lado del jardin.
– En ese bloque no conozco a nadie.
Sintio que todo su cuerpo se relajaba. Solo habian sido figuraciones suyas. Su desasosiego la volvia hipersensible, habia dejado que el comentario de la mujer cobrase una importancia que no tenia.
Metio la llave en el encendido.
– Por cierto, hoy he estado hablando con los del fondo. Ingresaran el dinero en tu cuenta a lo largo del dia de hoy. Les he dado el numero de cuenta que figura en tus recibos.
Pernilla sonrio.
– Espero que comprendas lo agradecida que estoy.
Monika asintio.
– Lo siento, tengo que irme, ya voy con retraso.
– ?Te apetece venir a cenar con nosotras esta noche? Para darte las gracias por tu ayuda.
Ante su sorpresa, Monika noto que dudaba. Con tanto como habia esperado aquel instante, que Pernilla le concediese audiencia por voluntad propia, sin que ella tuviese que rogarsela. Pero estaba muy cansada, exhausta de estar siempre alerta y guardar las apariencias. Tenia pensado tomarse los somniferos temprano y huir de la tarde y de la noche. Pero no podia decir que no. No tenia derecho.
– Claro, ?a que hora quieres que vaya?
– ?A que hora puedes?
Habria terminado de trabajar a las cinco, no podia olvidar que Pernilla creia que habia vuelto al trabajo. Tantos detalles que tener en cuenta…
– Salgo a las cinco.
– Entonces, ?te parece bien a las seis?
Tras echar un ultimo vistazo a la ventana Maj-Britt puso rumbo a la ciudad. Ya iba tarde. Su madre la esperaba desde hacia un cuarto de hora y Monika sabia que ya llevaria un buen rato vestida y sentada en el vestibulo, mas impaciente a cada minuto, pero antes tenia que pasar por el banco. Y el jefe de la clinica la habia llamado cuatro veces y le habia dejado varios mensajes a los que no habia contestado. Algunos de sus colegas tambien la habian llamado varias veces, pero ella no les habia devuelto la llamada.
En algun lugar en lo mas hondo de su ser, algo intentaba hacerse oir, algo que queria hacerle ver que estaba creando una situacion cada vez mas insostenible. Sin embargo, puesto que no habia vuelta atras y de ninguna manera podia hacer nada para modificar el estado de la cuestion, resultaba mucho mas sencillo no escuchar. Mucho mas sencillo.