no podia esperar de nadie, puesto que estaba casada con el inmundo La Ferriere, sino para buscar la muerte. El rio no estaba lejos, pero se le ocurrio que su fin seria mas dulce si iba a encontrarlo al estanque de Anet, alli donde nadaban los bellos cisnes que a ella le gustaba contemplar de nina. Y ademas, al menos en Anet cuando encontraran su cuerpo le darian una sepultura digna. Su estado era tan deplorable que nadie imaginaria que se habia suicidado...

Sylvie se sintio reconfortada. La idea de su proxima muerte no solo no la asustaba, sino que le resultaba grata porque era el unico medio de reunirse con Francois, al que no haria, a fin de cuentas, mas que preceder por poco tiempo. No tenia ninguna duda sobre la suerte que reservaba el cardenal para el amante de la reina: el regresaria a los campos de batalla que tanto anoraba, y algun dia, a la conclusion de alguna batalla, recogerian su cuerpo, herido por el enemigo o por una mano invisible surgida de sus propias filas...

Pero para salir de la vida, antes era necesario salir del castillo. Todo el mundo debia de estar durmiendo, los borrachos a causa del vino, los criados del cansancio. Empezo por buscar alguna ropa de abrigo pero no encontro nada, a excepcion de las sabanas. Se habian llevado todo. Ademas, la puerta estaba cerrada. Fue entonces a la ventana con la idea de anudar las sabanas y descolgarse en la mejor tradicion de las grandes evasiones. Como el dormitorio se encontraba en el primer piso, su longitud seria suficiente. Pero encontro algo mejor: una espesa capa de hiedra trepaba en ese lugar por los muros de la casa, y ella sabia desde su infancia lo facil que era escalar utilizando aquella planta tan firme. Bajar tambien debia de ser facil. ?Incluso en camison y con los pies descalzos!

Estas palabras le reavivaron la memoria. ?No llevaba nada mas cuando, a los cuatro anos, su instinto de cachorrillo la empujo fuera de La Ferriere! Pero ?tendria ahora la misma fuerza? La nina de antano era avispada y rebosaba salud. Ahora solo era una mujer joven, rota, arrastrando un cuerpo hecho jirones...

Se decidio, a pesar de todo; consiguio deslizarse—?era tan delgada!— entre el marco y el ajimez de piedra, busco una rama un poco gruesa y, lenta, muy lentamente, se descolgo al exterior, busco con los pies otra rama, luego otra y aun otra, hasta que por fin, al cabo de lo que le parecio un siglo, piso el suelo. Alli se sento un momento apoyada contra el tronco retorcido para que su corazon recuperase su ritmo normal.

En ese momento la luna, en su ultimo cuarto, salio de entre las nubes y le mostro el patio desierto y la puerta abierta a un puente levadizo fuera de uso desde hacia anos. Sylvie lo tomo como una invitacion a proseguir su lugubre plan. Le costo trabajo levantarse. Tenia ganas de quedarse alli, despues del esfuerzo que acababa de llevar a cabo, pero su voluntad se impuso: ?antes que nada, salir de esa mansion maldita para siempre! Y se puso en marcha.

Finalmente, ante ella se abrio el camino del bosque, oscuro, aunque iluminado en algunos tramos por fantasmagoricos rayos de luna. ?Pero que camino cruel para sus pies descalzos! Su primera huida habia tenido lugar en junio, cuando la hierba y las plantas pequenas formaban una alfombra blanda. El invierno endurecia la tierra, cuyo esqueleto se mostraba al desnudo, con guijarros cortantes y espinas despiadadas. Y hacia tanto frio... Sin embargo, Sylvie caminaba, caminaba anegada en lagrimas y gimiendo, pero impulsada por una desesperacion infinita. Su mente no razonaba. No veia mas que el tunel de arboles muertos que era necesario cruzar para encontrar el frescor del agua... del agua... ?del agua! Tropezo con un obstaculo, lanzo un grito y cayo cuan larga era, de bruces contra el suelo, al que se aferro con la sensacion de que nunca podria ya levantarse. En sus oidos zumbaba un ruido, el ruido de un galope que le recordo, antes de desvanecerse de nuevo, el momento maravilloso en que, en su desolacion infantil, se le habia aparecido el «senor Angel».

No vio surgir de entre los matorrales a los dos jinetes atraidos por su grito. Sin embargo, ellos la vieron justo a tiempo. Francois, que galopaba al frente, obligo a encabritarse a su caballo para evitar el cuerpo tendido, hacia el cual se precipito enseguida.

—?Sangre de Cristo! ?Es ella! ?Es Sylvie! ?Pero en que estado! ?Esta helada! ?No la oigo respirar... llegamos demasiado tarde!

—?Yo he llegado demasiado tarde, monsenor! ?Y no me lo perdonare nunca!... ?Pobre, pobre pequena! — gimio Corentin desesperado.

—No ha sido culpa tuya que tu caballo se matara al chocar contra el tronco de un arbol, y que hayas tardado horas en encontrar otro. Ademas, has tenido que hacer que abrieran el castillo, despertarme...

—?Y pensar que me alegre tanto al saber que estabais en Anet...!

Beaufort, arrodillado junto a Sylvie, volvio con cuidado su cuerpo exanime, en el que la palida luz lunar mostraba huellas de sangre y magulladuras bajo el fino tejido desgarrado en varios puntos. Una oleada de ternura, y tambien de dolor, lo inundo, y la estrecho contra su cuerpo.

—?Mi gatita... mi pobre gatita! —murmuro, y poso los labios en su frente, sin poder retener por mas tiempo las lagrimas—. ?Te vengare! ?Juro ante Dios que te vengare!

De pronto oyo un murmullo:

—Francois...

Sobrecogido se aparto un poco, a tiempo para ver abrirse aquellos ojos que creia cerrados para siempre, y la alegria lo embargo.

—?Loado sea Dios! ?Estas viva...! ?Mira, Corentin! ?Vive!

Pero Sylvie no veia a Corentin. Unicamente veia lo que le parecia un sueno nacido de su deseo desesperado de que todo empezara de nuevo como antano:

—?Vos... habeis venido!... Estais aqui...

Y perdio el conocimiento por tercera vez.

Fin

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20 de julio de 2010

,

[1] No debe confundirsele con su primo, llamado tambien Pierre, que llegaria a ser guardian de los Sellos y canciller de Francia.

[2] Luis XIII.

[3] En la alta nobleza, el primogenito lleva siempre un nombre diferente hasta la muerte de su padre: Fronsac entre los Richelieu, Crussol entre los Uzes, Mercoeur entre los Vendome, etc.

[4] Hoy Port-Louis, en Morbihan, Bretana.

[5] Luis XIII y Ana de Austria habian nacido el mismo ano.

[6] Llevo el titulo de duque de Anjou hasta convertirse en duque de Orleans en 1626.

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