mas intenso.

– Quiero hacer el amor contigo -me susurra al oido.

Me quedo callada. No se que decir. Tengo ganas. Tengo miedo. No sabria que hacer. RecuerdoJuno. Me asusto. Quiza sea mejor aguardar cierto tiempo,

– Todavia es pronto… -le digo esperando que no se enfade.

Se detiene. Pasado un momento esboza una sonrisa.

– Tienes razon…

Y me toma la mano con dulzura. Me besa la palma y me la apoya sobre su barriga. Siento su vello ligero, sus abdominales ocultos. Entonces, lentamente, me deslizo hacia abajo, poco a poco, con delicadeza. Lo encuentro entre el vello mas espeso. Lo cojo, lo aprieto un poco y empiezo a subir y bajar. Lo oigo jadear. Despues pone su mano sobre la mia y la guia hasta llevarla un poco mas arriba. Sonrie.

– Asi…

Vuelvo a moverla arriba y abajo.

– Asi… Mas… Mas rapido -me dice con voz entrecortada.

Y yo sigo haciendo lo que me dice, un poco mas de prisa, cada vez mas, mas rapido. De repente, se pone rigido y acto seguido todo el esta en mi mano, encima, sobre su barriga. A continuacion sonrie, se pierde en un beso mas dulce, se abandona en mis labios. Poco a poco su corazon se va ralentizando, suspira siempre mas profundamente. Permanecemos abrazados en la penumbra, rodeados de este nuevo aroma, de ese ligero placer que huele a pinones, a resina, a hierba fresca. Si…, que huele a amor.

Mas tarde nos duchamos juntos, la musica suena por toda la casa, somos libres y adultos.

– Ten…

Me pasa un albornoz fresco, perfumado, de color rosa muy palido, y yo me pierdo entre sus mangas largas mientras me miro al espejo.

Tengo el pelo mojado y los ojos brillantes de felicidad. El aparece de improviso y me abraza.

– Es de mi madre…

– ?No se enfadara?

– No tiene por que saberlo.

Cierro los ojos y me abandono en su abrazo, echo la cabeza hacia atras, la apoyo sobre su hombro y siento su mejilla suave, su perfume, su boca entreabierta que me besa fugazmente, que respira a mi lado, que me hace sonreir. Abro los ojos y lo miro. Nuestras miradas en ese espejo, como entonces, como la primera vez. Emocionada, en silencio, sigo escrutandolo. Las palabras se detienen en el confin de mi corazon, acaban de salir de puntillas, para no hacer ruido; timidas, les gustaria gritar: «Te quiero.» Pero no lo consigo.

Volvemos a la cama. Tengo las piernas abiertas. Acaricio lentamente su pelo rizado. Blanda, abandonada, noto como se mueve su lengua. Sus ojos divertidos y astutos asoman por debajo, lo veo sonreir disimuladamente mientras sigue haciendome gozar sin detenerse. Es mas, insiste. Mas a fondo, con brio, con rabia, con deseo: lo siento, secuestrada, abandonada, conquistada… y al final grito. Despues, exhausta…, respiro entrecortadamente. Poco a poco me voy recuperando. Mi respiracion se normaliza. Le acaricio el pelo. Despues sube y se coloca a mi lado. Me besa, sonrie y yo con el, ebria de placer. En cualquier lugar, entre nosotros, entre las sabanas, entre nuestros besos, en el aire. Como me gustaria tener el valor suficiente para hacer el amor.

– Espera un momento, vuelvo en seguida.

– Si…

Sonrio mientras lo veo salir de su habitacion, de nuestra habitacion. Desnudo. Descalzo. Libre de todo y de todos. Solo mio. Me giro sobre el albornoz abierto. Aprieto la almohada. La abrazo con fuerza y en un instante naufrago en un dulce duermevela. Floto ligera. Cierro los ojos. Los vuelvo a abrir. Extasiada de los ruidos lejanos, delicada y sonadora, recordando les instantes que acabo de vivir, me quedo dormida.

«Plin, plin.»

Abro los ojos. Un sonido repentino. Miro alrededor. Despierta y lucida, extranamente atenta

«Plin, plin.»

De nuevo. Ahi esta, ahora lo veo. Esta sobre la mesa. Debe de haberle llegado un mensaje. Me levanto sigilosamente. Doy dos pasos de puntillas y en un instante estoy delante de su movil. En la parte derecha de la pantalla centellea un sobrecito. El mensaje que acaba de recibir. Me quedo parada, inmovil, suspendida en el tiempo, mientras el sobrecito sigue parpadeando. ?Quien le habra mandado un mensaje? ?Un amigo? ?Sus padres? ?Una chica? ?Otra chica? Esta ultima idea casi hace que me desmaye. Se me encoge el estomago, el corazon, la cabeza. Todo. Me siento enloquecer. Otra. Otra chica. Miro hacia la puerta, despues el movil. No lo resisto mas, voy a perder el juicio. Basta, no puedo contenerme. Cojo el movil, lo sujeto entre las manos mientras lo miro fijamente. Despues nada volvera a ser como antes, quiza se acabe para siempre, sera imposible recuperar. Tal vez sea mejor no saber, dejarlo estar, no abrir el sobrecito, no leer ese mensaje. Pero no puedo. La duda me carcomeria: «Ah, si lo hubiese abierto…»

A fin de cuentas ya estoy aqui, ?para que echarme atras? Pero ?y si no fuese nada? En ese caso juro que si no hay escrito nada comprometedor, si se trata de un amigo, de sus padres o de algo parecido, jamas volvere a leer sus mensajes. De manera que, envalentonada con esta ultima y desesperada promesa, abro el mensaje: «Todo OK. ?Jugamos a las 20 en el club de futbol! Camiseta azul oscuro.»

?Camiseta azul oscuro! ?Nunca habia leido algo que me hiciese tan feliz! ?Camiseta azul oscuro!

Borro el mensaje para que no se de cuenta de que lo he leido, coloco el movil sobre la mesa y vuelvo a meterme en la cama de un salto.

– Caro… -Massi entra con una bandeja-. ?Pensaba que te habias dormido!

– Un poco… -Le sonrio-. Luego me he despertado…

Me observa con curiosidad. Recorre el dormitorio con la mirada. Luego, tranquilo, se encoge de hombros y deja la bandeja sobre la cama.

– A ver, he traido tus fantasticas pizzas… ?Me he comido ya alguna! Mmm, estan deliciosas… Y, ademas, te he preparado te… ?Te gusta de melocoton?

Sonrio.

– Si, esta muy bueno.

– Se que te gusta el te verde, pero se ha acabado.

Se acuerda incluso de las cosas que me gustan. No me lo puedo creer. Es perfecto. Lo acaricio. Apoya su mejilla sobre mi mano, casi la aprisiona contra el cuello. A continuacion cojo una pizza y le doy un mordisco.

– Mmm…, la verdad es que estan para chuparse los dedos.

Lo miro sonriente y le meto en la boca el trozo que ha sobrado. Lo mastica, sonrie y nos damos un beso. Un beso de tomate. Nos reimos al notar ese sabor. Me dejo caer sobre la almohada y el se echa encima de mi. Me besa con pasion. Luego se incorpora y me mira a los ojos. Sonrie. Da la impresion de que quiere decirme algo, pero permanece en silencio.

A mi tambien me gustaria decir algo: «Massi…, ?has de saber que jugareis con la camiseta azul oscuro!»

Pero no puedo. Me descubriria. De forma que lo estrecho entre mis brazos y me siento enormemente feliz de haber leido ese mensaje. Juro que jamas volvere a abrir uno, ?lo juro, lo juro, lo juro! A menos que me lo pida el, claro esta.

– ?Que te pasa, Caro, por que sonries asi?

Pobre, no tiene ni idea, claro.

– Pensaba que esta es la tarde mas bonita de mi vida.

– ?En serio?

Me mira entornando un poco los ojos, como si no acabase de fiarse de mi.

– Por supuesto, te lo juro.

– No se por que, pero siempre tengo la impresion de que me estas contando alguna mentira…

– Ya te lo he dicho… Siempre te digo la verdad…, ?salvo en contadas excepciones!

Y, mas contenta que unas pascuas, doy un bocado a la pizza que Massi estaba a punto de comerse.

He ido montones de veces a su casa durante el mes de junio. De vez en cuando le llevo bocadillos, pastelitos, croquetas, incluso calzones… Todas las cosas ricas que se pueden comer en Roma.

Hemos contemplado el atardecer desde la ventana de su habitacion. Me he aprendido de memoria cada centimetro de su maravillosa espalda, y si fuese capaz de dibujar me bastaria cerrar los ojos para verlo frente a mi y copiarlo en una hoja de papel hasta en los mas minimos detalles: sus manos, sus dedos, su boca, su nariz,

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