Hace girar el libro entre las manos.
– Espero que te guste. La historia la ha escrito un chico joven, pero es tan romantica…
Me mira con ojos conmovidos, casi se echa a llorar.
– Bueno, abuela… Eso es lo que me han dicho.
– Si, claro… No te preocupes. Yo tambien tengo algo para ti. Espera aqui…
Permanezco alli, muerta de curiosidad, dando sorbos a mi te, que se ha enfriado ya un poco, pero que, en cualquier caso, esta rico. La abuela aparece de nuevo en 1a puerta con un regalo.
– Ten, un dia salimos y la vimos… Queriamos esperar a Navidad… -Se detiene.
No anade nada mas. No dice: «Por desgracia ya no tiene ningun sentido esperar» o «El abuelo ya no esta». Simplemente se calla. Y es como si dijese todo eso y mucho mas. Intento comprenderla. Y me entran ganas de echarme a llorar. A ella tambien. Entonces exclamo adrede:
– ?Que bien, que sorpresa! ?Que podra ser?
Desenvuelvo el paquete a toda velocidad, rompo el papel en pedacitos sin dejar de reirme y, al final, despues de arrugarlo, lo tiro a una papelera que hay cerca. Pero no doy en el blanco. La abuela me mira y sacude la cabeza, yo le sonrio.
– No importa… Luego lo recogere. -Miro mas atentamente la caja-. ?Pero si es preciosa! ?Una camara de fotos!
– ?Te gusta? El decia que tenias dotes, que le gustaria mucho porque es de esas…, esas que pueden hacer muchisimas fotografias sin carrete…
– ?Digital!
– Eso es, digital…
– Me encanta…
Abro la caja, saco la camara y le doy vueltas entre las manos tratando de entender como funciona. La enciendo.
– Esta cargada… Caray, es genial… -Veo el disparador en lo alto. Quiero sacarle una a la abuela-. ?Sonrie! -Y, ?clac!, la hago al vuelo. A un lado se lee «Autodisparo». Aprieto y empieza la cuenta atras. Treinta. Veintinueve. Veintiocho. La coloco sobre la mesa junto a la tetera-. ?Ven, abuela! ?Hagamonos una juntas! -Y la arrastro hasta que quedamos delante de la camara fotografica, entre las rosas. Le doy un abrazo y espero en esta pose con ella, que, al final, apoya la cabeza sobre mi hombro en el preciso momento en que… ?flash!-. ?Ya esta! ?La hemos hecho!
Corro hacia la camara y compruebo como ha salido.
– ?Mira, abuela! ?Estamos guapisimas! Parecemos dos modelos…
– ?Si, si!
La abuela se rie mirando la camara. A continuacion la cojo y empiezo a manipularla. Entro en el menu para averiguar como funciona. 430 fotografias disponibles. ?Como es posible? La caja decia que tenia capacidad para 450. Pulso un boton, retrocedo y, de improviso, aparece el. El abuelo. El abuelo que sonrie. El abuelo que hace muecas. El abuelo con los brazos cruzados y despues otra fantastica de los dos abrazados, una imagen preciosa, ella se rie apoyandose en el junto al albaricoquero. Quiza fuese eso lo que pensaba antes. Recordaba ese dia, esa fotografia, esa sonrisa, su felicidad. La miro. La abuela me sonrie.
– Estan tambien nuestras fotos, ?verdad?
Asiento con la cabeza. No consigo pronunciar palabra. Tengo un nudo en la garganta y unas enormes ganas de llorar. Uf. Pero ?por que soy asi? No puedo contenerme. La abuela me acaricia. Lo ha comprendido todo y quiere ser fuerte por mi.
– ?Me las puedes imprimir? Si no lo consigues, no importa… No te preocupes.
Exhalo un hondo suspiro y recupero el control de mi misma.
– Por supuesto, abuela. Te las imprimire, cuenta con ello… Gracias. Me habeis hecho un regalo precioso.
Y le doy un abrazo.
?Unos dias despues!
– ?Hola, Caro!
Me abraza y me da un beso que me deja sin aliento, que me hace saltar el corazon a la garganta, que me emociona como la primera vez que nuestras miradas se cruzaron en aquel espejo de la libreria. Massi. Lleva una camiseta azul oscuro y esta ya un poco moreno. Para ser solo mitad de junio, esta espectacular. Huele a mar. Si, ese azul, su sonrisa, sus ojos, su moreno huele a mar…, a amar. Una playa de una arida isla rodeada por las olas que rompen contra las rocas, su pelo, su sonrisa y el mismo…, que me acoge.
– ?En que estas pensando, Caro? Tienes una cara…
– Es que dentro de poco me examino.
Miento.
– ?En serio pensabas en eso? ?Sonreias!
Me encojo de hombros y me hago la dura.
– Faltaria mas, a mi los examenes me dan risa…
Me coge el brazo y me levanta sin dificultad, me alza del suelo.
– Eh…, ?espera! ?Se me van a caer!
– ?Que me has traido?
– Pizzas de Mondi.
– Mmm…, que ricas… Luego.
Me las quita de la mano, las coloca sobre la mesa de la cocina y a continuacion me arrastra por el pasillo y el salon hasta su dormitorio.
– Hemos llegado…
Me tira sobre la cama, salta encima y se queda a un paso de mi. Yo me aparto para no acabar debajo de el.
– Estas como una cabra, por poco me aplastas.
– Quiero aplastarte ahora…
Lucha con mi cinturon, casi famelico, lo abre frenetico. Le sujeto las manos para detenerlo.
– ?Has cerrado la puerta, Massi?
– No…
Sonrie.
– ?Y si vienen tus padres?
– Imposible. Se han ido a la playa, no volvere averios hasta finales de julio…
– ?Seguro?
– Claro que si… Asi que puedo comerte tranquilamente… ?Nam! Me muerde los vaqueros, entre las piernas, y casi me hace dano.
– ?Ay!
Sigue fingiendo que es un animal.
– Soy el lobo… que piel tan suave tienes… Me desabrocha los vaqueros, me muerde ligeramente y me chupa la piel ahi, por encima de las bragas.
– ?Ay! ?Me estas mordiendo!
– Si, ?para comerte mejor! Y emite un extrano grunido.
– Mas que un lobo pareces un cerdo…
– Si…, soy una nueva especie de lobo cerdo… Me baja los pantalones. Me los quita a la vez que los zapatos y los calcetines, y yo me quedo asi, entre sus brazos.
– Hay demasiada luz…
Se levanta a toda prisa abandonando mis piernas y baja las persianas. Penumbra.
– Asi mejor, ?no?
– Si
Sonrio.
– Veo tus dientes blancos, preciosos… ?Tus ojos azules, intensos!
Se desnuda, se quita toda la ropa y se tumba a mi lado. Solo se ha dejado los calzoncillos puestos, y ahora se desprende de ellos a toda prisa. Se queda completamente desnudo. Empieza a acariciarme, su mano se adentra entre mis piernas, se pierde, yo lo abrazo con fuerza, casi me aferro a el, mientras el me procura placer, cada vez