– ?Piiiiiii!

Suena el claxon del coche que tenemos a nuestras espaldas…

– ?El intermitente! -grita un viejo de, tirando por lo bajo, unos treinta y cinco anos estresado por el trafico y la vida.

Me asomo de inmediato por la ventanilla.

– ?Lo he puesto!

– ?De eso nada! ?Tienes que ponerlo antes! -Y se aleja a toda velocidad dando por zanjada nuestra bonita disputa motorizada.

Clod me mira sacudiendo la cabeza. Yo extiendo el brazo.

– ?A fin de cuentas, contigo la culpa es siempre mia!

Y le birlo la ultima patata a la vez que me apeo al vuelo del micro coche.

Poco despues caminamos con la nariz alzada, asombradas por la grandeza del lugar.

– Eh, ?como has descubierto este sitio? ?Es fantastico!

– Mi madre me trajo aqui una vez. ?Compramos una infinidad de regalos navidenos para la familia sin salimos del presupuesto!

– ?Genial!

Seguimos andando en silencio. Clod es hija unica. Solo tiene varios primos y primas por parte de padre y de madre, que, a su vez, tienen un monton de hermanos y hermanas, y todos han tenido, por lo visto, muchas ganas de procrear. En fin, que en las fiestas de guardar su casa parece un parque infantil. No falta de nada. Desde el nino recien nacido a los que han crecido ya, hasta el punto de que algunos incluso se acaban de casar. En pocas palabras, que todas las generaciones estan representadas. Solo falla el dinero. Pero como es un mal casi comun, no existen las envidias que nacen de manera inevitable en todas las familias. Ademas, el padre de Clod se ocupa de varios pisos y edificios, en el sentido de que es administrador, y siempre dice que, si ganase un euro por cada discusion que se ve obligado a presenciar, se haria millonario. Pero no es asi. La casa de Clod es sencilla. Esta decorada de una forma muy divertida: no hay una cortina igual y todas las habitaciones estan llenas de colores, de sillones extranos, cada uno fabricado a su manera, quiza porque su madre tiene una tienda algo rara en el centro, donde vende muebles de todo tipo. Pero Clod no se lamenta. Ha conseguido que le comprasen un coche de segunda mano y sus padres no la privan de nada. Ademas, se llevan bien, jamas los he oido discutir. A saber por que Clod come tanto. Quiza sea simplemente porque le gusta, no se…

– ?Como se llama esta tienda?

– ?Mas! Ven, vamos, la seccion de deportes esta en el segundo piso.

Subimos corriendo la escalera. Bueno, os juro que es un lugar increible. Hay chandales colgados por todas partes, cientos de ellos, miles, ?y todos a tres euros! Y camisetas de todas las marcas: Nike, Adidas, Tacchini, Puma, a dos euros con cincuenta.

– Mira esta, ?como me sienta?

Clod se ha colocado una contra el cuerpo, es mona, blanca, con los bordes de las mangas azules y rojos. Pero en mi opinion le queda muy corta. Mejor dicho, no le entra, si he de ser sincera.

– Es mona, pero ?para que la quieres?

– Bueno. -La deja de nuevo en el monton-. ?Para hacer gimnasia!

Le he contado toda la historia de Lele. Ha dicho que le parece un encanto por haberme mandado ese paquete.

– Saltaba a la vista que le gustaste desde un principio.

– Bueno, Clod, si tu lo dices… Te propongo una cosa: si aprendo a jugar al tenis, despues te ensenare a ti.

– ?Si, si, ya veremos! -Coge otra camiseta-'. ?Y esta? -Es azul claro con los bordes celestes y blancos. Le queda un poco ancha.

– Mejor. Me gusta mas.

Mira el precio, cuatro euros. Le parece excesivo.

– Venga, cogela, ?te la regalo yo!

La verdad es que despues de pasar por Mac hemos bajado de cien a noventa y tres euros con cuarenta centimos; si restamos la camiseta, me quedan un total de ochenta y nueve euros con cuarenta. Ahora que soy un «genio rebelde», al menos en esto no puedo equivocarme. ?Desde luego. Clod! Mira tu por donde, ha ido a elegir la mas cara.

– ?Y esta te gusta? -Le enseno una blanca con unas rayas beis y azules delante.

Ella la mira ladeando la cabeza.

– No esta mal, pero tengo la impresion de que no es de marca. ?Que lleva escrito ahi arriba, en el pecho?

– «IL.»

– Bah…, no lo he oido en mi vida.

Cojo la camiseta y miro bien la pequena etiqueta que tiene detras.

– Aqui dice «Fila».

– Si, ?pues desfila! Con ese nombre no cogeras ni una pelota.

– Pero ?que dices! Es una marca famosa. -Le senalo la pared donde estan colgadas las fotografias de los mejores tenistas que la han llevado.

– Noooo, que pasada… -Clod lee el nombre que figura en uno de los carteles, bajo la fotografia-, ?Pero si hasta Dmitry Tursunov las ha llevado!

– ?Y ese quien es?

– Y yo que se, el tipo de la foto. Si lo ponen ahi, sera famoso, ?no?

– ?Que idiota eres!

– Si, pero tu cogela, ?ya veras como asi juegas como una profesional!

– ?Y esta? ?Es SergioTacchini!

Y seguimos asi, pescando en el interior de las grandes cestas metalicas rebosantes de camisetas de todo tipo, modernas o antiguas, en cualquier caso articulos nuevos, no de segunda mano, y a unos precios increibles. En nuestra peculiar pesca nos acompanan las personas mas variopintas. Mujeres grandes y gorilas, chicos delgados y menudos, un tipo de color, un asiatico, un viejecito, una joven de treinta anos, una de cuarenta y una pareja de veinte. A poca distancia se encuentran las falditas de tenis y, en otra cesta, los calcetines y mas camisetas y unos estantes con una infinidad de zapatillas deportivas y cientos de raquetas, de entre quince y ciento cincuenta euros. Estas, sin embargo, estan sujetas entre si con una pequena cadena de hierro y si las quieres, tienes que llamar a un dependiente o a una dependienta, como esa chica que esta ayudando a un anciano a encontrar un chandal Adidas que le vaya bien.

– Lo quiero negro con las rayas blancas. Sin mas colores, sencillo, ?como los que hacian antes! ?Me entiende?

Y la dependienta sigue rebuscando en la cesta.

– ?Asi?

Saca uno. El anciano la mira y alza un poco las gafas para ver mejor.

– Pero es azul oscuro… ?Que pensaba? ?Que no me iba a dar cuenta?

La dependienta lo deja caer nuevamente en la cesta.

– ?No! Queria decir como este modelo…

– Si, pero yo lo quiero negro… Negro.

El viejecito patea y sacude la cabeza como si en un instante hubiese perdido toda la sabiduria de sus anos y hubiese regresado a la infancia.

Poco despues, estamos fuera. Veamos, de abajo arriba: zapatillas de tenis, calcetines, falda con slip Adidas debajo, una camiseta Fila, un chandal Nike, una raqueta y dos munequeras. No voy combinada, eso desde luego, pero llevo muchos colores y. sobre todo, el coste de la operacion…

– ?Sabes cuanto nos hemos gastado?

– ?Cuanto?

– ?Ochenta y uno con cincuenta!

Clod se frota las manos, exultante.

– ?Genial! Hemos ahorrado. Nos ha sobrado incluso para dos chocolates calientes…

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