– Por supuesto, faltaria mas. ?Si a Caro no le importa…!
Mi madre me mira.
– Caro ha dicho que si.
Tras mentir como una bellaca, mi madre cuelga el telefono.
– No es cierto, no es cierto. ?No estoy de acuerdo! ?Yo no he dicho que si!
– Venga, no te enfades; si no se lo dices a tu hermana, despues te sentiras mal.
Me obliga a bajar del sofa, me hace caer sobre los cojines y a continuacion lucha conmigo.
– ?No, mama! ?No lo resisto! ?No me hagas cosquillas! ?No puedo mas!
Pateo, muevo la cabeza a derecha e izquierda, intento desasirme.
– ?Es cierto que quieres que venga Ale?
– Si, si, basta, basta, ?estoy encantada de que venga! ?Ay! ?Basta!
Mi madre me suelta.
– ?Asi me gusta mi pequenaja!
Vuelvo a acomodarme en el sofa.
– Esta bien, que venga, pero si despues de que se lo hayamos pedido no quiere venir por razones suyas, porque tiene otra cosa que hacer, ?juro que la acribillo a pelotazos!
Mi madre se echa a reir.
– ?No jures. Caro! -anade simplemente.
Siempre me he preguntado como conseguiran meter esos barquitos en miniatura en las botellas de cristal. Me recuerda a cuando intento que me entren en la cabeza las reglas de geometria, es algo similar. ?Exceden las dimensiones de mi cabeza!
El abueloTom tiene tres botellas asi en el salon, y cada vez que las miro me parece imposible.
– Abuelo, ya se que me lo explicaste cuando era pequena, ?pero ya no me acuerdo!
– ?De que, Carolina?
– De como se consigue meterlos dentro, dado que son mas grandes que el cuello de la botella.
Mi abuelo se vuelve y me ve junto al estante con un barco en la mano. Se arrellana en su gran silla negra, junto al escritorio. Se recuesta en el respaldo y sonrie.
– Si que te lo he contado.
– Da igual, hazlo otra vez, quiza asi entienda que debo hacer en geometria…
– ?Que tiene que ver la geometria con esto?
– Luego te lo explico. ?Venga, dime!
Y me siento en el suelo con las piernas cruzadas.
– De acuerdo… Pues bien, hace tiempo la gente tenia miedo de navegar en el mar porque por aquel entonces no era como hoy, los barcos eran menos seguros, se viajaba durante dias sin saber lo que podia suceder. De forma que los marineros confiaban en la buena suerte y en la oracion. Para que todo eso fuera mas concreto, llevaban consigo amuletos, algo parecido a lo que haces tu con esa cosa de peluche cuando tienes un examen.
– ?Te refieres al llavero del osito?
– Exactamente.
– ?Hace anos que no lo uso, abuelo!
– Muy bien, se ve que has crecido…
Me toma el pelo.
– ?De eso nada! ?Debe de haber perdido sus poderes!… ?He suspendido los ultimos examenes!
Mi abuelo se echa a reir.
– Por lo visto, ya no creias lo bastante en el. En cambio, los marineros debian de creer mucho, hasta el punto de que pensaban que la estampa, el amuleto o el mechon de pelo podia protegerlos de las tormentas, de los motines o de los piratas. No obstante, el problema era conservar y salvaguardar esos objetos, sobre todo los que se estropeaban con mayor facilidad, en un lugar que los mantuviese al abrigo de la humedad. Porque no tenian cajas fuertes personales o hermeticas. ?La unica solucion eran las botellas! De manera que, poco a poco, el objeto que empezo a verse cada vez con mayor frecuencia en las botellas fue precisamente el simbolo de su vida: el barco. Para introducirlos en ellas hacian lo siguiente: metian por el cuello todo el modelo con las velas y los mastiles doblados despues de haber atado a ellos unos largos hilos, de los que tiraban despues para levantar el aparejo.
– ?Ah!
– Y los usaban como amuletos, aunque tambien como mercancia de intercambio.
– Pero ?tu has hecho alguno?
– ?Si, una de esas tres! La mas alta.
– ?Noooo! ?Y como la hiciste?
– Primero se construye el barco fuera, despues se desmonta y se reconstruye una vez dentro mediante los hilos.
– ?Pero debe de hacer falta muchisimo tiempo!
– ?Y paciencia! Como en la vida.
– ?Hacemos uno, abuelo?
– Pero si acabas de decir que lleva mucho tiempo…, te aburririas a los diez minutos, Caro. ?Y ese hobby requiere constancia!
– Tienes razon, pero aun asi me gustaria hacer algo contigo, ?eres tan habilidoso! ?Se te ocurre alguna otra cosa?
– Hoy hace viento, ?verdad?
– Si, ?por que?
– ?Que te parece si le regalamos algo a la abuela?
– ?Si! ?El que?
– Te propongo que le hagamos un molinete para que lo ponga en una de las macetas de la terraza. Asi, cada vez que gire pensara en ti. Le diremos que lo has hecho todo tu sola. Es mas, ?haremos mas de uno! Una especie de parque eolico casero.
– Genial, ?que bonito! Pero ?como se hacen?
– Es muy sencillo. Coge unas cartulinas de colores que estan ahi, en ese mueble.
De inmediato hago lo que me dice. Abro la puerta y cojo una amarilla, una verde y una roja.
– Hay que cortarlas en pedazos de este tamano…, haciendo unos cuadrados. -Me los ensena-. Caro, sin que tu abuela se de cuenta, ve a la cocina a buscar unas pajitas. Estan en el cajon que hay debajo de la mesita de marmol, junto a los cubiertos.
– ?De acuerdo!
Me siento como cuando, siendo una nina, queria robar algo de la despensa y el corazon me latia a toda velocidad. Bien, la abuela esta alli. Oigo ruidos. Esta colocando algo en los armarios. Encuentro las pajitas. Cojo varias y vuelvo apresuradamente al estudio del abuelo.
– Ahora necesitamos pegamento, pinceles y un lapiz, pero lo tengo todo aqui.
– ?Esto parece una papeleria!
– Mira, se hace asi…
El abuelo dobla el cuadrado por las diagonales.
– Ahora pinta los triangulos resultantes como prefieras.
Y me pongo a hacerlo, como si fuese una nina, mientras el sigue recortando el resto de las cartulinas.
Nada mas acabar, el abuelo pega los extremos casi en el centro de los cuadrados y, a continuacion, corta unos circulos y los pega encima de estos para sujetarlos mejor. Acto seguido coge unos alfileres, unos de esos con la cabeza grande, hace un agujero en el centro del molinete y clava uno. Introduce la pajita en el otro lado dejando un poco de espacio entre esta y el molinete. Lo imito y monto tres molinetes mas. Pasados unos minutos ya estan listos, ?Han quedado preciosos!
La abuela, que jamas nos molesta cuando estamos en el estudio, no se ha enterado de nada. El abuelo me guina un ojo y luego abre la puerta.
– Carino, ?nos preparas un buen te? Carolina y yo lo necesitamos,…
Nos responde desde su dormitorio.