Dodo se echa a reir.
– Si, creo que sera mejor que vuelva luego.
Se aleja.
Seguro que lo hemos pensado todas, pero Alis es la primera que lo dice en voz alta.
– ?Si hasta el culo es de diez!
– ?Alis!
– ?Que? ?Que pasa?, ?he dicho algo malo? ?Acaso no es verdad?
Clod esboza una sonrisa.
– A mi me recuerda al Magnum Classic, el primero y tambien el mas rico…
Ella lo asocia todo a la comida. Alis apoya las manos en nuestros brazos.
– Escuchad. Se me acaba de ocurrir una idea superguay… ?Quereis que hagamos una competicion?
– ?Sobre que?
– ?A ver quien lo consigue antes!
– Venga ya…
– Teneis miedo, ?eh?
Alis nos mira y enarca las cejas con aire de desafio.
– Yo no tengo miedo. -Le sonrio-. No te temo en lo mas minimo.
Clod arquea a su vez las cejas.
– Es que a mi me gusta Aldo.
– ?Pero si no te hace ni punetero caso! Mira, quiza si ve que vas detras de ese en lugar de hacerte las imitaciones de siempre… ?pasa a la accion de una vez!
En pocas palabras, que nos hemos reido y hemos bromeado hasta que ha vuelto.
– ?Os habeis decidido ya, chicas?
Lo miramos fijamente, como si fueramos bobas. Y da comienzo una especie de competicion absurda durante la cual yo me siento un poco avergonzada; Alis, en cambio, es tan descarada que da miedo.
– Veamos, me apetecerian… profiteroles, ?sabes a cuales me refiero? Esos que tienen mucha nata y chocolate oscuro como… ?como tu?
– ?Alis! -le susurro.
Ella se rie y se tapa la boca.
Dodo, por su parte, no se inmuta.
– Lo siento, pero no tenemos profiteroles.
– ?Y tiramisu?
– Tampoco.
Al final, Clod y yo pedimos.
– Nosotras tomaremos un chocolate con pimienta.
En fin, que cuando por fin se aleja soltamos una carcajada y nos sentimos muy ridiculas. Pero la verguenza no tarda en pasar y, luego, me divierto como una enana y, por primera vez en mi vida, me siento transgresora. No disimulo en absoluto, al contrario, lo observo mientras prepara el chocolate con la pimienta detras del mostrador. Y de repente me siento fragil. Experimento una de esas sensaciones dificiles de entender. Cosa de un instante, el alza los ojos, nuestras miradas se cruzan y permanecen fijas la una en la otra quiza durante demasiado tiempo hasta que, al final, soy yo la que cedo y aparto la vista mientras enrojezco cohibida. Cuando vuelvo a mirarlo, el ha desaparecido.
– Alis…
– ?Si? ?Que pasa?
Me mira con gravedad, un poco preocupada.
– ?Que pasa? ?Que ocurre?
Le sonrio.
– Pues que me gusta de verdad…
– ?Menudo susto me has dado!
Me golpea en el hombro de manera que casi me hace caer de la silla.
– ?Alis!
– Bueno, pues a mi tambien me gusta un monton.
Y, de esta forma, empieza la competicion.
– Te veo muy sonriente, Caro.
– ?Si, abuela, lo estoy!
– Demasiado sonriente.
– ?Si, abuela, lo estoy!
Nos echamos a reir. Me ha pillado. Le hago compania mientras prepara la comida. Me encanta que los abuelos vivan cerca de nosotros, asi puedo ir y venir sin problemas cuando me siento sola, cuando mis padres discuten, cuando Ale incordia demasiado o cuando de repente echo de menos a Rusty. En todos esos casos, me refugio alli.
– ??Que estan haciendo mis mujeres preferidas?!
El abuelo Tom es genial. Tiene el pelo lleno de canas y lo lleva siempre despeinado. Es alto, un poco rollizo y, pese a que sus manos son grandes, tiene los dedos muy finos. Le encanta construir, crear, pintar y dibujar. Y yo siempre me echo a reir cuando lo veo.
– ?Chismorrear!
– ?En ese caso, no os movais!
Coge la camara fotografica que lleva colgando del cuello, una Yashica digital, y nos saca unas fotografias en el sofa. Yo me descalzo en un pispas, levanto las piernas y las coloco detras, posando, despues me recojo el pelo con ambas manos, hacia, arriba, sobre la cabeza.
– ?Se puede saber quien eres tu?, ?Brigitte Bardot?
– ?Quien? ?Quien demonios es esa?
Mi abuelo baja la camara de fotos.
– Los verdaderos hombres de antano no pueden olvidarla.
– ?En ese caso, si, se parece un monton a mi!
Y esbozo una sonrisa dejando a la vista un sinfin de dientes. El abuelo saca mas fotografias.
– ?Voy en seguida a imprimirlas! Tengo ganas de ver como han salido…
Exultante, con sus piernas largas y torpes, se mueve por el pequeno salon, poco le falta para tropezar con la alfombra y luego choca contra el canto de una mesita. Una cajita de plata se cae al suelo. Tom la recoge. La coloca donde estaba antes, la mueve un poco, intenta dejarla en la misma posicion en que estaba. Acto seguido sonrie por ultima vez a la abuela Luci y desaparece al fondo del pasillo. La abuela lo sigue con la mirada. No se enfada por las cosas que hace caer el abuelo. Nunca se lo recrimina. Y sus ojos reflejan alegria mientras permanecen fijos en esa direccion. Mi madre jamas ha mirado asi a mi padre. Despues se vuelve hacia mi.
– ?Que era lo que me estabas contando, Caro?
Le explico lo del sitio donde vamos siempre, Cioccolati, lo de Dodo y la competicion que hemos organizado entre las tres.
– Ten cuidado…
– ?Por que dices eso, abuela?
– Porque tal vez una de vosotras se enamore realmente y podria pasarlo mal.
– ?De eso nada, solo es un juego!
– El amor no mira a nadie a la cara.
Me encojo de hombros y sonrio. No se que responderle. En parte me gusta la frase de la abuela, pero sus palabras me han dejado una extrana sensacion.
– Mira… ?Mira lo bien que has salido! Eres la nueva B. B.
El abuelo llega con las fotografias impresas en blanco y negro. En ellas aparezco yo con el pelo recogido, riendome, mientras me dejo caer sobre el sofa, bromeando y abalanzandome sobre la abuela. En ese momento lo decido.
– ?Quiero hacer fotografia!
– Me parece muy bien… Empieza con esta.