Nos divertimos sopesando la posibilidad de dar un paseo en gondola.

– Si, finjamos que somos una pareja de tres… Aunque seguro que cuesta una pasta.

– Bueno, intentemoslo de todas formas.

Filo es asi. Tiene la cara muy dura. Va a hablar con uno de los gondoleros, un tipo simpatico con un bigote muy poblado y cuatro pelos rubios. Gibbo y yo lo contemplamos desde lejos. No hay nada que hacer, el gondolero sacude la cabeza. Filo vuelve a nuestro lado.

– ?Y bien?

– ?Pide doscientos cincuenta euros!

– ?Que? ?Eso sera por vender la gondola! Si es que alguien la quiere.

Me echo a reir.

– ?Yo ni siquiera sabria llevarla!

– Esperad un momento -decido-. ?De cuanto dinero disponemos?

– Yo tengo veinte.

– Yo treinta.

– Yo cincuenta.

Gibbo hace la suma en un abrir y cerrar de ojos.

– Tenemos cien euros en total.

– Ya… Pero si luego necesitamos algo, si tenemos hambre o si pasa algo…

Los dos se llevan la mano al paquete al mismo tiempo.

– Por mucho que querais espantar la mala suerte, tenernos que pensar en todo…

Decido probar en cualquier caso, de manera que me dirijo al gondolero.

– Buenas,… Tal vez le parezca raro lo que voy a decirle, pero resulta que hoy es mi cumpleanos y mis dos amigos me han dado una sorpresa y me han traido hasta Venecia. Solo que ese de ahi…

Y le cuento una historia que ni siquiera yo se como se me ocurre. Sea como sea, resulta tan creible que logro conmover al gondolero.

– Esta bien… De acuerdo.

Vuelvo toda contenta al lado de Gibbo y de Filo.

– Nos dara una vuelta mas corta, pero ?sabeis cuanto nos costara?

– Desembucha.

– ?Cuarenta euros!

– ?Como lo has conseguido?

– Bueno, de alguna manera el merito es tuyo, Gibbo.

– ?Por que?

– Venga, vamos y luego te lo explico.

– Hola… -El gondolero nos ayuda a subir. El ultimo en hacerlo es Gibbo-. Hola…

Lo saluda casi con pesar, de manera que Gibbo nota que pasa algo raro y se acerca a nosotros. Los tres nos sentamos sobre el comodo banco tapizado con una extrana tela peluda. Gibbo se asegura de que el gondolero no nos mira y luego me pregunta:

– Pero ?que le has dicho?

– ?Por que?

– ?Me ha recibido como si se tratase de mi ultimo paseo en gondola!

– De hecho, es asi.

– Venga ya, dejate de bromas.

– Nada. Le he dicho tan solo que tus padres te acaban de dar la noticia de que se van a separar.

– Bueno, podria ser…, se pasan la vida discutiendo.

– Y que tu iras a parar a una especie de internado.

– ?Ah, si? Espero que, al menos, hayas elegido un buen sitio.

– ?Y que mas da?, si, de todas formas, no iras.

– ?Y eso por que?

– Porque te has escapado.

– ?Y mis padres no me buscan?

– No, les importa un comino. Ademas, tu padre se ha enterado de que no es tu verdadero padre.

– ?Lo que faltaba!

Filo se echa a reir.

– ?Con un desgraciado semejante a bordo, deberia darnos la vuelta gratis!

Pasamos por debajo de los pequenos puentes que unen las calles de Venecia. El gondolero se llama Marino, es amable y tiene una bonita sonrisa bajo el bigote. No se por que, pero tengo la impresion de que es una buena persona, y no tarda en demostrarmelo.

Cuando bajamos de la gondola, Gibbo, que se ocupa del fondo comunitario, le paga. En ese momento, Marino me llama y hace un aparte conmigo,

– Carolina, la historia de ese chico era muy triste… Tan triste que al final… no crei ni una palabra.

Nos miramos a los ojos y el suelta una carcajada.

– Diviertete, vamos -anade luego con acento veneciano-: Quien no la hace en carnaval la hace durante la cuaresma.

En la practica, eso quiere decir: «Quien no hace las locuras de juventud las hace despues durante la vejez.» Muy simpatico, si, si bien no acabo de estar del todo de acuerdo con lo que dice… ?Por que una cosa debe excluir a la otra? ?Yo quiero seguir haciendo locuras cuando sea abuela! Y con el proposito de no dejar de hacer locuras en el futuro, doy alcance a Gibbo. Oigo que esta leyendo la guia que ha comprado por doce euros. Filo lo escucha y le hace preguntas a su manera, o sea, en parte estupidas y en parte no. Yo camino detras de ellos; como ha dicho Marino, para mi es a la vez carnaval y cuaresma. Me siento mayor paseando por Venecia, y estoy segura de que esta sera una de esas cosas que un dia, de pronto, no importa cuanto tiempo haya pasado, recordare con todo detalle. Y espero que entonces Filo y Gibbo sigan estando presentes en mi vida, y que todo sea como ahora, que no cambie nada, ni siquiera una coma. No obstante, mientras lo pienso me invade cierta tristeza. Sin saber muy bien por que. Quiza porque, en el fondo, se que no podra ser asi.

Gibbo se vuelve hacia mi

– Eh, se me ha ocurrido una idea…

Entonces me mira y se percata de que algo no va bien.

– ?Que te ocurre, Caro?

– Nada, ?por que?

– No se, tenias una cara…

– Te equivocas… Venga, ?que era lo que querias decirme? ?Se te ha ocurrido una idea? – Vuelvo a sonreir y hago corno si nada; Gibbo es un cielo porque o bien se lo traga, y eso quiere decir que me estoy convirtiendo de verdad en una consumada actriz, o se hace el sueco y cambia de tema.

– Mirad. Leo, ?eh?… -Senala la guia-. En losbacari a esta hora se toma la «sombra». Se trata de un aperitivo con bacalao, aceitunas, pescaditos y croquetas… Ademas de muchas otras cosas ricas. ?Os apetece ir?

Poco despues nos encontramos sentados en unos taburetes altos de madera con unas pequenas mesas delante abarrotadas de comida deliciosa, para chuparse los dedos. Bacalao desmenuzado con leche, sardinas marinadas, almejas, caracolas de mar, chipirones apenas hervidos, y «nervios», que son pedacitos de ternera con vinagre y aceite. La verdad es que estos ultimos no me gustan mucho porque estan algo duros, ?pero el resto esta riquisimo! Y asi…, me olvido de la dieta. Por otra parte, esto solo se hace una vez cada catorce anos, ?no? Luego descubrimos que el nombre de «sombra» se debe al hecho de que justo a esa hora el sol se pone y, por tanto, se bebe… una sombra. De manera que nos tomamos elspritz.

– Debe de llevar un poco de biter o alguna clase de aperitivo, agua mineral y vino blanco. Es ligero…

Gibbo y su guia, de la que no se separa bajo ningun concepto.

Solo que el talspritz no es tan ligero como dice y, al final, un poco aturdidos, mejor dicho, practicamente borrachos, llegamos sin saber muy bien como a Mestre, la localidad donde se celebra el concierto de Biagio. ?Que hombre!

Empieza cantandoSappi amare mio, despues Le cose che hai amato di

Вы читаете Carolina se enamora
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату