realidad tu mundo. Intrusa. Usurpadora. Estafadora».

– ?Ahora si es mi mundo! -grite, antes de estallar en lagrimas.

Mi voz atraveso la noche con fuerza, y resono de manera inquietante por las columnas, como una campanada, lo cual me sobresalto. Aquella reaccion inesperada hizo que me echara a reir mi propia estupidez. Mientras me secaba las lagrimas de los ojos y respiraba profundamente, observe que la luna, casi llena, se abria paso a traves de la niebla y de las nubes. Sonrei de placer al ver aquella belleza eterea.

– No me importa no haber nacido en este mundo. Me encanta. Aqui es donde quiero estar, este es mi sitio.

Y por supuesto, era cierto. Rhiannon, Amada de Epona, la antigua diosa celta de los caballos, me habia arrancado de la America del siglo xxi, de Oklahoma, para ser mas exactos, donde yo vivia contenta como Shannon Parker, una profesora de instituto increiblemente atractiva, inteligente y arruinada. Rhiannon habia conseguido intercambiar nuestras vidas con un encantamiento magico. Casi seis meses antes, yo habia despertado de lo que pensaba un espantoso accidente de coche, y me habia encontrado en Partholon, un mundo paralelo en el que existian la mitologia y la magia. Para aumentar mi confusion inicial, algunas de las personas de Partholon eran reflejos de personas de mi antiguo mundo. En otras palabras, la gente me parecia familiar, hablaban y se comportaban de una manera familiar, pero en realidad no eran quienes parecian. Ahi entraba el monumento a MacCallan, mi padre no padre.

Por un instante, senti una oleada de tristeza, no solo porque mi amado padre estuviera en otro mundo, sino porque su reflejo en este, El MacCallan, el padre de Rhiannon, hubiera sido brutalmente asesinado no mucho despues de mi llegada. El poder de mi diosa me habia permitido presenciar su muerte para que yo pudiera advertir a este mundo de la invasion del mal. Mi mente me decia que el hombre cuya muerte yo habia presenciado no era en realidad mi padre, pero el corazon me susurraba otra cosa. El MacCallan habia sido un guerrero y un gran lider. Mi padre tambien era un lider de hombres, principalmente hombres jovenes. Su campo de batalla era el campo de futbol. Yo no podia evitar establecer un vinculo con el hombre muerto que tanto se parecia a mi padre.

– Algunas veces es muy desconcertante -dije mientras me levantaba y le daba una palmadita a la urna.

Aquella no era la tumba de El MacCallan. El yacia con sus hombres en las ruinas calcinadas del Castillo de MacCallan. Yo habia sentido la necesidad de erigir aquel monumento en su memoria, para mostrarle el respeto que hubiera mostrado a la memoria de Richard Parker.

Habia aprendido muchas cosas sobre Rhiannon que me mortificaban y me avergonzaban, pero el amor que sentia por su padre no era una de ellas. Ahora disfrutaba del estatus de lady Rhiannon, Suma Sacerdotisa de Partholon, Amada de Epona y Encarnacion de la Diosa. Y suponia que ella estaba disfrutando del hecho de ser una profesora de instituto publico mal pagada en Oklahoma.

Al pensarlo me eche a reir, mientras caminaba de vuelta al Templo de Epona.

– Si -susurre con sarcasmo-. Quedo patente lo mucho que esta disfrutando de su cambio de estatus cuando intento intercambiar de nuevo su lugar conmigo hace unos pocos meses.

Al recordar aquello se me borro la sonrisa de los labios. Aunque yo no hubiera nacido en aquel mundo habia forjado vinculos muy fuertes en el. Partholon se habia convertido en mi hogar; aquella gente era mi gente, y Epona era mi diosa. Cerre los ojos y le envie una plegaria. «Epona, por favor, ayudame a quedarme».

Se me encogio el estomago y tuve que tragar saliva. Quiza fuera eso lo que me estaba ocurriendo. Quiza Rhiannon hubiera retomado sus viejos trucos y estuviera intentando llevarme de vuelta a Oklahoma, para que pudiera volver a Partholon, y aquella sensacion inquietante era una advertencia que me hacia Epona para que yo mantuviera los ojos abiertos. Solo el hecho de pensar en perder Partholon, a mi marido, y la gente a la que habia llegado a querer alli, fue suficiente para provocarme otra oleada de nauseas. Estaba harta de sentirme asi. Me estremeci de nuevo al notar un soplo de brisa fria en las mejillas, y me envolvi bien en la capa. Pense en aquella oscuridad extrana y el movimiento que no podia dejar de imaginar. Parecia que habia comenzado a tener alucinaciones.

Estupendo; mi marido se ausentaba por espacio de un mes, se iba para asegurarse de que las tierras se estaban recuperando de la batalla, y yo me volvia completamente loca.

Ergui los hombros y me repeti que Rhiannon estaba en Oklahoma. Yo estaba aqui, en Partholon, y asi era como iban a continuar las cosas. Tendria que prestar atencion a las situaciones extranas, eso era todo. Y en cuanto a la sensacion que tenia en el estomago… bueno… seguramente solo era una gripe, combinada con un caso grave de tristeza por la ausencia de mi flamante marido. De todos modos, el iba a llegar a casa cualquier dia de estos.

Al menos, eso fue lo que me dije mientras hacia caso omiso de las sombras nocturnas. Me dirigi hacia las luces del templo, silbando una cancion alegre. Bien alto.

Capitulo 2

Por desgracia, al dia siguiente no me sentia mejor.

– ?Oh, que asco! -exclame, y escupi y un pedazo de fresa cubierta de chocolate en la mano-. Esta mala.

Olfatee con desconfianza lo que tenia en la palma de la mano. Parecia un pedazo de carne cruda. Mire a mi amiga Alanna. Ella conocia a todos y lo sabia todo de Partholon, lo cual me ayudaba a parecer menos un bicho raro y mas la Encarnacion de una Diosa de verdad.

– Creo que esta podrida.

Despues de pasar otra noche en vela, lo que menos necesitaba era un episodio de envenenamiento para mi estomago enfermo.

Alanna eligio una fresa diferente de la bandeja, la olisqueo y despues la mordio cuidadosamente.

– Mmm… -murmuro. Se relamio los labios y me miro con satisfaccion-. Debe de ser solo esa. Esta otra sabe muy bien -dijo, y se metio el resto de la fruta en la boca.

– Era de esperar -proteste yo-. La que yo he elegido es la unica podrida de toda la bandeja.

Mire por la bandeja hasta que encontre una fresa especialmente bonita, y la mordi.

– ?Puaj! -el pedazo de fruta se unio a lo que yo ya tenia en la mano-. ?Ya esta bien, esto es ridiculo! Esta tambien es repugnante -afirme, y le ofreci la parte que no habia mordido a Alanna-. Por favor, pruebala y dime que no estoy loca.

Alanna, que era una buena amiga y, casualmente, la persona que estaba a cargo de organizar la inminente fiesta de celebracion, tomo la fresa, la olisqueo tambien y le dio un mordisquito en un lado. Yo espere a que su expresion cambiara y a que ella escupiera la fresa.

Y espere.

Y espere.

Trago y me miro con sus enormes ojos.

– No me digas que sabe bien.

– Rhea, sabe bien.

Me devolvio la fresa. Yo me estremeci.

– Eh, no, quedatela.

– Es evidente que todavia no estas bien -me dijo Alanna, con una mirada de preocupacion-. Me alegro de que Carolan vuelva con ClanFintan esta noche. Este malestar de estomago tuyo ya esta durando demasiado.

Si, yo estaba deseando que nuestro medico me explorara, sin penicilina, sin analisis de sangre, sin rayos equis, etcetera. Por supuesto, no podia compartir mis temores con Alanna, no solo porque Carolan fuera el doctor jefe de aquel mundo, sino tambien porque era su marido.

Una pequena ninfa sirvienta se acerco a mi.

– Mi senora… -dijo, e hizo una reverencia adorable-. Permitidme que os limpie la mano.

– Gracias -dije, y tome el pano humedo que me ofrecia-, pero creo que puedo limpiarme yo misma.

Antes de que pudiera lanzarme una mirada que dijera que yo habia aplastado su pequeno ego, anadi:

– Te agradeceria mucho que me trajeras algo de beber, por favor.

– ?Oh, si, mi senora! -respondio la muchacha, con una sonrisa de placer.

– Trae una copa para Alanna tambien -le grite cuando, literalmente, atraveso corriendo la habitacion para

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