esto tambien te levantaria el animo.
Las llamas de las velas arrancaron destellos de los pendientes.
– Estoy segura de que no son baratos -dije mientras me los ponia.
– Claro que no. Son caros -respondio ella-. La Elegida de Epona solo tiene lo mejor.
Me entrego una fina corona de oro, decorada con una piedra de ambar pulido muy antigua, y yo me la coloque en la frente. Se me ajusto comodamente, como si la hubieran hecho para mi, como si yo hubiera nacido en aquella posicion y ya hubiera sido elegida por una diosa que me habia concedido favores especiales, y tambien responsabilidades. No era de extranar que hubiera llegado a amar aquel mundo. Mi marido estaba alli, mis amigos estaban alli, y alli habia gente que dependia de mi, y ademas, el trabajo como Encarnacion de la Diosa estaba mucho mejor pagado que el de profesora de instituto publico de Oklahoma. Estoy segura de que la verdadera Rhiannon ya lo ha averiguado.
– Estas maravillosa -dijo Alanna-. Palida, pero maravillosa.
– Gracias, mama -respondi, y le hice un poco de burla.
En aquel momento la ninfa Noreen llamo a la puerta del bano y nos aviso de que los guerreros habian llegado a la colina oeste. Alanna me ayudo a colocarme la capa de armino, se envolvio en una capa similar, y las dos nos pusimos en camino. Yo tenia el corazon acelerado de impaciencia. Rapidamente, recorrimos mi pasillo privado, que conducia al patio principal interior del templo de Epona. Uno de mis guerreros abrio la puerta, y salimos al patio, que estaba abarrotado de gente.
– ?Ave, Epona!
– ?Bendita seais, lady Rhiannon!
– ?Bendita sea la Elegida de Epona!
Yo sonrei y salude alegremente a todas las doncellas y los guardias que me abrieron paso a traves del patio, hacia la fuente del caballo, llena de agua mineral, y hacia la muralla de marmol que rodeaba al tempLo. A la salida de la puerta principal habia otra multitud de gente que se habia reunido para dar la bienvenida a los guerreros.
El Templo de Epona estaba erigido sobre una meseta, y la entrada al templo estaba orientada hacia el oeste. Yo alce la vista y senti que mi corazon daba un salto en respuesta a aquella magnifica panoramica. El sol de poniente habia tenido el cielo de violetas y rosas, que se convertian en azul zafiro intenso cerca del horizonte. Contra aquel asombroso fondo se recortaba la silueta de los guerreros. El ejercito se movia como uno solo, como una marea liquida de fuerza y elegancia. Los abalorios de los chalecos de cuero de los centauros brillaban con el movimiento de sus largas zancadas. Las bridas de los caballos de los humanos lanzaban dardos brillantes de color bajo la luz debil del anochecer. Galopaban en perfecta formacion, y el estandarte de Partholon, una yegua plateada encabritada con un fondo purpura, restallaba y se ondulaba sobre ellos.
Cuando llegaron a la zona que rodeaba el Templo de Epona, el ejercito ejecuto una maniobra de flanqueo. Se separaron en dos columnas y rodearon a la muchedumbre de espectadores, que los esperaba con impaciencia entre vitores de bienvenida.
Ante mis ojos, mi marido centauro rompio filas y cabalgo rapidamente hacia mi. Yo me aparte de la cabeza los pensamientos tristes de aquel dia y contuve una oleada de nauseas. Ergui los hombros para parecer una diosa de verdad y di un paso adelante, hacia mi marido. Mientras el se acercaba, los vitores se convirtieron en un silencio expectante.
ClanFintan llego a mi lado rapidamente, pero me parecio que el tiempo quedaba suspendido mientras mis ojos se llenaban con su vision. Se movia con la elegancia y la fuerza unicas de su especie, los centauros. Eran, quiza, las criaturas mas exquisitas que yo habia visto en la vida. Y mi marido era un principe entre ellos. Era muy alto. Su torso humano superaba con mucho mi metro setenta de estatura. Tenia el pelo oscuro y liso, como el de los conquistadores espanoles, y lo llevaba recogido en una coleta gruesa de la cual escapaban unos cuantos mechones que jugueteaban alrededor de su rostro bien definido. Al verlo despues de meses de ausencia, con ojos nuevos, me asombre de lo mucho que me recordaba a Cary Grant, con sus pomulos marcados y una hendidura profunda y romantica en la barbilla.
Pasee los ojos por su cuerpo, y en mis labios se dibujo una sonrisa de satisfaccion al ver su torso musculoso, que el chaleco tradicional de los centauros dejaba medio descubierto. Como yo ya sabia, la temperatura corporal de los centauros era varios grados mas alta que la de los humanos. Obviamente, el aire frio no iba a molestarle. Y, no por primera vez, admire su cuerpo.
De la cintura humana para abajo, su cuerpo era el de un semental musculoso. Tenia un pelaje castano brillante. Aquel color intenso se convertia en negro en las patas y en la cola. A cada paso, sus musculos se ondulaban y se tensaban. Cuando se acerco, me parecio muy poderoso y, de repente, muy ajeno.
Se detuvo frente a mi y me empequenecio con su presencia fisica. Yo tuve que contenerme para no dar un paso nervioso hacia atras. Mis ojos se elevaron rapidamente desde su cuerpo hasta su mirada.
ClanFintan tenia los ojos grandes y un poco rasgados, casi asiaticos. Eran del color de una noche sin estrellas, tan negros que no se le distinguian las pupilas. Me vi atrapada en aquella oscuridad, y la nausea que habia tenido antes volvio a despertarseme en la garganta.
De repente, recorde cual habia sido mi primera reaccion al saber que tenia que mantener relaciones intimas con aquel ser asombroso. Me habia sentido muy inquieta, incluso despues de saber que el podia adoptar la forma humana a voluntad.
Entonces, ClanFintan sonrio, y las arrugas de sus ojos formaron un dibujo familiar. Me tomo la mano, le dio la vuelta y se la llevo a la boca para besarmela suavemente. Mientras sus labios todavia tocaban mi piel, me miro a los ojos y, juguetonamente, me mordio la parte carnosa de la palma con delicadeza.
– Ave, Amada de Epona -me dijo con una voz profunda y grave que se extendio entre la multitud-. Tus guerreros y tu esposo han regresado.
Aquellas palabras fueron como un balsamo, y su tono me reconforto por su afecto evidente. Pestanee una vez, y mi inquietud se disipo. Aquel no era un extrano gigante. Era mi marido, mi amante, mi companero.
– Bienvenido a casa, ClanFintan -dije. Como buena profesora, eleve la voz para que todo el mundo pudiera oirme-. Sumo Chaman, guerrero y esposo -dije, y me acerque al calor de su abrazo, vagamente consciente de que la multitud prorrumpia en vitores otra vez.
– Te he echado de menos, amor mio -me dijo, y su voz resono por todo mi cuerpo cuando se inclino para capturar mis labios.
El beso fue breve y fuerte. Antes de que pudiera devolverselo con el entusiasmo que hubiera querido, el me agarro por la cintura y me sento en su lomo. Entonces, todo el mundo comenzo a moverse a nuestro alrededor, las familias y los amigos saludando a los guerreros que llegaban. Todos entramos al patio central del Templo de Epona. Por el rabillo del ojo atisbe un pelo rubio platino, y volvi la cabeza justo a tiempo para ver a mi amiga Victoria aceptando el saludo sobrio de Dougal. Se quedaron el uno junto al otro, pero sin tocarse, dejando que la gente se moviera a su alrededor. A un desconocido le pareceria que el rostro de belleza clasica de Victoria estaba sereno e imperterrito ante la presencia de Dougal. Sin embargo, yo habia llegado a conocerla tanto como para saber que estaba ocultando sus emociones, porque como Jefa de la Cazadoras y abastecedora de su gente, aquello era lo adecuado. Sin embargo, no podia ocultar las emociones que transmitian sus ojos, y en aquel momento ardian con un deseo que ojala Dougal pudiera leer tan bien como yo.
ClanFintan siguio avanzando con la multitud, y Victoria y Dougal desaparecieron de mi vista. Con un suspiro, apoye una mano ligeramente en el hombro de mi marido, mientras saludaba a los guerreros a los que reconocia a nuestro alrededor. Me concentre en ser una diosa cordial. Eso, al menos, era algo familiar. Me habia acostumbrado a representar a la diosa benevolente.
«No estas representando a nadie, Amada».
Aquellas palabras resonaron en mi mente, y yo me sobresalte como si hubiera recibido una descarga electrica. ClanFintan me miro alarmado, y yo le aprete el hombro para tranquilizarlo. Sin duda, mi cuerpo le estaba transmitiendo al suyo su tension.
Hacia meses que Epona no hablaba conmigo, pero yo reconoci la voz de la diosa como si fuera la mia.
Entramos al patio, y ClanFintan se detuvo y se volvio para que quedaramos frente a la gente. Me miro brevemente y cubrio mi mano con la suya.
Yo carraspee, intentando concentrarme.
– Eh… yo…
Todos quedaron en silencio mientras yo los miraba, y durante un instante, tuve la sensacion de que veia algo