las cosas del bebe.
– Rhea, tambien tenemos que preparar la fiesta de la boda de la unica hija de la Elegida de Epona -respondio ella pacientemente. Despues me sonrio y salio apresuradamente de mi jardin.
– Amor mio, creo que lo mejor seria que nos reunieramos con Myrna y con Grant en el Gran Salon. El compromiso de nuestra hija deberia anunciarse con solemnidad y con alegria si realmente vamos a darle nuestra bendicion.
Yo suspire.
– Ya lo se.
– Rhea, ?de veras te ha afectado tanto la decision de Myrna? Tu y yo ya habiamos hablado del hecho de que no parecia que tener deseos de convertirse en la Elegida de Epona.
– Tienes razon. En realidad, no puedo decir que me haya sorprendido. Solo me pregunto… -me interrumpi, porque me sentia terriblemente desleal hacia mi hija.
– Te preguntas por la hija de Rhiannon.
– No es que quisiera que Myrna fuera distinta, de verdad -dije rapidamente-. La adoro. Siempre ha sido una hija maravillosa. Sin embargo, no puedo evitar preguntarme si Morrigan es como Myrna. Epona acaba de decirme que le ha concedido dones a Myrna, pero que esos dones naceran con su hija. Entonces, ?Morrigan tambien tiene esos dones de la diosa latentes, o son mas tangibles en ella? ?Y que pasa si los tiene, pero como esta en Oklahoma es tan desgraciada como Myrna seria si la obligaramos a ponerse al servicio de Epona contra su voluntad?
– Morrigan esta en manos de Epona. Tienes que confiar en que tu diosa y tu padre la van a cuidar.
– Confio en Epona y en mi padre, pero ojala pudiera visitarlo durante el Sueno Magico para poder ver lo que esta pasando con Morrigan.
Mi espiritu solo habia vuelto a Oklahoma media docena de veces durante los dieciocho anos anteriores, y en aquellas ocasiones solo habia permanecido alli brevemente, lo suficiente para decirle a mi padre que Myrna y yo estabamos bien. Durante aquellas visitas, solo habia visto tres veces a Morrigan, y una de ellas, el dia en que nacio. Siempre me habia asombrado lo mucho que se parecia a mi hija. Sabia que aquel parecido era el unico motivo por el que yo me sentia tan unida a ella. ?Como no iba a preocuparme por ella? Ademas, yo era consciente, aunque ClanFintan y yo nunca hubieramos hablado sobre ello, de que Morrigan podria haber sido hija mia. Tal vez, deberia haber sido mia. De haberme quedado en Oklahoma, me habria casado con Clint Freeman, y sin duda, habriamos tenido hijos.
– Rhea, sabes que despues de la ultima vez que Epona te permitio viajar a tu antiguo mundo durante el Sueno Magico, estuviste enferma varios dias.
Suspire.
– Si, lo se. La diosa me dijo que viajar hasta alli es peligroso para mi. Esta demasiado lejos como para separar mi alma y mi cuerpo, sobre todo ahora que voy envejeciendo. Se supone que tengo que conformarme sabiendo que Epona le envia a mi padre visiones para que el no se sienta completamente separado de mi.
ClanFintan sonrio.
– Ojala pudiera tu padre cruzar la Division y venir a Partholon. Durante todos estos anos he echado de menos a su reflejo de este mundo, El MacCallan. Tenerlo aqui seria como tener a El MacCallan de vuelta entre nosotros.
– Mi padre y tu os llevariais muy bien, si tu fueras capaz de soportar todas las preguntas que, con toda seguridad, te haria sobre la anatomia de los centauros.
El se echo a reir.
– Se me olvidaba que en tu antiguo mundo los centauros solo somos un mito.
– Bueno, mi padre no te permitiria que lo olvidaras. Pero yo tambien quisiera que pudiera venir.
– Tal vez haya un modo de…
– ?No! El cambio de mundos requiere un sacrificio humano. Por mucho que nos anoremos el uno al otro, se que mi padre no querria que nadie muriera para poder venir conmigo aqui. Ademas… tendrian que ser dos sacrificios, puesto que el no vendria sin mama Parker. No, en realidad tendrian que ser tres, porque Morrigan no podria quedarse alli sola… No. Mi padre tendra que quedarse en Oklahoma.
– Y tu te quedaras en Partholon.
ClanFintan no lo dijo como una pregunta, pero yo vi en sus ojos que el necesitaba que se lo dijera.
– Yo me quedare en Partholon, contigo, para siempre -dije.
Me puse en pie y le rodee la cintura con los brazos.
El se inclino y me beso. Yo le sonrei con coqueteria.
– Eres muy sexy para ser abuelo.
El se quedo un poco asombrado.
– Vamos a tener una nieta. Es algo raro, aunque maravilloso, el hacerse viejo.
– Si -dije, y despues anadi-: Si he contado bien los meses, seremos abuelos a principios de otono.
– Me parece que el otono es un momento magnifico para el nacimiento de un nino -dijo el con firmeza.
– Si… -respondi yo.
Sin embargo, mi mente ya estaba divagando. El otono era el momento del ano en que la vida, y Partholon en general, se preparaba para el invierno. Normalmente, era la primavera la que se asociaba con los bebes y los comienzos. El otono era la estacion de los finales; la muerte de las hojas de los arboles, la ultima cosecha de los frutos del verano, la preparacion para los dias mas cortos y mas oscuros que se avecinaban. Frunci el ceno y apoye la mejilla en el pecho de mi marido, preocupandome por un complejo simbolismo como solo podria preocuparse una ex profesora de literatura y lengua inglesa.
Epona, que normalmente me respondia y me decia lo tontas que eran mis imaginaciones, permanecio extranamente callada.
Capitulo 7
Oklahoma
Morrigan llevaba conduciendo mas de una hora cuando se dio cuenta de adonde iba. Miro el reloj del salpicadero. Eran mas de las diez. Cuando llegara a las cuevas habrian pasado las doce.
– Me alegro -dijo en voz alta-. No quiero tener publico para lo que voy a hacer.
?Y que iba a hacer?
En realidad, esa parte todavia no la habia pensado bien. Solo sabia que tenia que alejarse de sus abuelos, que en realidad no eran. Habia alguien en Partholon que tenia de verdad una madre y un padre, y unos abuelos. Sus propios abuelos. Aunque en realidad tampoco eran de Morrigan.
Todo aquello le producia un dolor de cabeza tan grande como el de su corazon y su estomago.
– Pero entonces, ?que voy a hacer cuando llegue a la cueva? -se pregunto.
«Acepta tu destino…».
– No -dijo con firmeza-. No, no quiero oir nada que tu tengas que decirme al respecto.
Encendio la radio, para que su sonido amortiguara los susurros que pudieran aparecer en su mente. Morrigan necesitaba pensar con la cabeza clara, sin influencias de nadie en quien no pudiera confiar. Si a lo que se referia aquella voz con lo de que aceptara su destino era a que intentara averiguar exactamente que poderes tenia y quien era de verdad, Morrigan suponia que eso era lo que estaba a punto de hacer.
Miro con un sentimiento de culpabilidad su telefono movil. Lo habia apagado en cuanto habia subido al coche. Sus abuelos estarian preocupados por ella, y ella odiaba causarles dolor. La querian, y ella lo sabia. Morrigan no dudaba de sus abuelos. Ya lamentaba las cosas tan duras que les habia dicho. No se habia enfadado con ellos, porque sabia que no era culpa suya que ella no fuera hija de Shannon. Incluso entendia el motivo por el que no se lo habian dicho. ?Como iban a explicarle a una nina de diez, o de quince anos, que en realidad era la hija de una sacerdotisa de otro mundo que se habia vuelto malvada, que despues habia renunciado al mal, y habia muerto? Ya era lo suficientemente dificil de entender para ella, que supuestamente era una muchacha madura de dieciocho anos.
Asi que aquel era el verdadero motivo por el que volvia a la cueva. Queria descubrir la verdad sobre su