Morrigan noto que le ardian las mejillas. Nadie, aparte de sus abuelos, sabia que tenia unas habilidades tan extranas. Nadie. Abrio la boca para ofrecer alguna excusa… cualquier cosa…

«?Deja de negar lo que eres!».

Morrigan se sobresalto. Aquellas palabras resonaron en el aire, a su alrededor. Morrigan sintio su ira, y entonces se dio cuenta de que tambien ella estaba enfadada. ?Por que debia excusarse? Alzo la barbilla y dijo:

– Yo he hecho esto. Yo he hecho que brillaran los cristales. Soy la hija de una sacerdotisa.

Kyle agito la cabeza.

– Debo de estar durmiendo todavia. Esto tiene que ser un sueno.

La antigua Morrigan le hubiera dado la razon y habria salido corriendo, pero ella ya no era esa Morrigan, y estaba decidida a no volver a serlo.

– Date un pellizco para comprobar que no estas sonando. Yo he sido quien ha hecho esto -repitio-. Hoy, cuando he visitado la cueva, he sabido que tenia un vinculo con los cristales -dijo, y acaricio la piedra de selenita con carino. La piedra respondio con un fogonazo de luz que asombro todavia mas a Kyle. Morrigan lo miro al oir su jadeo-. He vuelto porque tenia que aceptar mi destino.

– ?Dios mio! ?Eres tu, Morrigan! -dijo Kyle, que acababa de reconocerla en aquel momento.

– Si, soy yo.

Morrigan penso que estaba empezando a disfrutar de su reaccion de absoluto desconcierto. No parecia que estuviera horrorizado, solo pasmado. Entonces, recordo que pocas horas antes habia flirteado con ella, y en aquel momento, apenas la reconocia.

– Entonces, ?normalmente coqueteas con una chica y despues se te olvida como es? ?O solo conmigo?

El se paso la mano por la frente.

– Claro que me acuerdo de ti. Pero estas distinta.

Morrigan solto un resoplido de incredulidad.

– ?Diferente? Si, claro. Eso suena a excusa mala de adolescente -dijo, porque de repente, se sentia muy madura y superior.

– No es una excusa -respondio el-. Estas muy distinta. Te brilla la piel, y tus ojos son como dos topacios que tienen luz interior. Y tu pelo… -dijo, y se acerco a ella. Entonces le tomo un mechon de pelo del hombro, y ella se quedo asombrada-. Tu pelo es como el resto de tu cuerpo… de una belleza magica.

Entonces, el le agarro suavemente el brazo e hizo que lo levantara para que ella pudiera mirarselo.

Tenia razon. Morrigan se dio cuenta de que le brillaba la piel. Se miro ambas manos y se dio cuenta de que aquel brillo era el mismo que el de la selenita.

– ?Como es posible? -pregunto Kyle en voz baja.

Ella respondio automaticamente, sin mirarlo.

– Soy la hija de una suma sacerdotisa que fue elegida por la diosa Epona.

Morrigan sabia que habia mas cosas en la historia de su madre, pero decir aquello hacia que se sintiera muy bien. Mas que bien, se sentia maravillosamente. A su alrededor, oyo una risa, pero no era una risa burlona ni malvada, sino una risa dulce y melodica que estaba hecha de pura felicidad. Era su madre. ?Tenia que ser su madre! Continuo hablando en un tono maravillado:

– Tengo dones divinos porque llevo la sangre de generaciones de sacerdotisas en mi interior.

No estaba segura del motivo, pero sabia que estaba diciendo la verdad.

– Eres la cosa mas bonita que he visto en mi vida.

Morrigan aparto los ojos de su propia piel brillante y se quedo sobrecogida ante la mirada de pura pasion de Kyle.

– Eres una diosa -susurro el.

Ella abrio la boca para corregirlo, para decirle que no era una diosa, sino la hija de la sacerdotisa de una diosa. Sin embargo, antes de que pudiera hablar ocurrieron dos cosas a la vez. El viento comenzo a soplar a su alrededor, llevandole unos susurros seductores que repetian las palabras de Kyle como un eco.

«Si… eres una diosa… eres la belleza…».

Al mismo tiempo, Morrigan no podia dejar de mirar a Kyle. Sus ojos estaban llenos de adoracion. Era tan guapo, tan deseable, tan sexy…

«Si… eres una diosa… toma el placer de donde quieras…».

A Morrigan se le acelero el pulso. El poder de los cristales todavia le vibraba por la sangre, ardiente, dulce y espeso, y descendia para causarle una rafaga de calor entre las piernas. De repente, deseaba a Kyle con una fuerza para la que su escasa experiencia con el sexo no la habia preparado.

Kyle se acerco a ella, atraido por la llama abierta de su magnetismo.

– Eres increible. Tan sexy… Quiero acariciarte…

– Entonces, acariciame -susurro Morrigan.

El, sin titubear, le rozo la mejilla. Despues movio la mano hacia abajo y le acaricio la suavidad de la curva del cuello.

Morrigan se echo a temblar. No por los nervios de una virgen, sino por la rafaga liquida de sensaciones que fluia desde las yemas de los dedos de Kyle hacia todo su cuerpo.

– Mas -susurro ella.

Con un gemido, Kyle la tomo entre sus brazos y la beso. Ella recibio su lengua en la boca, y se hundio en su calor, y se bebio sus gemidos de deseo. Ella le rodeo los hombros con los brazos. Nunca habia sentido nada parecido, tan fuerte y poderoso. Succiono sus labios y se estrecho contra el, frotando el cuerpo contra su dureza masculina.

– ?Dios mio! Esto es como un sueno increible -jadeo Kyle contra sus labios. Entonces la agarro por el trasero y la cino todavia mas a el.

Morrigan se sentia horrorizada por su comportamiento, pero no podia parar. No queria parar. Su piel brillante ardia de calor, de necesidad, de lujuria. Estaba ahita de poder. ?Era una diosa!

– Morrigan Christine Parker, ?que demonios esta pasando aqui?

La voz del abuelo fue como un jarro de agua fria. Ella se aparto de Kyle de un salto y balbuceo:

– ?Abuelo!

Con la cara roja, y la cabeza dandole vueltas, vio a su abuelo por encima del hombro de Kyle. Parecia un cruce entre oso pardo y pez globo furioso y gigante. Llevaba un abrigo de caza viejo y tenia entre las manos la enorme linterna del establo. Y, ?oh, no! La abuela estaba a su lado. Los dos estaban mirando a Kyle con severidad.

– Jovencito, ?quien es usted y por que tiene las manos encima de mi nieta?

Morrigan estuvo a punto de echarse a reir. Tipico del abuelo. Ignoro el hecho de que los cristales estuvieran encendidos a su alrededor, por el unico poder de la magia, y el hecho de que ella se hubiera escapado y de que seguramente el estaba muy preocupado. Y por supuesto, obvio el hecho de que ella tambien tenia las manos encima de Kyle. El abuelo entorno los ojos, y su expresion decia que no importaba que tuviera setenta y cinco anos. Estaba mas que dispuesto, y era mas que capaz, de patearle el trasero a quien, en su opinion, se estaba aprovechando de su nieta, supuestamente inocente.

– Senor, lo siento mucho -dijo Kyle, mientras se pasaba la mano por el pelo-. Yo… yo… me he dejado llevar. Es tan guapa que… yo… -perdio el hilo de lo que queria decir. Estaba completamente avergonzado-. No queria faltarle el respeto.

Carraspeo, dio unos pasos hacia mi abuelo, y le tendio la mano.

– Me llamo Kyle Cameron. Soy jefe de los guias y conservador del Parque Estatal de Las Cuevas de Alabastro. He conocido a su nieta hoy, cuando sus amigas y ella estaban de visita en las cuevas.

El abuelo refunfuno y le estrecho la mano a Kyle, aunque de mala gana, sin dejar de mirarlo con fijeza. Morrigan no tenia duda de que ademas le estaba estrujando la mano.

– Bueno, Kyle Cameron, ?y siempre manoseas a las jovencitas el mismo dia en que las conoces? ?O este comportamiento tan caballeroso es solo con mi nieta?

– Senor, yo…

– Abuelo, el…

– Carino, mira los cristales -dijo la abuela-. Creo que Morrigan es quien los hace brillar.

Como de costumbre, la abuela era la voz de la razon.

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