«Si, Amada, pero hoy, mi deseo es que la luz expulse a Pryderi de ambos mundos durante generaciones».
– De acuerdo. Vamos a hacer esto, pero vas a tener que explicarme que demonios ha estado ocurriendo.
Cerre los ojos y me separe de mi cuerpo, y senti como me catapultaba a traves del techo del Templo de Epona, mientras la diosa me ponia al corriente.
Capitulo 23
Morrigan no podia aceptar lo que le habia dicho Kegan. Lo unico que podia hacer era cabecear con incredulidad, igual que cuando habia muerto Kyle… Igual que cuando estaba ante el lecho de muerte de Kai…
– ?Vos lo habeis hecho! -grito Shayla, junto a Morrigan-. No habeis traido la luz. Nos habeis traido la muerte. No sois la Portadora de la Luz, sois la Portadora de la Muerte.
– ?Lady Shayla! -exclamo Kegan con dureza-. No sois vos misma. Hablais asi debido a la pena. Lady Morrigan no ha tenido nada que ver con estas muertes tragicas.
Shayla miro a Morrigan con los ojos brillantes de odio.
– Yo encontre a Kai. Me dijo que fue la oscuridad que os sigue la que provoco su muerte. Dijo que os esta acechando y que iba a devoraros. Todo esto es culpa vuestra. ?El ha muerto por vuestra culpa!
Morrigan no podia hablar. No podia contradecir a Shayla, porque tenia miedo de que estuviera en lo cierto. En aquel momento estaba abrazando el cuerpo de Birkita, y lo unico que podia hacer era mirar fijamente a Shayla y a Kegan. No sentia dolor. Estaba desvinculada, como si observara lo que sucedia a traves de una pantalla.
– ?Ya esta bien, lady Shayla! -dijo Kegan-. Os equivocais, y Kai tambien estaba equivocado. Sabeis que la diosa no crearia a mi alma gemela de la oscuridad.
– ?Kai era mi alma gemela! -grito Shayla, y cayo al suelo, con la cabeza agachada, sacudida por los sollozos.
Kegan suspiro con cansancio.
– Mi senora, dejad que las Sacerdotisas os acompanen a vuestro aposento -dijo, y se agacho hacia ella para ayudarla a ponerse en pie-. Os enviare a la Sanadora y…
Shayla agarro la espada de los Sidethas y con una fuerza antinatural, la clavo en el pecho de Kegan. Con otro movimiento anormalmente rapido, se saco una daga brillante de entre los pliegues de la tunica y se la lanzo a Morrigan. Brina salto entonces para interponerse en la trayectoria del punal, y la cuchillada que iba dirigida a Morrigan atraveso la garganta del animal.
Morrigan reacciono entonces, mientras Kegan y Brina caian al suelo. Gritando, se puso en pie.
– No, quedate quieto, no te muevas -le dijo Morrigan suavemente, mientras lo abrazaba para intentar sujetarlo-. ?Traed a la Sanadora! -les grito a las Sacerdotisas.
– No es lady Shayla -dijo Kegan entre jadeos. Tenia sangre entre los labios.
Morrigan miro a su alrededor, presa del panico, pensando que Shayla iba a abalanzarse sobre ellos. Sin embargo, la Senora de los Sidethas estaba ante la pira, tan cerca que se le estaba quemando la tunica blanca. Shayla inclino la cabeza como si estuviera escuchando la voz del viento.
– Si, si. Teneis razon. Quiero reunirme con Kai -dijo.
Con una horrible sonrisa, se lanzo a la pira ardiente.
Morrigan no tenia tiempo para los gritos de espanto de la gente. Su mundo estaba centrado en Kegan. Estaba intentando limpiarle la sangre que brotaba de su boca y de la herida que rodeaba la hoja de la espada.
– Morrigan -dijo el en un susurro.
– Shhh, no hables. Solo concentrate en vivir.
– Tienes que escucharme -insistio el, y poso la mano, cansadamente, sobre la de Morrigan, para detener sus movimientos.
Morrigan lo miro a los ojos y vio en ellos la verdad. Kegan iba a morir. Dejo de intentar contener la hemorragia y tomo la mano de Kegan. No iba a llorar en aquel momento. Tendria tiempo para hacerlo despues. En aquel instante, iba a atesorar todos los segundos que le quedaban junto a el.
– Estoy escuchandote -le dijo con suavidad.
– Lady Shayla estaba bajo la influencia del dios oscuro. Lo vi en sus ojos cuando me clavo la espada y mato a Brina -explico el-. El dios no queria matarte a ti. Solo queria despojarte de todos tus protectores -prosiguio. Respiraba con dificultad, y habia empezado a temblar-. No permitas que gane. El fue quien hizo todo esto, no tu. Recuerdalo, mi amor, mi vida.
– Lo recordare, Kegan. Te quiero, y se que fuiste creado para mi.
Kegan sonrio.
– Ah, sabia que al final ibas a creerme. Asi que debes encontrarme, mi amor. En otra vida… en otro mundo… encuentrame.
A Kegan se le borro la sonrisa de los labios. Jadeo una vez, le estrecho la mano a Morrigan, y despues, el aliento dejo su cuerpo y el no volvio a respirar.
Morrigan escondio la cabeza en su pecho y descanso alli. No podia llorar. Estaba demasiado rota por dentro. No encontraba el camino hacia las lagrimas.
Entonces, una de las Sacerdotisas comenzo a gritar de terror, y Morrigan alzo la cabeza. Deidre estaba cerca de ella, mirando hacia la pira funeraria con una expresion de pavor. Morrigan siguio su mirada, y vio que el cuerpo de Shayla habia empezado a retorcerse entre las llamas, y que una forma salia de ella y emergia del fuego. Era un hombre. Se sacudio como si fuera un perro mojado, y se volvio a mirar a Morrigan.
Era alto y fuerte. Tenia el pelo moreno y una cara de belleza clasica, con labios sensuales. Sonrio, e inundo a Morrigan de calidez y amor.
– Aqui estas, Amada Mia.
Aquella voz era muy familiar, y con el corazon encogido, Morrigan se dio cuenta de que habia estado escuchando diferentes versiones de ella durante toda su vida.
– Pryderi -dijo.
– Que facilmente me has reconocido.
– Te reconoceria en cualquier parte -respondio ella.
Que tonta habia sido. Nunca volveria a confundir sus susurros con los de otra persona.
– Te he visto crecer desde que eras una nina muy lista, y te has convertido en una mujer bella y poderosa. Estoy muy satisfecho contigo, Amada. ?Estas lista para entregarte a mi, como Elegida?
Morrigan poso a Kegan, cuidadosamente, en el suelo. Le acaricio la mejilla una ultima vez y se puso en pie, de cara al dios oscuro.
– Tu has hecho todo esto, ?verdad? Has causado la muerte de Kai, Birkita,
– Te equivocas, Elegida.
– ?Quien fue, entonces?
– Tu misma, Amada. Las diosas a quienes te has encomendado, Epona y despues Adsagsona, no te han ayudado. Permitieron que tus poderes surgieran sin control -dijo el. Se echo a reir, y su risa sono bella y cruel-. Dicen que asi permiten que tengas libre voluntad. Yo creo que es negligencia divina, despreocupacion por ti. Mira adonde te han llevado. Todos a quienes querias en este mundo han muerto por ti.
– ?Y tu puedes cambiar eso?
– Puedo cambiarlo.
– Si me entrego a ti, ?me los devolveras?
– ?No, lady Morrigan! ?No creais sus mentiras! -grito Deidre.
Con la velocidad de un rayo, Pryderi alzo la mano, y la Sacerdotisa salio impulsada hacia atras, y cayo a tierra hecha un monton silencioso. El resto de las Sacerdotisas salieron corriendo, entre gritos, y bajaron la ladera de la colina hacia las Cuevas, siguiendo a los demas Sidethas.