– Oh, diosa que concedes el descanso, Senora de los reinos del atardecer y del vientre de la tierra, te hablo de la lealtad y la bondad de Kai, y de la gran perdida que vamos a sufrir con su ausencia.
Entonces, Birkita hablo de nuevo.
– Pero sabemos que esa perdida solo sera temporal, y sabemos que Kai viaja hacia los verdes prados de Epona, donde siempre hay placidez y no existen el dolor ni la muerte, ni la tristeza ni la perdida, y donde el tendra la juventud de nuevo.
Kegan sonrio, y a Morrigan se le corto la respiracion al ver su expresion, que era de alegria.
– Morir es solo un modo de descansar, un modo de ir hacia nuestra diosa para renovarnos y fortalecernos, y para, finalmente, regresar.
– Gran diosa Adsagsona, nos has dicho que encarnados nuevamente, naceremos de otra madre con un cuerpo mas robusto y una mente mas agil, y nuestro viejo espiritu caminara por este mundo otra vez. Deseamos que ese viaje sea jubiloso para Kai, el Maestro de la Piedra de Partholon, amado de los Sidethas.
Birkita hizo una pausa y tomo la antorcha. Despues se situo frente a la pira.
– Y ahora, liberamos a Kai de su cuerpo terrenal, y nos regocijamos, porque para el ha comenzado una nueva vida.
Entonces, alzo la antorcha y grito:
– ?Ave, Adsagsona!
– ?No!
La respuesta de la multitud fue interrumpida por el grito de Shayla. Con una rapidez que dejo asombrada a Morrigan, dejo caer la espada y se abalanzo sobre Birkita.
– ?No! ?No te voy a permitir que lo quemes!
Empujo a Birkita hacia un lado. La antorcha salio despedida de manos de la Sacerdotisa y cayo sobre la pira, que se prendio al instante. Shayla enloquecio. Se arranco el velo blanco que le cubria la cara y comenzo a golpear las llamas como si pudiera sofocarlas.
– ?Lady Shayla, teneis que deteneros! -grito Birkita, que intentaba tirar de ella hacia atras.
Morrigan no espero para ver que otras locuras iba a cometer Shayla. Se aproximo seguida por Brina, apartando a la gente a empellones. Birkita la necesitaba, asi que iba a ayudarla.
– ?Estais profanando la pira de Kai!
La voz de Kegan se oyo por encima de las exclamaciones de horror de la gente y del crepitar de las llamas. Morrigan llego a primera fila justo cuando el fuego envolvio por completo la pira con algo parecido a un rugido.
– ?No! -grito Shayla de nuevo.
Kegan y Birkita la tenian sujeta, cada uno de un brazo, y
En aquel momento, la anciana solto de repente el brazo de Shayla y dio un paso atras. Birkita estaba frente a Morrigan, asi que Morrigan pudo ver perfectamente su expresion. Tenia los ojos muy abiertos, y le temblaban las manos. Se poso una contra el pecho, y con la otra se agarro el brazo izquierdo. Abrio la boca para exclamar algo, pero los ojos se le pusieron en blanco y se desplomo como si los huesos se le hubieran licuado.
– ?Birkita!
Morrigan corrio hacia la Sacerdotisa y la tumbo boca arriba, freneticamente. Birkita no respiraba. Morrigan le busco el pulso, pero no lo hallo.
– ?No! ?Por favor, Birkita, no!
Morrigan le inclino la cabeza hacia atras, le tapo la nariz y comenzo a hacerle la reanimacion cardiopulmonar. Entre inhalaciones y opresiones en el pecho, le rogaba:
– ?Abre los ojos! ?Respira!
Oyo un cantico suave antes de sentir una mano calida en el hombro. Con una punzada de ira, miro a Kegan.
– ?No! ?Deja de hacer eso! ?No puede morirse!
El Sumo Chaman solo interrumpio su plegaria para decir con tristeza:
– Birkita ya ha muerto, mi amor.
No tenia ni idea de que hora era, ni de que dia era, cuando oi la voz de Epona.
«Amada, debes venir».
Habia adoptado la costumbre de no responderle. Cerre los ojos con mas fuerza y estreche a Etain contra mi, respirando su olor suave de bebe para que su calor me calmara. Ojala Epona nos dejara solas. Ojala todos nos dejaran solas. Entonces todo iria bien.
«Amada, debes venir», repitio la diosa. «Te necesito».
Yo estaba demasiado cansada como para enfadarme, asi que respondi:
– Francamente, no me importa.
«?Deja de compadecerte a ti misma».
Me sente en la cama y, en voz baja para no despertar a la nina, pregunte:
– ?Que deje de compadecerme? Mi hija acaba de morir, ?y tu dices que mi dolor y mi tristeza son un capricho?
Epona se materializo. La diosa estaba a los pies de mi cama, y aunque yo habia visto su rostro muchas veces en los veinte anos durante los que habia sido su Elegida, su belleza era tan grande, su aura de amor y bondad tan brillante, que siempre me resultaba dificil mirarla directamente.
Y, sin embargo, no podia perdonarla.
«No, Amada, tu dolor y tu pena no son un capricho. Pero no puedes seguir rechazando a los que te quieren y te necesitan».
Yo note un pinchazo de culpabilidad. ClanFintan. Sabia que el tambien estaba sufriendo, y entendia que lo necesitaba desesperadamente, y que el me necesitaba a mi. Sin embargo, no podia encontrar mi camino hacia su amor. Estaba perdida en un laberinto de dolor e ira, y la unica persona a la que podia ver en aquella oscuridad era a Etain.
– Ahora no puedo ayudar a nadie -dije.
«Te daria mas tiempo si pudiera, Amada, pero no puedo. Debes volver al mundo. Tu hija te necesita».
Las palabras «tu hija» me atravesaron el pecho como un punal helado.
– Mi hija ha muerto.
«La hija de tu vientre ha muerto. La hija de tu espiritu esta viva. Es ella quien te necesita».
– ?Morrigan tiene dificultades?
«Si, y temo por su alma».
Cerre los ojos ante otra rafaga de dolor.
– Myrna esta contigo, ?verdad?
«Sabes que si, Amada».
Abri los ojos y la mire.
– He estado muy enfadada contigo.
«La gran ira no puede existir sin un gran amor».
Epona se inclino y me beso en la frente. Yo me eche a temblar al sentir como me llenaba su amor, y como terminaba con la niebla que habia envuelto mi cabeza y mi corazon.
– Ayudare a Morrigan -dije. Me tendi en la cama y me prepare para el Sueno Magico-. Vamos a Oklahoma.
«Morrigan no esta en Oklahoma, Amada. La hija de tu espiritu esta en nuestro mundo».
No tuve tiempo de sentir asombro, porque ella me dio otra noticia.
«Preparate, Amada, vas a viajar al Reino de los Sidethas».
– ?El lugar en el que estan Kegan y Kai?
«Kegan esta alli. Kai ha muerto, Amada. Lo mato la misma oscuridad que acecha el alma de Morrigan».
En aquella ocasion, mi ira fue purificante.
– El maldito dios de las tres caras.