– Sin embargo, lo que dices es la verdad. Y esa no es la unica prueba. La prueba esta en tu comportamiento, en tus acciones. Morrigan, escuchame con atencion. Tu comportamiento no es malvado. El de tu madre si lo fue, por lo menos, antes de que rechazara la oscuridad y se reconciliara con Epona.
– De acuerdo, eso si tiene sentido. Pero de todos modos, no sabemos de quienes son las voces que oigo.
Kegan volvio a pasearse.
– Tu no lo has mencionado, pero tal vez podamos catalogar esas voces si nos remontamos a tu ritual de ascension. Dices que solo has oido una vez la voz de Adsagsona, pero la diosa tuvo que hablarte cuando te comprometiste a entrar a su servicio.
– Yo no he tenido ninguna ceremonia de ascension. Ni siquiera se lo que es eso.
Morrigan tuvo la sensacion de que Kegan la miraba como si se hubiera vuelto loca.
– Has cruzado la Division entre un mundo y otro. Eres la hija de una gran sacerdotisa. Eres la primera Portadora de la Luz que tiene el Reino de los Sidethas en mas de tres generaciones. ?Y todo eso, sin haberte puesto al servicio de tu diosa?
– Eh… pues si -dijo Morrigan, que se sentia un poco tonta.
Kegan se acerco a ella y le acaricio la mejilla. Tenia una sonrisa de ternura, aunque tambien tenia una expresion preocupada.
– Mi amor, eres la persona mas asombrosa que he conocido. ?Como es que nunca has celebrado un ritual de ascension?
– En mi antiguo mundo no existen. O por lo menos, si existen, mis abuelos no los conocen. No es que no honremos a Epona. Mi abuela se asegura de que lo hagamos -dijo Morrigan con una sonrisa-. ?Te habia dicho que Birkita y ella son reflejo la una de la otra?
Kegan sonrio.
– No me sorprende -respondio, y le beso la frente-. Pero honrar a los dioses y ponerte a su servicio a traves de un ritual de ascension son cosas distintas.
– Entonces, ?que hago?
– Debes comprometerte con Adsagsona, aceptar a tu diosa y rechazar el servicio a cualquier otro dios.
– En concreto, a cualquier dios con tres caras.
– Exacto.
– ?Y si ese dios oscuro me ha estado persiguiendo?
– Entonces, durante la ceremonia se dara a conocer a ti e intentara convencerte para que te entregues a el antes de que te comprometas con Adsagsona. Despues de que te pongas al servicio de tu diosa, el ya no podra hacer nada, porque a menos que renunciaras a ella, le perteneceras a Adsagsona para toda la eternidad.
Morrigan volvio a respirar profundamente e intento sonreir con valentia, pese a que tenia un nudo en el estomago.
– Entonces, parece que tenemos que organizar una ceremonia de ascension.
Capitulo 21
– Me duele mucho el estomago -dijo Morrigan.
– Respira hondo, todo va a ir bien -dijo Kegan, y le paso el brazo por los hombros mientras caminaba a su lado en direccion a Usgaran.
– ?Y si esta enfadada conmigo?
– ?Tal y como pensabas que estaba yo?
– Si -respondio Morrigan, pasando por alto la ironia de su tono de voz-. O peor.
– Morrigan, tienes que confiar mas en aquellos que te quieren.
– No es que no confie en vosotros. Lo que me preocupa es mi capacidad para estropearlo todo.
El le dio un beso en la cabeza.
– Te preocupas demasiado.
– Si, bueno, espera a que llevemos unos anos juntos. Tendras mas respeto por mi capacidad de estropearlo todo.
– Me gusta como suena eso -dijo el.
– ?El que? ?Mi capacidad de estropear las cosas?
– No. El hecho de que pasar anos juntos. Ademas, seguramente yo tambien tendre cosas que a ti no te gustaran -afirmo, y le lanzo una sonrisa de picardia-. Aunque no muchas.
Morrigan arqueo una ceja.
– Ya se que te encanta flirtear -le dijo. Al ver que el abria unos ojos como platos y fingia una gran inocencia, Morrigan puso los ojos en blanco-: Incluso Birkita me dijo que eres un granuja.
– ?Birkita me llamo eso? -pregunto Kegan, intentando no sonreir.
– Si. Aunque yo no necesitaba que me lo dijera.
El suspiro.
– Habladurias feas y exageraciones.
– Oh, por favor. Lo que tu digas. Sin embargo, has de saber que en Oklahoma, las mujeres modernas no toleran que sus hombres vayan por ahi persiguiendo a otras.
El sonrio.
– Yo nunca he tenido que perseguir a nadie.
Morrigan le devolvio la sonrisa.
– Muy bien, lo dire de otro modo. Segun mi abuela, donde las dan las toman. En otras palabras, si tu no quieres que yo flirtee con otros hombres, o centauros, o lo que sea, te sugiero que te acuerdes de no flirtear con ninguna mujer, o mujer centauro, o lo que sea.
– Nunca te dare razones para dudar de mi fidelidad -rezongo el.
– Muy bien. Lo mismo digo -repuso Morrigan con petulancia.
Entonces advirtio que ya habian llegado a Usgaran. La sonrisa burlona se le borro de los labios y se detuvo en seco al ver que la sala estaba llena de artesanos y Sacerdotisas. Se dio cuenta inmediatamente de que todo el mundo estaba mucho mas callado de lo normal. No habia charlas agradables, y en el ambiente reinaba la tristeza. Birkita estaba sentada cerca del Cristal Sagrado, que estaba oscuro. En el regazo tenia un trozo de tela que estaba bordando con hilo de plata, pero tenia los ojos clavados en la piedra. A Morrigan le parecio que estaba mas palida de lo normal, y ademas, tenia ojeras. «Por mi culpa», penso.
Se prometio que, cuando se aclarara la muerte de Kai y terminara su ceremonia de ascension, iba a obligar a Birkita a no hacer otra cosa que dormir y descansar. Morrigan le serviria a ella, para variar, aunque la anciana protestara.
Entonces, Birkita alzo la vista, y sus miradas se encontraron. Morrigan intento leer lo que veia en sus ojos, pero solo distinguio el cansancio de la Sacerdotisa.
– Ve con ella -le susurro Kegan.
Morrigan asintio. Mientras caminaba hacia Birkita, todos estaban observandola, pero ella no se inmuto. Solo miro hacia la mujer que era el reflejo de su abuela. Se encontraron en medio de la sala.
– Kegan me ha dicho que Kai ha muerto. Lo siento mucho. Se que erais amigos.
Birkita sonrio con cansancio, pero tambien con calidez.
– Gracias, hija. Fui a tu habitacion despues de ungir su cuerpo. Deberia haberme dado cuenta de que estarias con Kegan -dijo. Miro mas alla de Morrigan e incluyo al centauro en su sonrisa.
– Entonces, ?no estas enfadada conmigo?
– ?Enfadada contigo, Portadora de la Luz? ?Por que? -pregunto Birkita, elevando la voz para que todos pudieran oirla-. ?Por las alucinaciones de un moribundo, que estaba sufriendo tanto dolor que veia la oscuridad en todas partes? ?Claro que no!
Morrigan no pudo contenerse, y la abrazo con fuerza.
– ?Oh, gracias! -le susurro al oido.
Birkita correspondio a su abrazo, y despues, se separo de ella suavemente.
– Y ahora, ?quieres que nos retiremos a tu dormitorio a hablar de cuando vas a celebrar el funeral de Kai?