– Las Sacerdotisas tienen que aprender a sujetar la lengua -dijo el.
Morrigan ni siquiera miro a la Deidre. Se limito a repetir la pregunta.
– Si me entrego a tu servicio, ?me los devolveras?
– Al contrario que las diosas, yo no voy a mentirte. No puedo devolverte a aquellos que ya han muerto. Sin embargo, te prometo que nadie mas sufrira danos provocados por el descontrol de tus poderes. Entregate a mi, Morrigan MacCallan, y te quitare la carga de tener que controlar tu fuerza. No permitire que hagas dano a los demas, y te adorare durante toda la eternidad.
– Asi que es cierto. Soy la Portadora de la Muerte, y no la Portadora de la Luz.
– Eres ambas cosas, Amada.
«Morrigan, te esta mintiendo».
Al oir el sonido de aquella voz, Morrigan miro a la derecha. Ella estaba alli, aunque en espiritu. Sonrio a Morrigan, aunque estaba llorando.
– ?Shannon?
«Hola, Morrigan».
– Vuelve con tu diosa equina, Elegida, ?esto no es asunto tuyo! -dijo Pryderi con un tono venenoso.
«Callate, criatura patetica. Tengo todo el derecho a estar aqui. He perdido a una hija. No voy a perder a esta tambien».
– ?No tienes nada que decir! Morrigan me ha elegido a mi, y no a una diosa descuidada que la ha abandonado a la oscuridad. Vuelve a tu templo y dejame con mi Sacerdotisa.
Shannon no miro al dios oscuro. Solo tenia ojos para Morrigan.
«Tu no has provocado la muerte de estas personas. Lo hizo Pryderi. No fue tu poder el que se descontrolo, sino el suyo».
– Eso no quiere decir que todo esto no haya ocurrido por mi culpa -dijo Morrigan.
«Tu no tienes culpa de nada, carino. Todo ha ocurrido porque el te desea. No le concedas lo que quiere. Adsagsona espera tu promesa».
– Entonces, ?por que no esta aqui? -grito Pryderi.
Sin mirarlo, Shannon respondio:
«El sabe la respuesta tan bien como yo. Adsagsona, como Epona, no intentara engatusarte, mentir ni manipularte para que te pongas a su servicio. Debes acudir a ella libremente, por voluntad propia. Morgie, carino, la diosa ya te ha elegido. Lo unico que tienes que hacer es dar el paso siguiente».
Morrigan miro hacia atras, hacia los cadaveres de Kegan, Birkita y
– Pero si elijo a Adsagsona, ?va a controlar ella mis poderes?
«Las diosas no nos controlan. Nos aman y se preocupan por nosotras, y nos piden que hagamos la eleccion correcta para nosotras mismas y nuestra gente. Eres tu quien debe controlarse a si misma».
La terrible risa de Pryderi resono por toda la colina.
– Ya te lo dije. Son distantes, negligentes, demasiado divinas para amar de verdad.
Morrigan sintio su presencia antes de que hablara.
«Debes elegir por ti misma, hija mia».
Rhiannon se habia materializado junto a Shannon. Su forma era menos visible que la de Shannon, pero el aire se lleno con su voz, y Morrigan si la reconocio. La habia oido en el viento, cantandole nanas, murmurandole expresiones de carino que Pryderi casi conseguia ahogar con sus susurros poderosos y atrayentes. Casi, pero no por completo.
– ?Mama! -exclamo Morrigan, y se aferro a aquella palabra como a un salvavidas.
Rhiannon esbozo una sonrisa agridulce.
«Morrigan, hija mia, has confiado en el amor, has confiado en la lealtad, y ahora debes encontrar la fuerza para confiar en el honor».
– Pero ?en que honor puedo confiar? ?En el de Adsagsona? Ni siquiera esta aqui -dijo Morrigan.
«La diosa siempre esta aqui, hija mia», dijo Rhiannon.
«Y eres tu misma quien representa el honor, carino. Debes confiar en ti misma», anadio Shannon.
– Demuestraselo, Amada Mia -dijo Pryderi-. Demuestrales que tienes fuerza suficiente para elegirme.
Morrigan inclino la cabeza, y de repente, vio las cosas con claridad. Supo, mas alla de toda duda, lo que tenia que hacer, y tambien supo que tenia que reunir fuerzas para hacerlo. Tal y como habia hecho aquella noche maravillosa que habia pasado con Kegan, busco dentro de si, y en la tierra, y se comunico con los cristales de selenita que habia bajo ella.
«?Portadora de la Luz!».
«Debeis acudir a mi cuando os llame. Todos», les dijo.
«Te oimos y te obedecemos, Portadora de la Luz».
Cuando Morrigan alzo la cabeza, no miro de nuevo a las dos personas muertas a quienes habia querido tanto, ni al enorme lince que habia sido su protector. No miro las formas brillantes de sus dos madres. Mantuvo la mirada fija en aquel dios oscuro, y en las piedras de cristal que, tras el, lanzaban rayos brillantes que rivalizaban con el fuego de la pira. Morrigan comenzo a caminar lentamente hacia el, y Pryderi sonrio triunfalmente.
– Sabia que serias mia, Amada. Juntos vamos a crear un nuevo mundo -dijo, y abrio los brazos-. Besame, y seras mia para siempre.
Morrigan se dejo abrazar, pero en vez de besarlo, se aferro a el y grito:
– ?Luz! ?Ven a mi! ?Hazme arder!
Al instante, Morrigan ardio con el poder de los cristales, porque su luz blanca invadio su cuerpo, y engullo a Pryderi con ella. El abrio los ojos con sorpresa, e intento alejarla de si, pero Morrigan volvio a gritar:
– ?Mantenedlo aqui! ?Unido a mi!
Los cristales obedecieron con su poder.
«?Morrigan! ?Que estas haciendo?».
Shannon se acerco. Morrigan la veia por encima del hombro de Pryderi. Rhiannon seguia a su lado, pero no estaba disgustada. Su madre asintio y, con una voz llena de orgullo y amor, dijo:
«Has elegido bien, hija mia. Mi orgullo por ti sera eterno».
Morrigan vio que Rhiannon tomaba de la mano a Shannon. Despues, volvio a concentrarse en Pryderi, porque el dios estaba intentando liberarse.
– ?Que estas haciendo? -grito-. ?Sueltame!
– No, Pryderi. Veras, yo ya he hecho mi eleccion. He elegido a Adsagsona libremente. Y he decidido que es hora de que termine el mal.
– ?No! -grito Pryderi.
Su magnifico rostro se ondulo y se deformo, mientras seguia intentando alejarse del poder ardiente y blanco de la Portadora de la Luz. Su boca sensual quedo sellada. Su nariz se convirtio en un agujero grotesco. Sus ojos ya no eran sonrientes y bondadosos. Tenian un brillo amarillo, inhumano. Entonces, mientras Morrigan se preparaba para lo que tenia que hacer, los ojos del dios se convirtieron en dos huecos oscuros, y su boca se abrio y mostro dos colmillos ensangrentados.
Morrigan observo aquella espantosa faz, y sonrio con tristeza.
– Ya estas acabado -dijo.
Con el dios oscuro atrapado entre sus brazos, Morrigan MacCallan, Portadora de la Luz y Elegida de Adsagsona, cerro los ojos, envio su ultima plegaria a la diosa, «ayudame a encontrar de nuevo a Kegan», y se lanzo con el a la pira funeraria.
Sintio un dolor desgarrador y completo, pero duro solo un instante. Y Morrigan se llevo al dios oscuro, Pryderi, con ella, al morir.
Epilogo
Oklahoma
– Maldita sea, no me importa lo que digan todos los sheriffs del condado. ?No voy a dejar de buscar hasta que