de un nuevo semental Thoroughbred, apropiado para sus potrancas. Alli mismo juro en secreto que nunca volveria a comprar caballos en una subasta.

Cuando la musica llego a su fin, Darcy busco con la mirada a Bingley con la esperanza de aliviar un poco la solitaria inquietud que sentia. Finalmente, lo localizo al otro lado del salon, en el momento en que le presentaban a una matrona rodeada de varias mujeres jovenes. Darcy miro con resignacion mientras Bingley se inclinaba ante cada una de ellas durante la presentacion y luego le ofrecia el brazo a la muchacha mas agraciada, comprometiendose para el siguiente baile. La facilidad con que su amigo se movia en cualquier reunion social en que se encontrara era algo que siempre le habia causado admiracion. ?Como hacia uno para conversar con unos completos desconocidos, pasando por encima de los limites de clase o posicion y en un lugar como ese? Un torrente de reservas y restricciones adquiridas a traves de los anos floto de manera sombria sobre su cabeza, haciendo mas intensa su incomodidad y su reticencia con respecto a las relaciones sociales. Sus ojos siguieron a Bingley y su pareja durante los primeros pasos del baile y luego volvieron a fijarse en la matrona y su entorno. Lo que alli vio le hizo soltar una exclamacion de desaprobacion que sorprendio a un joven que pasaba a su lado y que, tras lanzarle una rapida mirada a su impasible rostro, se apresuro a continuar su camino.

La mujer que le habia provocado semejante disgusto tenia la expresion de un viejo gato atigrado y gordo, al que le acaban de servir un tazon de leche. El gesto de satisfaccion y avaricia de la mujer mientras observaba atentamente a Bingley y a la muchacha era casi palpable. ?Su hija? Probablemente, dedujo Darcy, aunque no se parecen mucho. No tuvo la menor duda de la direccion de los pensamientos de la mujer; habia visto esa mirada demasiadas veces para dejarse enganar. Habia que prevenir a Bingley para que no manifestara ningun interes particular en esa direccion. Si apreciaba la mas minima deferencia, aquella mujer terminaria acampando en la puerta de Netherfield, la casa de su amigo.

Darcy se acerco a la mesa en la que habian dispuesto los refrescos, con la espalda tiesa ante la desagradable perspectiva de tener que prevenir a su amigo. Despues de aceptar una copa de ponche que le ofrecio la muchacha que estaba detras de la mesa, soporto sus sonrisas y risitas con una compostura que estaba lejos de sentir.

En ese momento, Bingley aparecio junto a el, tomo una copa de manos de la muchacha con una sonrisa y un guino y, dirigiendose a el, dijo:

– Bueno, Darcy, ?alguna vez en tu vida habias visto tantas jovencitas adorables reunidas en un solo lugar? ? Que piensas ahora de los modales campesinos?

– Pienso lo mismo que siempre he pensado, pues esta noche ciertamente no he tenido ninguna razon para cambiar de parecer.

– Pero, Darcy, no es posible que te hayas ofendido por las atenciones de sir William. -Bingley sonrio con compasion-. Es un buen tipo, un poco insistente, pero…

– Al responder a tu pregunta, no estaba pensando precisamente en las atenciones de sir William. No es posible que no te hayas percatado del vulgar chismorreo del que somos objeto incluso en este momento. -Darcy apreto la mandibula, molesto, tras echar un rapido vistazo al salon para confirmar la veracidad de su afirmacion.

– Probablemente se estan preguntando, al igual que yo, por que aun no has bailado esta noche. Vamos, Darcy, tienes que bailar. No soporto verte ahi de pie, solo y con esa estupida actitud. Es mejor que bailes. Hay muchas muchachas bonitas que, sin duda, estarian…

– ?No pienso hacerlo! Sabes como detesto bailar, a no ser que conozca personalmente a mi pareja. En una fiesta como esta me resultaria insoportable -dijo, recorriendo el salon con una mirada de desprecio-. Tus hermanas estan comprometidas, y bailar con cualquier otra mujer de las que hay aqui seria como un castigo para mi.

– ?No deberias ser tan exigente y quisquilloso! -se quejo Bingley-. ?Por lo que mas quieras! Te juro por mi honor que nunca habia visto a tantas muchachas tan encantadoras como esta noche; y hay algunas que son particularmente bonitas.

– Tu estas bailando con la unica muchacha guapa del salon -replico Darcy, mirando a la ultima pareja de baile de Bingley.

– ?Ah! ?Es la criatura mas hermosa que he visto en mi vida! Pero, ven, ella tiene una hermana encantadora que creo que podria ser de tu agrado, al menos por esta noche. Dejame presentartela. Esta sentada al lado de la pista, por alli.

– ?A cual te refieres? -pregunto Darcy, girandose y siguiendo la mirada de Bingley. Sentada a escasa distancia de donde ellos estaban, habia una jovencita de alrededor de veinte anos que, a diferencia de el, obviamente estaba disfrutando de la velada. A pesar de estar sentada debido a la escasez de caballeros, sus pequenos pies se negaban a ser desplazados del baile y se movian discretamente bajo el vestido, llevando el ritmo. De ojos brillantes y entretenida en la contemplacion de la escena que tenia frente a ella, parecia ser bastante popular entre la gente, pues la saludaban tanto las damas como los caballeros que pasaban a su lado. Estaba lo suficientemente cerca de ellos como para que un ligero cambio en la direccion de su mirada hiciera que Darcy se preguntara si habria escuchado la conversacion. Sus sospechas se confirmaron cuando la sonrisa de la muchacha parecio adoptar una apariencia mas sugerente.

?Que estara pensando? Intrigado, Darcy se permitio examinarla. En ese momento, el objeto de su estudio se volvio hacia el, todavia con una sonrisa, aunque enarcando delicadamente una ceja, en senal de desaprobacion por su descarado escrutinio. Darcy se apresuro a darse la vuelta y su incomodidad por el hecho de que ella lo hubiese descubierto lo hizo sentirse mas molesto con su amigo. ?Si Bingley pensaba que Darcy se contentaria con lo que otros hombres habian despreciado, mientras que el disfrutaba de la compania de la unica joven pasable de la reunion, estaba muy equivocado!

– No esta mal, aunque no es lo bastante guapa como para tentarme; y ahora no estoy de humor para dedicarle mi atencion a las jovenes que han dejado de lado otros hombres -objeto Darcy de manera tajante-. Sera mejor que vuelvas con tu pareja y disfrutes de sus sonrisas, porque estas perdiendo el tiempo conmigo. -Dejando que Bingley tomara su consejo como mejor le pareciera, se dio media vuelta y se alejo todo lo que pudo de la presencia de la perturbadora mujer. Durante el resto de la velada se entretuvo bailando con las dos hermanas de su amigo y, cuando no estaba con ellas, desanimando a cualquiera que tratara de darle conversacion. Su indignacion por el absoluto desperdicio de una velada entera en compania de burdos desconocidos se manifestaba a traves de una actitud tan odiosa que rapidamente se quedo solo. Cuando la fiesta por fin termino y el carruaje de los Bingley se estaciono frente a la entrada para recogerlos, solo pudo suspirar de alivio.

Mientras Bingley elogiaba con satisfaccion la velada, Darcy se recosto en su asiento y se dedico a observar a sus acompanantes. Tal como habia sospechado, la senorita Bingley y la senora Hurst discrepaban del entusiasmo de su hermano y no tuvieron la menor duda en expresar su total desacuerdo. Darcy dejo a los Bingley debatiendo sus diferencias y dirigio su mirada hacia la noche, a traves de la ventanilla del carruaje. Un pequeno revuelo a la entrada de la posada atrajo su atencion e, inclinandose hacia delante, vio como varios miembros de la milicia local presentaban sus respetos a un grupo de jovencitas que salian por la puerta. Con grandes aspavientos y exageradas reverencias, competian entre ellos para escoltar a las damas hasta su carruaje. Una de ellas dejo escapar una risa suave y deliciosa que hizo que Darcy se inclinara mas para buscar la fuente de tal sonido. La encontro alli, bajo una antorcha que chisporroteaba, y con un pequeno sobresalto vio que se trataba de la joven de la sonrisa enigmatica que tanto lo habia perturbado hacia un rato. Observo como la joven rechazaba con delicadeza el brazo de un joven oficial y lo dirigia hacia una de sus hermanas. Luego, con un suspiro de placer, se arreglo con gracia la capa y levanto el rostro hacia el hermoso cielo nocturno. La simplicidad de su dicha conmociono a Darcy y, a medida que el carruaje avanzaba, descubrio que no podia apartar los ojos de la muchacha. Con una inexplicable fascinacion, se quedo mirandola hasta que una curva de la calle hizo que la perdiera de vista.

– Ejem.

Darcy se recosto nuevamente en el asiento y miro a Bingley, cuya tos y la ceja que tenia enarcada expresaban una pregunta que el no estaba dispuesto a responder. Se encogio de hombros y volvio a dirigir su mirada hacia la noche a traves de la ventanilla, tratando de alejar con determinacion todos los pensamientos acerca de muchachas campesinas, en especial aquellas cuyos ojos brillantes parecian esconder interesantes secretos.

A la manana siguiente a la fiesta de Meryton, Darcy se encontraba solo, sentado a la mesa del soleado

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