Ivan se percato de la presencia de Betty, que estaba saludando desde el sofa. Se dirigio a ella en ruso.
– Esta es mi amiga Betty Nelson -le explico Ruselina-. Es australiana.
– Oh, australiana -dijo Ivan, acercandose hacia Betty para estrecharle la mano-. Entonces sera mejor que hablemos en ingles. Me llamo Ivan Najimovski. Soy un viejo amigo de Ruselina y de las chicas.
– Encantada de conocerle, senor Naj… senor Naj… -intento responderle Betty, pero no logro pronunciar su apellido.
– Ivan, por favor -le contesto el, con una sonrisa de oreja a oreja.
– Estaba a punto de empezar a preparar la cena -le dijo Betty-. No puedo ofrecerte un asado tradicional porque todos hemos estado divirtiendonos este fin de semana, y nadie ha hecho la compra. Pero espero que unas salchichas con verdura te parezcan bien.
– Dejadme ir a casa primero a cambiarme y a ponerme algo mas presentable -respondio Ivan, mirandose la camiseta y los pantalones cortos salpicados de agua. Tenia granos de arena pegados al vello de las piernas.
– No -le respondio Vitaly, echandose a reir-. Asi estas perfecto. Anya es la unica que aun se engalana para comer salchichas con pure de patatas. La ropa informal es el unico aspecto de la vida australiana que no ha adoptado.
Ivan se volvio y me sonrio. Me encogi de hombros. Apenas habia cambiado desde Tubabao. Su rostro permanecia joven y con la misma sonrisa traviesa. La cicatriz se le habia desdibujado un poco gracias al bronceado. Aun se movia con aquel modo de andar suyo tan parecido al de un oso. Cuando lo reconoci en la playa, corri hacia el por un impulso. Solo cuando levanto la mirada, tome consciencia de mi misma y recorde la tension de nuestros ultimos dias juntos, y me entro miedo. Pero, entonces, percibi un brillo calido en sus ojos y comprendi que, en algun lugar entre Tubabao y Sidney, me habia perdonado.
– Sientate, Ivan -le dije, llevandole hacia el sofa-. Todos queremos escuchar tus noticias. Pense que estabas en Melbourne. ?Que haces en Sidney?
Ivan se sento, con Ruselina a un lado y yo al otro. Vitaly e Irina se sentaron en los sillones. Hablamos en ingles porque, mientras cortaba y hervia las verduras, Betty iba y venia, y escuchaba la conversacion a trozos.
– Llevo aqui un par de meses -nos conto-. He estado montando una nueva fabrica.
– ?Una nueva fabrica? -repitio Ruselina-. ?Que fabricais en ella?
– Bueno -contesto Ivan, apoyando las manos en la rodilla-. Sigo siendo una especie de panadero. Solo que ahora trabajo preparando comidas congeladas. Mi empresa empaqueta pasteles y tartas para los supermercados.
– ?Tu empresa! -exclamo Irina, abriendo mucho los ojos-. ?Parece que has tenido exito!
Ivan nego con la cabeza.
– Somos una empresa pequena, pero hemos ido creciendo bastante, y este parece que va a ser nuestro mejor ano.
Le instamos a que nos contara como habia empezado su negocio. Sospeche que estaba siendo modesto cuando decia que la empresa era pequena. Muchos inmigrantes habian establecido sus propias actividades despues de haber rescindido su contrato con el gobierno, pero nunca habia oido de nadie que poseyera fabricas en las dos ciudades mas importantes de Australia.
– Cuando llegue a Australia, me pusieron a trabajar en una panaderia -continuo Ivan-. Habia otro nuevo australiano trabajando alli tambien, un yugoslavo llamado Nikola Milosavljevic. Nos llevamos bien y nos pusimos de acuerdo para montar juntos un negocio cuando se rescindieran nuestros contratos. Y eso es lo que hicimos.
«Alquilamos un local en Carlton y comenzamos a vender tartas, pasteles y pan. Pero lo que mejor se vendia eran las tartas y los pasteles, asi que nos concentramos en ellos. Muy pronto, la gente de las afueras de la ciudad comenzo a acudir a nuestra panaderia. Asi que se nos ocurrio la idea de que, si abriamos mas establecimientos, podriamos aumentar las ventas. Sin embargo, aunque el negocio iba bien, no podiamos permitirnos tener otro local. Asi que compramos un viejo Austin y le quitamos el asiento trasero. Mientras yo atendia la panaderia, Nikola iba de un lado a otro repartiendo nuestros pasteles a las pequenas tiendas de ultramarinos y a las cafeterias.
– ?Solo estabais vosotros dos? -le pregunto Vitaly-. Esta claro que era mucho trabajo.
– Si que lo era -respondio Ivan-. Aquel ano fue una locura, pero Nikola y yo estabamos tan seguros de que ibamos a triunfar que trabajabamos todos los dias de la semana y no dormiamos nunca mas de cuatro horas diarias. Es sorprendente como puedes seguir adelante cuando algo te apasiona.
Betty coloco un plato de guisantes con mantequilla en la mesa y se seco las manos en el delantal.
– Te pareces a Anya. Ella es la unica persona que trabaja tan duro.
– ?No tanto como lo que el cuenta! -proteste, riendome.
– ?A que te dedicas? -me pregunto Ivan.
– Es la editora de moda del
– ?De verdad? -dijo Ivan-. Estoy impresionado, Anya. Recuerdo el articulo que escribiste para la
Me sonroje. Habia olvidado el articulo, los dibujos que habia hecho para la
– Ivan, nadie quiere escuchar historias sobre mi. Cuentanos mas sobre ti -le dije.
– Bueno, mi trabajo no suena ni la mitad de interesante que el tuyo, pero seguire contandoos -replico-. Despues de que trabajaramos duramente para expandir nuestro negocio durante un ano, abrio un supermercado nuevo en un barrio cercano, asi que nos reunimos con el responsable y le propusimos venderle nuestros pasteles. Nos conto lo que estaba ocurriendo en Estados Unidos con los supermercados y la comida congelada.
»Nikola y yo pensamos que aquel plan parecia factible. Asi que empezamos a experimentar congelando nuestros pasteles. Los primeros intentos fracasaron, especialmente con las tartas que contenian fruta. Es probable que fueran igual de buenos que los productos que ofrecian otras empresas de congelados, pero esto no era suficiente para nosotros. Queriamos que nuestros productos congelados supieran igual de deliciosos que cuando estaban recien hechos. Tardamos un tiempo, pero cuando conseguimos el equilibrio de ingredientes y la tecnica correcta, pudimos contratar cocineros y abrir nuestra primera fabrica. Y, si las cosas funcionan bien en Sidney, Nikola se encargara de la fabrica de Melbourne, y yo me quedare aqui.
– Entonces, nos aseguraremos de comprar muchos de vuestros pasteles -replico Ruselina, apretandole la mano a Ivan-. Seria muy importante para nosotras que te quedaras aqui.
Betty nos llamo a la mesa e insistio en que Ivan, como invitado de honor, la presidiera. Me coloco en el otro extremo, frente a el.
– Es la colocacion adecuada -comento Vitaly, echandose a reir-. El rey y la reina de Australia. Ambos son extranjeros, pero Ivan pasa su tiempo libro salvando a australianos a punto de ahogarse, y ella apoya a sus disenadores de moda y vende felicitaciones navidenas para salvar la fauna y la flora locales.
Ivan me dedico una mirada encendida.
– Quizas es porque ambos sentimos que le debemos mucho a este pais, ?verdad, Anya?
Ruselina le dio unas palmaditas a Ivan en el brazo.
– Es cierto que trabajas demasiado -sentencio-. Todas esas horas en la fabrica y luego el resto del tiempo en la playa. Incluso durante tus horas libres estas bajo presion.
– Por no mencionar el peligro de ahogarse o de que se lo coma un tiburon -anadio Irina, partiendo por la mitad una salchicha con un mordisco.
Me estremeci, a pesar de que estaba bromeando. Levante la mirada hacia Ivan y me asalto un presentimiento de que algo demasiado horrible de imaginar podria sucederle. No soportaba la idea de que aquel hombre apasionado y amable pudiera dejar de existir, justo cuando estaba en la cima de su carrera. Me tranquilice bebiendo agua lentamente y respirando con la servilleta puesta sobre la nariz, con la esperanza de que nadie notara mi ataque de panico. Asi fue. Todos estaban entretenidos charlando sobre las tormentas que habian agitado las playas el dia de Ano Nuevo y le preguntaban a Ivan por las tecnicas de salvamento. Volvi a recuperar un ritmo normal de respiracion, y se me despejo la cabeza de nuevo. «Que pensamiento mas estupido», me dije para mis adentros. Ya le habia sucedido algo demasiado horrible de imaginar. ?Que dano puede hacerte el mar que un ser humano no pueda hacerte?
A las once, Ivan se disculpo y dijo que tenia que estar en la fabrica temprano al dia siguiente.
– ?Donde vives? -le pregunto Vitaly.
