Completadas todas estas tareas, realizadas y mecanografiadas y compulsadas profesionalmente, segui conduciendo hacia el este a traves de frondosos bosques de pinos de Nevada, en solitario, sin la Sombra Sigilosa. No habia trafico, llevaba el deposito lleno y guardaba 3.600 dolares en la guantera. Tenia la camara al alcance de la mano en el asiento del acompanante. Mas alla de los arboles imponentes se alzaban las montanas. Me senti muy lleno de paz.
Entonces vi a los autoestopistas.
Eran un chico y una chica adolescentes; los dos tenian el pelo largo y llevaban cazadoras Levi's, vaqueros y mochilas. Frene y me arrime a la cuneta. Al cabo de unos segundos, el chico llego hasta la puerta del acompanante, seguido de la chica. Levante el seguro con una mano mientras, con la otra, buscaba la funda del Magnum debajo de mi asiento.
– ?Gracias, senor!
Dispare tres veces, a la altura del pecho y, por el modo en que los chicos saltaron hacia atras, supe que los habia alcanzado a ambos. Puse el freno de mano, encendi los intermitentes, me deslice al asiento del acompanante y me apee de la furgoneta. Los adolescentes yacian sobre la grava de la cuneta, muertos. Mire mas alla de los cuerpos y observe que la cuneta terminaba en un pequeno talud. Empujandolos con el pie, hice rodar los cadaveres hasta el fondo; despues, extendi grava suelta sobre la sangre que habia manado de los orificios de salida. Aparecio en mi cerebro un cronometro que marcaba diez minutos, saque la Polaroid de la furgoneta y baje el talud con ella.
Los autoestopistas yacian en la tierra blanda del fondo, unidos en una postura propia de un rompecabezas: la cabeza de ella sobre la corva de la pierna derecha del chico y las puntas de los dedos de las manos de ambos cruzadas en angulos divergentes. Los cuerpos me recordaron banderas de senales que enviaban la palabra «chifladura» y estuve a punto de olvidar la cautela en mi deseo de hacerlos perfectos.
Pero no. En primer lugar, inspeccione el pecho y la espalda del chico; despues, hice lo propio con la chica y, cuando vi un orificio de salida en la espalda y desgarros en la mochila que tenia al lado, supe que las balas estarian dentro de esta. El cronometro indicaba que habia transcurrido 1.37 cuando abri la cremallera y hurgue entre braguitas y blusas hasta que mis dedos tocaron metal caliente. Guarde los proyectiles en el bolsillo de la camisa y deje que ardieran; despues, excave furiosamente una tumba poco profunda en la tierra que nos rodeaba a los tres.
6.04 transcurridos.
Con la manga de la camisa, limpie de huellas la mochila de la chica. Despues, desnude los cuerpos y arroje sus ropas y mochilas a la tumba.
7.46 transcurridos.
Una vez desnudos, coloque a la chica boca arriba y le abri las piernas; al chico, lo puse encima de ella. Cuando la simulacion del coito me parecio perfecta, saque la primera foto. Me quede observando la camara mientras esta expulsaba la instantanea, aun en blanco, y espere.
9.14 transcurridos.
La perfeccion fotografica fue cobrando vida y, de forma misteriosa, sobrenatural, supe que aquella imagen constituia una clave de mi fijacion por las rubias, por Lauri la puta, y de cosas muchisimo mas antiguas.
10.00 transcurridos. Sonaron las alarmas. Me di cuenta de que la Sombra Sigilosa y yo nos habiamos fundido, finalmente, en uno solo. Cubri los cuerpos con tierra suelta y coloque varias ramas gruesas encima para disimularlos.
Tic tic tic tic tic tic tic tic.
Me concedi unos segundos conmemorativos mas, guarde la foto en el bolsillo, vi que la sangre del cuello de mi camisa no era mas de la que me habria causado un corte al afeitarme; tambien me di cuenta de que la siguiente vez tendria que robar dinero y, posiblemente, tarjetas de credito. Cuando fue hora de marcharme, borre las huellas de mis pisadas caminando de lado sobre ellas en mi regreso talud arriba. En la carretera, el paisaje estaba absolutamente tranquilo. Al sol del otono, la furgoneta parecia nueva y, siguiendo un impulso, la bautice como
III. Crimenes de oportunidad; asaltos de pesadilla (1974-1978)
De la revista
EL PERRO DE UNOS CAMPISTAS PROTAGONIZA
EL MACABRO HALLAZGO
?SE BUSCA A UN MANIACO SEXUAL!
Sin el agudo olfato de
El hueso era humano y el senor Streep (que habia estudiado en una escuela de quiropractica hace unos anos) lo reconocio como tal, asi que corrio a la tienda en busca de su transmisor de radio. Mientras su amo se ponia en contacto con las autoridades,
«Los cuerpos estaban dispuestos de un modo que… en fin… que sugeria un coito -declaro el ayudante McClain a Robert Rice, corresponsal del Boss
Pese a estar absolutamente conmocionado, McClain solicito refuerzos por radio e inspecciono la ropa que habia debajo de los cuerpos en la tumba. Al descubrir que los permisos de conducir pertenecian a Todd Thomas Millard, de 17 anos, y a Karen Nancy Roget, de 16, ambos residentes en Sacramento, recordo que se habia emitido un boletin con la desaparicion de los dos jovenes. «Habian sido vistos con vida por ultima vez hacia un mes aproximadamente, el 24 de noviembre, dia de Accion de Gracias -dijo-, y, por el estado de los cuerpos, deduje que llevaban muertos desde entonces.»
Inmediatamente llego el forense del condado de Lewis y establecio en seguida la causa de las muertes: «Por los desgarros y las manchas de sangre en la ropa y en las mochilas, se puede dar por seguro que murieron por disparos de arma de fuego.»
Mas tarde, una patrulla de agentes rastreo la zona, pero no se encontraron proyectiles disparados, y se acordono el escenario del crimen con la cinta amarilla. Mientras tanto, se retiraron los cadaveres de los jovenes y los tecnicos siguieron buscando pistas. El matrimonio Streep y
«Tenemos pocas pistas en los brutales asesinatos de Todd Millard y Karen Roget. El tiempo transcurrido entre la muerte y el descubrimiento de los cadaveres constituye un serio obstaculo. Asimismo, no hemos encontrado ningun testigo, y los familiares, amigos y conocidos de los fallecidos no nos han proporcionado pistas efectivas. Sin embargo, hemos descartado el robo como movil y estamos centrando nuestros esfuerzos en los expedientes de los delincuentes sexuales conocidos.»
Mientras tanto, familiares y amigos desolados lloran a Todd y a Karen y rezan para que la policia encuentre al maniaco que los mato.