El se la quitaba de encima con vagas promesas y citaba sus contactos en Hollywood. Era amiguete de Mickey Rooney y de un productor de poca categoria llamado Sam Stiefel. Conocia gente influyente. Era capaz de embarcar a sus amistades en proyectos golosos.

Yo pasaba mucho rato en el sofa con mi padre. Hacia dibujos para mi y me enseno a leer cuando tenia tres anos y medio. Sentados unos al lado de otro, cada cual leia un libro.

A el le gustaban las novelas historicas. A mi, las historias de animales para ninos. Mi padre sabia que no soportaba ver a un animal maltratado o muerto. Por eso revisaba los libros que compraba para mi y censuraba aquellos que en su opinion me resultarian perturbadores.

Mi padre crecio en un orfanato y no tenia familia. Mi madre tenia una hermana mas joven que vivia en Wisconsin. Mi padre detestaba a su cunada y al marido de esta, un vendedor de coches Buick llamado Ed Wagner. Mi padre decia que tio Ed era un boche y un tramposo que habia eludido el servicio militar. El habia matado un monton de boches en la Primera Guerra Mundial y los detestaba.

Los Wagner consideraban a mi padre un holgazan. Mi padre me conto que en una ocasion mi prima Jeannie habia querido arrancarme los ojos. Yo no lo recuerdo.

Todos los amigos de mis padres se parecian: gente mayor impresionada como crios con ellos. Mis padres formaban una pareja atractiva y se codeaban con el mundillo de Hollywood. Deslumbraban de entrada y solo se peleaban, se criticaban y se insultaban en la intimidad del hogar. Mantenian un frente unido y limitaban sus andanadas de improperios a un unico testigo: yo.

Su vida de convivencia era una escaramuza continua. Ella atacaba su holgazaneria; el, su consumo de alcohol noche tras noche. Las trifulcas eran estrictamente verbales y la ausencia de violencia fisica las hacia aun mas prolongadas. Discutian en tono mesurado, rara vez alzaban la voz y nunca gritaban. No rompian jarrones ni se lanzaban platos. La ausencia de gestos teatrales disimulaba el hecho de que la voluntad de razonar y reconciliarse era inexistente por ambas partes. Libraban una guerra contenida. Se llevaban el uno al otro al estado mezquino y despreciable de quien se siente perpetuamente agraviado. El odio entre ellos aumento con los anos hasta alcanzar, en su momento culminante, el nivel de una furia sorda.

Fue en el 54. Yo tenia seis anos y estaba en primer curso de la escuela elemental de West Hollywood. Mi madre me dijo que me sentara en el sofa del salon y me anuncio que se divorciaba de mi padre.

Lo encaje mal. Durante semanas no pare de tener berrinches.

Mis demostraciones histrionicas eran una respuesta febril y acumulativa a anos de presenciar peleas entre mis padres. La television me habia ensenado que el divorcio era permanente y vinculante, que estigmatizaba a los ninos y los jodia para el resto de sus vidas. La madre conseguia la custodia de todos los hijos menores.

Mi madre echo a mi padre del apartamento. Tolero mi comportamiento de nino dolido durante unas semanas; luego, me arreo un buen golpe en la cabeza y me dijo que parase.

Pare. Tuve una de esas ideas locas tipicas de los ninos: irme a vivir con mi padre y forjar una existencia aparte con el.

Mi madre contrato un abogado y comenzaron los tramites del divorcio. Un juez le concedio la custodia temporal y me permitio pasar los fines de semana con mi padre, que alquilo un apartamento de soltero a unas manzanas de su antiguo piso.

Me pase una serie de fines de semana, de viernes a domingo, encerrado con el. Cocinabamos hamburguesas sobre una plancha caliente y comiamos a base de ganchitos de queso y galletitas saladas. Sentados uno al lado del otro, leiamos libros y mirabamos combates de lucha libre por television. Mi padre empezo a malquistarme con mi madre sistematicamente.

Me decia que era una borracha y una golfa, que se acostaba con el abogado que llevaba los papeles del divorcio, y que si el conseguia demostrar que era una mujer de moral mas que dudosa tendria una oportunidad de obtener mi custodia. Me animo a espiarla y accedi a confiarle sus indiscreciones.

Mi padre consiguio empleo en el centro de Los Angeles. Siempre que podia me escapaba para verlo cuando volvia a casa del trabajo. Nos citabamos en una heladeria de Burton Way con Doheny. Tomabamos un helado y hablabamos un poco.

Mi madre descubrio esta traicion, llamo a mi padre y lo amenazo con denunciar que se saltaba las normas de la custodia. Contrato a una chica para que me vigilara al salir de la escuela. La manana siguiente me escabulli del autobus escolar y me escondi en el jardin del edificio donde vivia mi padre. Deseaba terriblemente verlo. Ese dia en la escuela iban a administrarnos la vacuna contra la polio, y a mi me daba miedo el pinchazo.

Mi madre me encontro. Me llevo a la escuela y se ocupo de ponerme la vacuna ella misma. Iba vestida de enfermera. Era experta con la aguja y no me hizo el menor dano. El uniforme blanco le daba un aspecto estupendo, sobre todo porque resaltaba seductoramente el color de sus cabellos.

La demanda de divorcio llego al tribunal. Yo tuve que testificar en sesion a puerta cerrada. Hacia tiempo que no veia a mi padre. Lo distingui a la puerta de la sala y corri hacia el.

Mi madre intento interponerse.

Mi padre me arrastro hasta un aseo de caballeros y se acuclillo para hablar conmigo. Mi madre irrumpio en el bano y me saco a rastras. Mi padre dejo que lo hiciera. Un hombre inmovil ante un urinario, con la polla en la mano, observaba el espectaculo.

Subi al estrado y le dije a un amable juez que queria vivir con mi padre, pero el ordeno otra cosa. Su sentencia establecia turnos de dias laborables y fines de semana: cinco dias con mi madre y dos con mi padre, con lo cual me condenaba a llevar una vida dividida entre dos personas empenadas en un odio mutuo irrenunciable.

Capte ambas partes de ese odio. Era resueltamente ironico y expresado con elocuencia. Mi madre retrataba a mi padre como un hombre debil, desalinado, holgazan, fantaseador y falso en detalles menores. Mi padre tenia catalogada a mi madre de una manera mas concisa: era una borracha y una golfa.

Mi vida se ajusto a la sentencia del divorcio. Los dias laborables significaban una monotonia limitada. Los fines de semana significaban libertad.

Mi padre me daba comida sabrosa y me llevaba a ver peliculas de vaqueros. Me contaba historias de la Primera Guerra Mundial y me dejaba hojear sus revistas de chicas. Decia que tenia varios proyectos muy adelantados. Me convencio de que estaba a punto de hacerse muy rico. Mucho dinero significaba buenos abogados y buen apoyo legal. Aquellos abogados tenian detectives que podian descubrir asuntos ocultos de la Golfa y Borracha. De ese modo conseguiria arrebatarle la custodia plena sobre mi.

Mi madre se traslado a un apartamento mas pequeno, en Santa Monica. Dejo el St. John's y entro de enfermera de empresa en la Packard-Bell Electronics. Mi padre se traslado a un piso de un dormitorio en el limite de los distritos de Hollywood y Wilshire. Como no tenia coche, me llevo en autobus. Ya habia cumplido los cincuenta y empezaba a tener el aspecto de un donjuan que habia dejado atras la flor de la vida. Era probable que la gente lo tomase por mi abuelo.

Me traslade a una escuela privada que tenia por nombre El Paraiso de los Ninos. No estaba reconocida oficialmente y mi madre se ahorraba cincuenta dolares al mes. La institucion era un sumidero para chicos con hogares desestructurados. Se garantizaba el aprobado, pero las horas de confinamiento se extendian desde las siete y media de la manana hasta las cinco de la tarde, cada dia. Los profesores eran unos histericos o se mostraban pasivos y derrotados. Mi padre tenia una teoria sobre el por que de un horario tan prolongado. Decia que estaba calculado para que las madres solteras tuviesen tiempo de joder con sus novios a la salida del trabajo, y anadia que eso no estaba nada mal.

El Paraiso de los Ninos ocupaba un solar de primera. Un patio de tierra repleto de juegos daba a Wilshire Boulevard. El patio media tres veces lo que el edificio principal. En el lado oeste habia una piscina.

Recorde como me lo habia pasado alli en tercer y cuarto grado. Mi capacidad de lectura eclipsaba mi retraso en la comprension de la aritmetica. Era un chico bastante corpulento y sacaba provecho de ello para imponerme en las pequenas confrontaciones con mis companeros del mismo sexo. Ese fue el origen de mi famoso numero del Desquiciado.

Me daban miedo todas las chicas, la mayoria de los chicos y algunos adultos, tanto hombres como mujeres. Mi miedo procedia de mi montaje fantastico apocaliptico. Sabia que todas las cosas funcionaban en un caos fatal. Mi preparacion empirica en el caos era valida, sin la menor duda.

Mi numero del Desquiciado me valio la atencion que anhelaba y advertia a mis agresores que no me buscaran las cosquillas. Me reia cuando no habia nada divertido de que reir, me hurgaba la nariz, me comia los mocos y

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