Hoy era… 7 de abril/Moscu.
Marten estaba en calzoncillos y camiseta delante de la tele en su habitacion, cambiando ansiosamente de canal -BBC1, BBC2, ITV1, Sky, CNN-. Lo que veia no era mas que las tipicas noticias de relleno de domingo por la manana. El tiempo, un poco de deportes, noticias de interes general -por ejemplo una tienda en la que vendian bollos del tamano de un coche, una pareja que se habia casado en una carrera de caballos, un perro que se habia quedado atascado en un vater- salpicado de comentarios varios, discusiones politicas sobre el estado del mundo y servicios religiosos varios. Si Moscu estaba sufriendo algun atentado, nadie hablaba de ello. De hecho, ni Moscu ni Rusia fueron mencionados para nada. Si habia que fiarse de las principales cadenas de television, en ningun lugar del mundo parecia haber sucedido nada inmediatamente noticiable.
Marten ya se habia duchado y vestido y volvia a estar delante de la tele. Seguia sin haber ocurrido nada.
Nada de nada.
Nada. Cero. Calma absoluta.
Marten habia vuelto a dar una vuelta por la universidad con Clem. Habian tenido un almuerzo mas bien formal con un par de profesores colegas y luego tomo el tren de las 13:30 de vuelta a Londres, que llego a la estacion de Euston un poco despues de las 17:30. Desde alli tomo un taxi hasta el Hampstead Holiday Inn y, una vez en su habitacion, encendio de inmediato el televisor. Estuvo diez minutos cambiando de un canal al otro y seguia sin haber noticias de Moscu.
Se cambio rapidamente de ropa y se fue a la Balmore, donde una animada Rebecca le pidio ansiosa novedades sobre su visita a Manchester y todo lo que alli habia ocurrido. Cuando le hablo sobre la ciudad, y la gente a la que habia conocido y la casi seguridad con que Clem pensaba que seria aceptado en el programa de la universidad, se mostro encantada. Y luego le conto quien era realmente Clem y quien era su padre y cual era su rango social, y la muchacha se rio e hizo broma y se comporto como si fuera una colegiala. Saber que Clem ostentaba realmente un titulo y se la podia llamar lady Clementine le daba la sensacion de que trataba con la realeza.
– Es el tipo de vida -dijo, con cierta nostalgia- en la que la gente como nosotros solamente puede sonar.
Poco despues llamaron a Rebecca para cenar y Marten se marcho. Entonces, como lo habia hecho en Manchester, se puso a andar, a andar y a andar. Esta vez prestaba poca atencion a la ciudad. Su mente estaba centrada en Rebecca, en el mismo, en Clem y en como iba a ser el futuro. Y pensaba en la logistica de toda la situacion y en cuanto tiempo podria permitirse pagar por el cuidado de Rebecca y por su universidad antes de tener que ponerse a trabajar.
«Las piezas.»
De pronto, el sonido de su propia voz interior lo sobresalto y se detuvo, cuando apuntaba el anochecer, para mirar a su alrededor, inquieto por la voz e inseguro de donde se encontraba. Rapidamente, se dio cuenta de adonde lo habia llevado su paseo. La casa del numero 21 de Uxbridge Street.
«Las piezas», volvio a decir la voz.
De manera instintiva se oculto de las miradas detras de un arbol grande. Aunque Gene VerMeer hubiera vuelto a Los Angeles, podia tener a agentes de la Scotland Yard vigilando la casa y el jardin y, entre otras cosas, haber dado su descripcion diciendo que se trataba de alguien con quien le gustaria mucho hablar.
Sin embargo, miro a un lado y al otro de la calle y no vio a nadie, ni siquiera un coche aparcado. Y la propia casa estaba vacia. Una casa que, al igual que las llaves de la caja fuerte, la embajada rusa, el Penrith's Bar, I.M., el avion fletado y el 7 de abril en Moscu, habia resultado ser como un callejon sin salida. Un globo pinchado; nada mas que aire.
Marten vigilo un rato mas y luego, de pronto, se volvio y se marcho. La voz habia vuelto a ser como una lucha interior, algo en el que trataba de mantener aquel asunto vivo.
«Raymond esta muerto -se dijo, enfrentandose a la voz-, y el asunto en el que estuvo implicado tambien murio con el. Tres intentos y basta, senor Marten. Aceptalo y sal adelante con tu maldita vida. Clem te lleva en el buen camino. Ve con ella y olvidate de lo otro. Porque, te guste o no, la verdad del asunto es que, cualquiera que fuera el significado de 'las piezas', ya no queda nada de ellas. Cero. Nada de nada.»
16
El dia siguiente, lunes 8 de abril, Nicholas Marten solicito formalmente su admision al programa de posgrado de la facultad de Urbanismo y Paisajismo de la Universidad de Manchester; con una carta de recomendacion -y estaba seguro, la intervencion personal- de lady Clementine Simpson. El jueves 25 de abril fue aceptado. El sabado 27 de abril llego a Manchester en tren y, con la ayuda de Clem, el lunes 29 de abril encontro un pequeno
Todo sucedio a ritmo muy rapido, con facilidad y sin obstaculos, como si, de alguna manera, el Cielo le hubiera suavizado el camino y lo hubiera mandado de cabeza a su nueva vida. A medida que avanzaban las semanas y se iba instalando, siguio escribiendo pequenas anotaciones en el diario que empezo cuando llego a Londres. La mayoria eran notas excepcionalmente breves y que giraban alrededor del mismo tema: «Ni rastro de las piezas, sin voces, ninguna presencia de Raymond en absoluto.»
El 21 de mayo, a poco mas de siete semanas de su llegada a Londres, la psiquiatra de Rebecca, la doctora Maxwell-Scot, fue trasladada a un nuevo centro de rehabilitacion llamado Jura que la clinica Balmore habia abierto hacia poco en Neuchatel, Suiza.
Jura, una enorme mansion a orillas del lago Neuchatel, aplicaba un programa experimental disenado para enrolar a no mas de veinte pacientes a la vez y construido sobre la idea de combinar las sesiones de psicoterapia aceleradas con una serie rigurosa de actividades al aire libre. Se trataba de una situacion que la doctora Maxwell-Scot consideraba ideal para Rebecca, por lo cual recomendo que la muchacha la acompanara a Suiza. Ante la actitud entusiasmada de Rebecca, Marten asintio.
La segunda semana de junio Marten hizo su primera visita a Jura. Aunque la doctora le habia advertido de la fragilidad todavia subyacente de su hermana y le habia sugerido que hasta el recuerdo mas vago del pasado podia servir de detonante de sus memorias mas oscuras y provocarle una regresion al terrible estado en el que se hallaba antes, encontro a Rebecca, tal vez un poco insegura y todavia afectada por cambios de humor frecuentes, pero mas entusiasmada, independiente y fuerte de lo que la habia visto desde su gran avance. Ademas, cualquier duda que hubiera podido tener sobre el propio centro Jura -se habia imaginado un lugar austero, una institucion tipo asilo- quedo inmediatamente despejada. Jura era una finca esplendida y muy bien gestionada rodeada de varias hectareas de vinedos, con unos jardines cuidados que alcanzaban casi un kilometro hasta la orilla del lago Neuchatel. Rebecca disponia de una gran habitacion privada con vistas tanto al jardin como al lago, con una