—No. —Todos se volvieron hacia Hernando—. Ha sido Dios, como bien dice vuestra madre.

Rafaela lo miro, agradecida.

—Hijos —continuo el, recuperando la entereza—, Dios ha dispuesto que debemos separarnos. Vosotros, los pequenos, os quedareis aqui, en Cordoba, con vuestra madre y el tio Miguel. Los mayores vendreis conmigo a Berberia. Recemos todos —Hernando fijo entonces su mirada en Rafaela—, hagamoslo al Dios de Abraham, al Dios que nos une, para que algun dia, en su bondad y misericordia, nos permita reencontrarnos. Rezad tambien a la Virgen Maria; encomendaos siempre a ella en vuestras oraciones.

Al terminar de hablar se encontro con los ojos azules de Muqla clavados en el. Solo tenia cinco anos, pero parecia comprender.

Al anochecer, Hernando se sento junto a Rafaela en el centro del patio, junto a la fuente, bajo un frio cielo estrellado, y llamo a los dos mayores para explicarles el porque de la separacion:

—Los cristianos no permiten que tu madre, cristiana vieja, o que tus hermanos, los menores de seis anos que han sido bautizados, vayan a Berberia. Consideran que los mayores de esa edad son irrecuperables para el cristianismo y por eso los expulsan junto a sus padres. De ahi la separacion.

—?Huyamos todos! —insistio Amin con lagrimas en los ojos—. Venid con nosotros, madre —suplico.

—El hermano de tu madre, el jurado, nunca lo permitira —alego Hernando.

—?Por que?

—Hijo, hay cosas que no puedes entender.

Amin no dijo nada mas. Intento retener una lagrima, era el mayor de los hermanos, pero se acerco a su madre y busco su carino. Laila se habia sentado a los pies de Rafaela. Hernando los miro: Rafaela tomo la mano de su hijo mayor al tiempo que acariciaba el cabello de Laila. Ese momento no volveria a repetirse. ?Cuantos momentos como aquellos se habria perdido a lo largo de los anos, siempre encerrado en la biblioteca, estudiando, escribiendo y luchando por la ansiada convivencia religiosa? Entonces recordo las canciones de cuna que canturreaba su madre en las escasas ocasiones en las que podia demostrarle su amor y entono las primeras notas. Amin y Laila se volvieron hacia el, sorprendidos; Rafaela procuro controlar el temblor de sus labios. Hernando sonrio a sus hijos, levanto la mirada al cielo y volvio a canturrear aquellas canciones de cuna entre el constante rumor del agua que brotaba de la fuente.

Luego, cuando consiguieron que los ninos se fueran a acostar, ambos permanecieron quietos, tratando de escuchar la respiracion del otro.

—Te hare llegar suficiente dinero —prometio Hernando tras un largo rato de silencio. Rafaela fue a decir algo, pero el se lo impidio con un gesto—. Las tierras y esta casa quedaran para la hacienda real, ya has oido las palabras del pregonero. Los caballos seran embargados para saldar deudas. No tenemos nada mas, y tu quedaras aqui con tres criaturas a las que alimentar. —El hecho de decirlo en voz alta lo hizo mas real, mas tangible, mas tremendo.

Rafaela suspiro. No podia permitir que el se viniera abajo en esos momentos.

—Yo me las arreglare —susurro, apretandose contra el—. ?Como vas a mandarme dinero? Bastante tendras con salir adelante tu y los dos mayores. ?Que vas a hacer? ?Domar caballos? ?A tu edad?

—?Acaso dudas de que pudiera hacerlo? —Hernando tenso los musculos e intento imprimir cierta ligereza a sus palabras; Rafaela le contesto con una sonrisa

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