Henry Charles Lea, en su obra Los moriscos espanoles; su conversion y expulsion, afirma que los ciento veinte mil ducados que se comprometio a entregar en aquella ocasion la comunidad morisca para asegurarse el apoyo del rey de Francia a la insurreccion efectivamente llegaron a pagarse en Pau; aunque Dominguez Ortiz y Bernard Vincent, en su Historia de los moriscos; vida y tragedia de una minoria, sostienen que no llegaron a satisfacerse; pero el pago o el compromiso de realizarlo parece cierto. Por razones de trama, me he inclinado por el pago, estableciendo este, ficticiamente, a traves de los beneficios obtenidos de la falsificacion de moneda, una verdadera lacra economica que se produjo sobre todo en el reino de Valencia, cuya tabla municipal quebro en 1613 y hubo que proceder a la retirada de la circulacion de centenares de miles de ducados en moneda falsa. De esa falsificacion se acuso directamente a los moriscos. Hubo varios berberiscos presentes en Toga, pero la ayuda no debia venir de Argel o de la Sublime Puerta, sino de los propios cristianos.

Los sufrimientos que vivieron los ninos, y me refiero ahora a los moriscos, inocentes victimas de la tragedia de su pueblo, mereceria un estudio a fondo. Para ello, las referencias son abundantes; en primer lugar, consta la esclavitud a la que fueron sometidos los menores de once anos pese a las disposiciones reales durante la guerra de las Alpujarras; cuesta, no obstante, desde nuestra vision actual, considerar adultos a todos los mayores de dicha edad. Posteriormente, en segundo lugar, una vez finalizada la guerra, la entrega de los hijos de los moriscos deportados a familias cristianas; existen documentos que dan fe de algunos procedimientos judiciales tramitados a instancias de esos mismos ninos, una vez alcanzada la edad necesaria, con el fin de recuperar su libertad. En tercer lugar, se produjo una nueva esclavizacion de ninos tras las rebeliones de las sierras valencianas (Val de Aguar y Muela de Cortes). Por ultimo, hay documentacion sobre los menores de seis anos que fueron retenidos en Espana cuando se produjo la expulsion definitiva. Se cuenta que, ya ordenada esa drastica medida, algunas familias lograron pasarlos a Francia (la prohibicion era trasladarlos a Berberia) y que algunas otras burlaron la orden real embarcando en naves con destino a paises cristianos para despues variar el rumbo hacia las costas africanas. En la novela se cita que algunos centenares de ninos fueron retenidos en Sevilla. En Valencia, cerca de un millar fueron puestos a cargo de la Iglesia, y la propia esposa del virrey, a traves de sus criados, rapto a un numero indeterminado de criaturas, de las que cuido para evitar su caida en manos de Satanas, como hubiera sucedido de ser llevados a «tierras de moros».

Tras la expulsion, los moriscos del pueblo de Hornachos, una comunidad beligerante y cerrada, se asentaron y llegaron a dominar la villa corsaria de Sale, al lado de Rabat. En 1631 negociaban con el rey de Espana la entrega de esa plaza, bajo unas condiciones entre las que se incluia la de que les devolvieran aquellos hijos que les habian robado. Reino a reino, pueblo a pueblo, existen numerosos ejemplos de comunidades a las que les fueron arrebatados sus hijos menores.

Por lo que respecta al numero de moriscos expulsados de Espana, las cifras son tan dispares que seria realmente farragoso citar los autores que defienden unas u otras. Quiza, siguiendo a Dominguez y Vincent, la mas correcta sea la de aproximadamente trescientas mil personas. Por otra parte, la mayoria de los autores que han estudiado el tema morisco (Janer, Lea, Dominguez y Vincent, Caro Baroja...) resenan las matanzas que se produjeron a la llegada de los deportados a Berberia. Alguno de ellos afirma que cerca de un tercio de los deportados valencianos fueron asesinados a su llegada a aquellas tierras, siguiendo en eso al cronista de Felipe III, Luis Cabrera de Cordoba, en sus Relaciones de las cosas sucedidas en la corte de Espana desde 1599 hasta 1614: «... y estan tan escandalizados [los moriscos] del mal tratamiento y dano que han recibido los de Valencia en Berberia, habiendose muerto mas de las tres partes de los que fueron, que muy pocos se inclinaban a pasar alla». Mientras tanto, el rey Felipe festejaba la operacion y regalaba cien mil ducados de bienes moriscos al duque de Lerma

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