mi hijo.

– Nat lo provoco -dije, y por un instante crei que sir Alfred me golpearia, antes de que el policia atinara a interponerse entre los dos.

Luego me preguntaron mi version de los hechos y menti, como es natural, alegando que el primero en asestar un punetazo habia sido Nat y que Jack habia actuado en defensa propia.

– Tenia que saber que si se enfrentaba a Jack llevaba las de perder -razone-. Deberia haberselo pensado dos veces.

El policia asintio con la cabeza y espere a que sir Alfred me despidiese de mala manera, pero no lo hizo. Para mi asombro, me pregunto si me creia capaz de arreglarmelas solo con los caballos por el momento, y anadio que me pagaria un poco mas. Me encogi de hombros y acepte.

– A la larga tendre que buscar a otro mozo, claro -agrego mientras se rascaba la barba, pensativo-. Para reemplazar a Holby, quiero decir. No creo que volvamos a verlo por aqui.

Aunque no albergaba esperanzas de lo contrario, al oir esas palabras se me cayo el alma a los pies. Con la idea de prestarle alguna ayuda, por minima y tardia que fuera, dije:

– Es verdad, nunca volveremos a verlo. En estos momentos debe de estar camino de Escocia.

– ?Escocia? -El policia solto una carcajada-. ?Que se le ha perdido por alli?

– No tengo ni idea. Pero imagino que querra irse muy lejos de aqui para empezar una nueva vida. Nunca lo pescaran. -Al ver que se miraban e intercambiaban una sonrisa, pregunte-: ?Que ha ocurrido?

– Tu amigo Jack no esta viajando a Escocia ni a ningun otro lado -dijo el policia, acercandose a mi; le apestaba el aliento-. Lo arrestamos anoche. Ahora esta en la carcel del pueblo, acusado de causar graves lesiones corporales a Nat Pepys. Ten por seguro que pasara unos cuantos anos a la sombra.

Como habiamos convenido, Dominique y yo nos encontramos a medianoche en los campos de Cageley House.

– Todo el mundo habla de Jack -comento-. Dice sir Alfred que como minimo lo condenaran a cinco anos de carcel por lo que hizo.

– ?Cinco anos? No puede ser.

– Nat tardara seis meses en recuperar el habla, y no podran ponerle una dentadura nueva hasta que se le cure la mandibula. Los medicos temen que mientras tanto se le hunda el maxilar inferior.

Senti nauseas. Ni siquiera Nat Pepys se merecia un castigo tan horrible. Todos habiamos salido malparados: Jack estaba preso, Nat maltrecho y, en cuanto a mi, habia perdido a mi amigo. Me maldije una y otra vez, sin atreverme a imaginar lo que Jack estaria rumiando en su celda sobre mi.

– ?Has pensado en lo que te dije? -le pregunte finalmente-. ?Nos vamos de aqui o no?

– Si. Me marchare contigo. Pero ?que le pasara a Jack? No podemos abandonarlo asi, ?no crees?

– Ya se me ocurrira algo.

– ?Y que pasara con Tomas?

– ?A que te refieres?

– ?Lo llevaremos con nosotros?

La mire estupefacto.

– Pues claro. No pensaras que voy a dejarlo aqui, ?verdad?

– ?Y por que no? ?Has hablado con el? ?Le has preguntado que quiere hacer?

Negue con la cabeza.

– Bueno, quiza deberias consultarselo. Parece muy feliz aqui. Va a la escuela, los Amberton lo tratan como si fuera su propio hijo, y de todos modos nuestra vida en Londres ya sera bastante complicada para tener que preocuparnos de…

– ?No puedo dejarlo aqui! -grite. La sola idea me espantaba-. Soy responsable de el.

– Es verdad -repuso no muy convencida.

– Soy su unica familia y me necesita. No puedo abandonarlo.

– ?Aunque viva en el mejor sitio que podria imaginar? Recapacita, Matthieu. ?Adonde vamos a ir?

– Pues a Londres. Esta vez llegaremos.

– Muy bien, pero Londres no es barato. Tenemos algo ahorrado, es verdad, pero ?cuanto nos durara? ?Y si no encontramos trabajo? ?Y si acabamos en la misma situacion de Dover? ?Es eso lo que quieres? ?Que Tomas se pase el dia vagabundeando por las calles y metiendose en un lio tras otro?

Reflexione. Dominique tenia razon, no me cabia ninguna duda, pero la idea seguia sin gustarme.

– No lo se -dije por fin-. No puedo imaginarme la vida en Londres sin Tomas. Siempre ha estado conmigo. Ya te lo he dicho, soy su unica familia.

– ?No querras decir mas bien que Tomas es la unica familia que tienes? -musito.

«Tambien te tengo a ti», pense, mirandola en la penumbra.

– Hablare con el en cuanto pueda -prometi-. Entonces haremos planes. Manana aun tengo que hacer una cosa.

Dominique me dirigio una mirada burlona y me encogi de hombros.

– Quiero ir a la carcel a ver a Jack -anadi-. Debo encontrar una manera de ayudarlo, o en caso contrario no me ire. No puedo marcharme sabiendo que he destrozado los proximos cinco anos de su vida.

Dominique suspiro y nego con la cabeza.

– A veces me preocupas -dijo tras una larga pausa-. Eres incapaz de ver la solucion a nuestros problemas aunque la tengas delante de las narices, ?verdad?

– No te entiendo.

– Todos esos planes de los que hablamos: marcharnos de Cageley, instalarnos en Londres, volver a empezar, tu y yo, y Tomas. La solucion esta aqui mismo, pero te niegas a abrir los ojos y verla.

La observe detenidamente, esperando que pronunciara las palabras magicas, sin saber a que se referia, aunque en el fondo lo sospechaba.

– Jack -dijo al final, pasandome la yema de un dedo por el cuello hasta llegar al primer boton de la camisa. El roce de su mano en mi fria piel hizo que mirase hacia abajo, sorprendido por su gesto; hacia mucho tiempo que nadie me tocaba, por no hablar de la propia Dominique-. Jack estaba a punto de marcharse, ?verdad?

– Si -respondi con un nudo en la garganta.

Se acerco mas y me susurro al oido:

– ?Y de que se supone que iba a vivir?

No respondi, y al final retiro la mano y dio un paso atras. Permaneci quieto, como clavado al suelo, incapaz de mover un musculo hasta que ella se marcho. Mientras desaparecia en las sombras de la noche sus ultimas palabras resonaron en mis oidos y no pude escapar a su seduccion.

«Cinco anos es mucho tiempo», habia dicho.

23

Rosa palido

Mi primera incursion en el mundo de la television no fue en la decada de los noventa, cuando inaugure la emisora via satelite, sino a finales de los anos cuarenta. Por entonces vivia en Hollywood, cerca de la casa en que a principios de siglo habia conocido a Constance. Tras la crisis de 1929 me habia trasladado a Hawai, donde lleve una vida descansada hasta despues de la guerra, cuando empece a hartarme de tanta tranquilidad y a sentir que necesitaba un desafio. De manera que junto con mi joven esposa Stina, a la que habia conocido en las islas, regrese a California y alquile una hermosa casa de una planta orientada al sur, cerca de las colinas.

En mi decision de dejar Hawai tambien habia contado el hecho de que Stina acababa de perder a sus tres hermanos en la guerra y estaba destrozada. Viviamos en el mismo pueblo donde los cuatro habian crecido y en

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