Al cabo de unos minutos solo quedabamos Mary-Ann, Dominique y yo.
– ?Donde esta Jack? -pregunte aturdido, incapaz de asimilar el cumulo de acontecimientos que nos habian metido en semejante lio. Busque a mi amigo con la mirada.
– Ha cogido un caballo y se ha marchado -dijo Mary-Ann-. ?No lo has visto?
– No.
– Se ha escabullido hace unos instantes, mientras todo el mundo estaba pendiente de Nat.
Me aparte el pelo de la cara con rabia. Esperaba que Nat se recuperara; todo era por mi culpa. Me volvi y dirigi una mirada furibunda a Dominique.
– ?Que ha ocurrido? -vocifere-. ?Puedes explicarme que ha pasado aqui?
– ?Y a mi que me dices? -grito a su vez. Estaba muy palida-. Has sido tu quien se ha abalanzado sobre nosotros. Pense que ibas a matarlo.
– Se estaba propasando -refunfune-. ?No entiendes que…?
– No tienes por que protegerme, ?no te pertenezco! -grito, y a continuacion salio corriendo hacia la cocina.
Me sentia impotente. Mire el suelo; a mis pies se habia formado un charco de agua y sangre.
Al anochecer, la historia se habia extendido por todo el pueblo. Jack habia atacado a Nat Pepys, le habia roto la mandibula, dos costillas y varios dientes, y despues habia escapado en un caballo del patron. La policia local ya estaba investigando el caso. Tendido en mi cama en el hogar de los Amberton, me sentia tan angustiado por la suerte de mi amigo que no lograba conciliar el sueno. Por mi culpa todos sus proyectos, todo lo que habia planeado para los proximos meses, se habia ido al garete. Por culpa de mis celos. Menos mal que Nat no habia muerto. Lo unico que me consolaba era que habia pasado lo que tenia que pasar y que, gracias a la intervencion de Jack, la cosa no habia ido a mayores.
Desperte antes de las cinco de la manana y me dirigi a Cageley House. Sospechaba que habia perdido mi empleo en las cuadras, aunque la preocupacion por el nuevo rumbo de los acontecimientos no me cegaba hasta el punto de olvidar que mis dias en Cageley estaban contados. Ahora solo queria ver a Dominique, que me contara como se sentia despues de lo ocurrido. La divise caminando por los campos mientras despuntaba el alba. Tenia la cara muy palida y los ojos enrojecidos, y supuse que tambien ella habia pasado la noche en vela.
– Todavia no se sabe nada. -Mis palabras sonaron mas como una pregunta que como una afirmacion.
Dominique asintio con la cabeza y repuso:
– Hace muchas horas que partio. En estos momentos debe de estar a medio camino de Londres. Jack no es estupido.
– ?De verdad lo crees?
Me miro de hito en hito.
– ?Que quieres decir?
– Jack pensaba marcharse pronto. Habia ahorrado bastante dinero y se habia comprado un traje. Queria trabajar en alguna oficina como pasante. Su intencion era despedirse la semana que viene.
Dominique resoplo, apesadumbrada.
– Todo es por mi culpa -se lamento. Al sentirse mas lejos mentalmente de Cageley volvia a hablar con acento frances-. Jamas deberiamos haber venido aqui. Teniamos otros planes. Deberiamos haberlos cumplido.
Deberiamos, teniamos… ?Cuanto tiempo hacia que no oia a Dominique usar la primera persona del plural? «No hay mal que por bien no venga», me dije, aunque me desprecie por pensar asi. Tal vez todo volviera a ser como cuando viviamos en Dover dos anos atras. Dejariamos Cageley juntos, pense ilusionado, viviriamos juntos, nos quedariamos juntos toda la vida, envejeceriamos juntos. De pronto me encontre apartando el recuerdo de Jack a un rincon de la mente, como si supusiera una traba para mis proyectos. Me odie por ello, pero no podia evitar sentirlo.
– ?Que te ocurre? -pregunto, y me cogio la mano.
Senti que las lagrimas asomaban a mis ojos y me mordi el labio inferior.
– Es que el… -balbuci, y me enjugue las lagrimas- es mi amigo -conclui con voz entrecortada-. Jack… es… mi mejor amigo. Piensa lo que ha hecho por mi, y en cambio yo… Por mi culpa, el… -Rompi a llorar y me deje caer al suelo, ocultando la cara entre las manos para que Dominique no me viera en semejante estado.
Cuanto mas me esforzaba por serenarme, mayores eran los espasmos. Durante un rato farfulle una sarta de palabras inconexas, hasta que enmudeci por la pena.
– Matthieu, Matthieu -susurro Dominique estrechandome entre sus brazos; mis lagrimas cayeron sobre su hombro-. Calla, calla -anadio mientras me mecia como si fuera un nino pequeno.
– ?Basta! -consegui exclamar al fin, y me aparte secandome las lagrimas con la camisa.
– No es culpa tuya -dijo ella, aunque no parecia muy convencida, de modo que no me hizo falta contradecirla con un: «?Claro que lo es!»Por mi culpa Jack estaba acabado, mientras que el, mi verdadero amigo, me habia salvado. Y a mi, en cambio, lo unico que se me ocurria era marcharme con Dominique y dejarlo abandonado a su suerte.
– ?Que clase de hombre soy? -gemi.
Caminamos lentamente hacia la casa, pues ignorabamos el recibimiento que nos darian. Era muy posible que Dominique conservara el empleo, pero, en cuanto a mi, me temia lo peor. Al acercarnos vi a sir Alfred hablando con un policia delante de la puerta principal. Mientras salvabamos la distancia que nos separaba de la casa, no me quitaron el ojo de encima. Al llegar a la altura de las cuadras y la cocina, oi que me llamaban. Suspire y tome a Dominique de las manos.
– Si logro salir de esta, ?vendras conmigo?
Me miro con cara de exasperacion y a continuacion elevo la vista al cielo.
– ?Adonde?
– A Londres, como habiamos planeado en un principio. Thomas, tu y yo. He ahorrado un poco. ?Y tu?
– Tambien. Pero no mucho.
– Nos ira bien, ya lo veras -afirme sin mucha conviccion.
Sir Alfred me llamo otra vez y al volverme vi que parecia mas inquieto que antes.
– No se…
El patron grito una vez mas.
La solte y avive el paso hacia sir Alfred y el policia.
– Volvere esta noche. Hablaremos entonces. ?Te parece bien despues de las doce?
Asintio levemente y se alejo, con la cabeza gacha.
Sir Alfred Pepys era un hombre fornido y tenia el corpachon coronado por lo que semejaba una calabaza madura. Sufria de artritis y, como cada vez le costaba mas andar, era raro el dia que lo veiamos pasear al aire libre, pues preferia quedarse en casa leyendo un libro, bebiendo una copa de vino o zampandose un buen filete.
– Ven aqui, Matthieu -me dijo cuando estuve a unos pasos de el. Me agarro con brusquedad por el brazo y me empujo hacia el policia, que me miro de arriba abajo con cara de pocos amigos-. A ver, joven -prosiguio dirigiendose al agente-, ?que preguntas tenia que hacerle?
– ?Como se llama usted? -inquirio el policia, un hombre de mediana edad con una barba espesa y pelirroja y unas impresionantes cejas del mismo color.
Saco un lapiz y una libreta y chupo la punta del primero antes de disponerse a escribir mis respuestas.
– Matthieu Zela -respondi, y le deletree mi nombre.
Me miro como si estuviera a punto de escupirme a la cara y me pregunto que trabajo hacia en Cageley House.
– Mozo de cuadra.
– O sea, que trabajas con ese Jack Holby, ?no?
Asenti en silencio.
– ?Que clase de hombre es?
– De los mejores -conteste, enderezandome, como si la sola mencion del nombre de Jack mereciera una senal de respeto por mi parte-. Un buen amigo, un trabajador incansable, un companero tranquilo y ambicioso.
– Conque tranquilo, ?eh? -intervino sir Alfred-. No lo era tanto cuando le rompio la mandibula y las costillas a