22

Conspiro con Dominique

La inquietud que me provocaba Nat Pepys fue desvaneciendose con el tiempo, pues cada vez venia menos por Cageley House y cuando lo hacia no mostraba el interes por Dominique que yo habia imaginado. Segui trabajando en las cuadras, pero empece a considerar mas seriamente la posibilidad de marcharme. Sin embargo, temia dos cosas: en primer lugar, me asustaba la reaccion de Tomas, pues de los tres era el que mejor se habia adaptado a la vida en Cageley, y no se me pasaba por la cabeza irme sin el. En segundo lugar, no estaba seguro de que Dominique me acompanase. No era ninguna nina y a diferencia de mi hermano podia tomar sus propias decisiones.

Era verano y en Cageley House se celebraba el cumpleanos del segundo hijo y tocayo de sir Alfred Pepys. Los festejos tenian lugar al aire libre y habian congregado a una cincuentena de personas. El sol producia destellos en las gotas del rocio de la manana. Los arriates estaban repletos de flores y la naturaleza rebosaba belleza y vitalidad como de costumbre.

Jack y yo nos encontrabamos a cargo de los carruajes y caballos alineados en el camino que iba desde la entrada de Cageley House hasta las cuadras. Nos ocupabamos de llevar cubos de agua a los caballos para evitar que se deshidrataran por el fuerte calor estival, cuando en realidad eramos nosotros quienes sufriamos mas los efectos de las altas temperaturas mientras ibamos de un lado a otro cargados como muias. Teniamos prohibido quitarnos la camisa delante de los invitados, de modo que el sudor nos pegaba la tela a la espalda. Mientras trajinaba empece a perder la nocion del tiempo. Todo en torno a mi se volvio blanco, apenas veia ni oia nada, hasta que por fin, mientras llenaba un cubo, note que Jack me sacudia el hombro.

– Basta -dijo, dejandose caer en la hierba, a mis pies-. Por el momento ya esta bien. Todos los caballos tienen agua. Descansemos un poco.

– ?Estas seguro? ?Podemos descansar?

Asintio con la cabeza. A lo lejos divisamos a los invitados, que conversaban y bebian limonada helada. Oi pasos a mi espalda, y sonrei al observar que Dominique se acercaba con una bandeja.

– ?Quereis comer algo? -pregunto con una sonrisa.

No creo que ninguno de los dos hubiera estado mas contento de ver a un ser viviente en toda su vida. Habia preparado sandwiches de rosbif, ademas de una jarra de limonada y dos cervezas. Comimos y bebimos, agradecidos y en silencio, recuperando fuerzas. Senti la limonada descender por mi garganta, enfriarme el estomago y restituir mis niveles de azucar en sangre. Todavia estaba agotado, pero menos debil.

– Esto no es vida -murmure finalmente mientras me masajeaba los brazos, admirado de lo mucho que se habian fortalecido en los ultimos meses. Estaba mas fuerte que nunca, pero a diferencia de Jack, de complexion naturalmente atletica, seguia siendo enjuto y los musculos no encajaban bien en mi cuerpo de adolescente-. Necesito encontrar otro trabajo.

– Los dos lo necesitamos -repuso Jack, aunque el estaba mas cerca de conseguirlo que yo.

Habia decidido irse despues del verano y, segun me habia dicho, planeaba anunciar su marcha una semana despues. Habia ahorrado lo suficiente para viajar a Londres y sobrevivir unos meses sin trabajar, aunque estaba seguro de que enseguida se colocaria en una oficina. A mi tampoco me cabia ninguna duda al respecto; se habia comprado un traje nuevo y, cuando una noche se lo puso para ensenarmelo, me quede atonito por la transformacion. El mozo de cuadra parecia mucho mas hombre que cualquiera de los hijos del sir Alfred, que estaban donde estaban sencillamente por haber cumplido anos y gracias al dinero de su padre. Jack era alto y apuesto y lucia el traje con el porte de quien ha nacido para llevarlo. Como tambien era inteligente y avispado, yo estaba seguro de que encontraria trabajo muy pronto.

– ?No teneis nada que hacer o que? -dijo Nat Pepys, detras de nosotros.

Nos incorporamos y alzamos la mirada hacia el, con los ojos entornados y haciendo visera con la mano.

– Estamos comiendo, Nat -le espeto Jack.

– Me parece que ya habeis acabado, Jack. Y para ti soy el senor Pepys.

Jack solto un bufido de desden y se tendio de nuevo sobre la hierba. No supe que hacer. Era evidente que Nat tenia miedo de Jack, y no me parecia probable que llegaran a las manos. Como si necesitase reafirmar su autoridad, Nat me clavo la punta de la bota en las costillas.

– Venga, Matthieu -dijo, empleando mi nombre de pila por primera vez-. Levantate y llevate eso. -Senalo la bandeja con los platos y los vasos vacios-. ?Que asco! Sois un par de cerdos.

Me levante de un salto, enfurecido, y no supe que hacer, hasta que por fin cogi la bandeja y la lleve a la cocina, donde la deje caer con brusquedad en el fregadero. Al oir el estrepito, Dominique y Mary-Ann se sobresaltaron.

– ?Y a ti que te pasa? -inquirio Mary-Ann.

– Lava esto -masculle-. Es tu trabajo, no el mio.

Maldiciendo en voz alta, sali de la cocina hecho un basilisco y me dirigi a buen paso hacia mi amigo, que seguia tendido en la hierba y, apoyado en los codos, me miraba. Nat ya no estaba con el. Cuando volvi la mirada hacia la cocina, lo vi en el umbral junto a Dominique, que se reia de algo que el le estaba contando. Respire hondo y aprete los punos. Una mosca revoloteo ante mis ojos y la espante de un manotazo. El sol me cego por un instante. Cuando dirigi de nuevo la vista hacia ellos observe que se acercaban el uno al otro. Nat tenia la mano en la espalda de Dominique y la estaba bajando; una sonrisa horrible se dibujaba en su rostro mientras ella lo miraba en actitud coqueta. Senti que me ponia en tension; en aquel momento hubiera sido capaz de cometer cualquier locura.

– ?Que te pasa, Mattie? -Jack me agarro del brazo mientras me dirigia resueltamente hacia Nat y Dominique-. Mattie, para, no vale la pena -anadio, pero apenas lo oia; estaba tan obnubilado que en ese momento hasta podria haberme desahogado con el inocente Jack.

Nat se volvio hacia mi. Por la cara que puso supe que presentia que se avecinaban problemas, que se daba cuenta de que yo habia perdido la razon y que la posicion, el trabajo, el dinero y la servidumbre habian dejado de contar. Retrocedio un paso, pero me plante ante el, lo agarre del cuello y lo arrastre unos metros. Acto seguido cayo al suelo con torpeza.

– Levantate -ordene con una voz grave que jamas me habia oido-. Vamos, muevete.

Se levanto retrocediendo. Me abalance sobre el otra vez, pero Dominique y Jack me sujetaron por los brazos. Nat aprovecho mi indefension para recuperar el equilibrio y darme un punetazo en plena cara. Aunque no fue especialmente violento, me dejo aturdido unos instantes. Cai hacia atras, pero enseguida saque fuerzas de flaqueza para arremeter contra el, decidido a matarlo si era necesario. Avance parpadeando, con el puno derecho levantado. Jack grito que me detuviera, consciente de la suerte que me esperaba si dejaba a un Pepys sin sentido, y Dominique se interpuso en mi camino. Asi pues, fue mi amigo quien asesto el golpe definitivo. Al parecer lo dominaba la misma rabia que a mi, y temiendo que un ser despreciable como Nat echara a perder mi vida, decidio tomar cartas en el asunto, y con un tortazo en la mejilla izquierda, un punetazo en el estomago y un gancho de derecha en pleno rostro lo dejo fuera de combate.

Nat se desplomo, ensangrentado e inconsciente, y los tres nos quedamos de pie, anticipando con creciente pavor las consecuencias de aquel desaguisado. Todo el incidente no habia durado mas de un minuto.

***

Jack se evaporo antes de que Nat recobrara la conciencia. Yacia a nuestros pies, hecho un guinapo, la nariz y la boca sangrantes. Poco despues, los invitados se acercaron. Una mujer grito y otra se desmayo; los hombres parecian indignados. Al final de la multitud aparecio un medico, que se inclino para examinar al herido.

– Llevemoslo dentro -dijo, y algunos hombres jovenes cargaron a Nat y lo trasladaron a la casa.

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