Buscar a un fotografo llamado Luis Martin en la calle Entenza, que no es precisamente una calle de cien metros, era uno de ellos. A lo peor, el fotografo ya estaba muerto, retirado o en otra parte. Pero nada de eso. Mi informante, una chica con voz extremadamente aguda y cantarina, me dijo que por Luis Martin, fotografo, no constaba nada, pero que en cambio si habia unos Estudios Martin. Le di las gracias y memorice las senas.

Tal vez todo aquello y mas estuviese en el piso de Laura. No tenia mas que regresar, utilizar las llaves que tintineaban en mi bolsillo y entrar. Pero la vision de su cuerpo hacia de barrera.

Aunque me parecia inevitable que, tarde o temprano, yo utilizase aquellas llaves.

Las senas facilitadas por mi informante de la telefonica quedaban justo enfrente de la Modelo. Es un lugar que no me gusta. Se percibe demasiado el dolor interior. El estudio de Luis Martin, suponiendo que fuese el mismo y no un extrano azar del destino, parecia haberse quedado un poco atras en el tiempo. Un pequeno escaparate en la entrada, junto a la escalera, exponia una docena de fotografias que iban desde un par de modelos hasta las habituales primeras comuniones, bodas o retratos «de pose» para regalar a la abuela o al novio. La sensacion se mantuvo al subir al primer piso y entrar en aquel ambito artistico ligeramente trasnochado y venido a menos. Dos esplendidos murales envejecidos por el tiempo, uno a cada lado de la entrada, ofrecian el generoso reclamo de sendas bellezas de terciopelo. Una de ellas era Laura Torras, con bastantes anos menos. Entendi el cabreo de Robi. La Laura Torras postadolescente era un angel que prometia ya la mujer en que se habia convertido. Miraba a la camara con descaro, con mucha intencion, y te atravesaba. Parecia algo innato en ella, al margen de que el fotografo fuese bueno o malo.

Luis Martin tal vez fuese en otro tiempo un profesional de primera. Ahora, y por lo que se deducia de su estudio a simple vista, jugaba a todas las bandas para mantener el negocio y el ritmo de comidas diarias. Sus fotografias eran decentemente pasables, pero las de bodas y comuniones, por tipicas y rituales, traicionaban el espiritu inicial.

No vi a nadie en la recepcion, o lo que fuese aquello, y meti la cabeza por una puerta. Al otro lado, en una salita para reuniones, habia otro mural de Laura Torras, en blanco y negro, con la diferencia de que en esa segunda imagen ella estaba desnuda. No era una pose erotica ni provocativa, pero si sexy y lucida, pese a que no ensenaba nada. Lo intimo quedaba tapado por la misma pose. En cambio, su mirada te desnudaba mucho mas a ti de lo que tu pudieras desnudarla a ella.

Senti que la piel me ardia.

Habia mas desnudos, todos ellos de mujeres diferentes; asi pues, parecia claro que Luis Martin sentia cierta debilidad por ella.

Cerre la puerta y me meti por otra. Era la del estudio. Un hombre, de espaldas a mi, ajustaba unos parasoles para situarlos en posicion por entre un dedalo de focos, tripodes y camaras. El lugar era amplio y tenia diversas zonas, con rollos y fondos de colores asi como sillones de mimbre, butacas, sillas, percheros con ropa de muy variada indole y estanterias con sombreros, paraguas, adornos… La parafernalia y el atrezo necesarios para complementar una foto, buena o mala. Vi dos habitaciones mas, justo a mi derecha, que probablemente sirviesen de vestuarios o almacenes.

– Perdone.

El hombre volvio la cabeza. Tendria unos cuarenta y muchos. No se extrano por mi presencia alli.

– Vaya -me comento-, no lo esperaba hasta dentro de una hora, y no es precisamente lo que… -Se acerco a mi para inspeccionarme-. Les pedi a alguien mas alto. Y en cuanto a la edad…

Estaba claro que yo no le gustaba.

– Me llamo Daniel Ros, y soy periodista -le tranquilice.

– Oh, lo siento.

Su gesto dijo mas que sus palabras.

– Estoy haciendo un reportaje sobre Laura Torras.

Me gustaria entrevistarle si dispone de diez o quince minutos.

No se sorprendio.

– Bien, ningun problema. -Miro la hora, como si fuese la unica dificultad.

– Tambien es posible que nos interese comprar fotografias de ella, para el reportaje, dentro de unos dias. - Tuve tan brillante idea para vencer cualquier reticencia.

Eso le gusto. Me sonrio con afecto.

– Puede estar seguro de que nadie tiene mas fotografias de Laura que yo, y la mayoria son autenticas obras de arte. Trabajamos mucho aqui los dos.

Alli. Los dos.

Viendole tuve un estremecimiento.

Y tambien mucha envidia.

– Lo se. -Domine mis impulsos ocultandolos bajo mi mascara profesional-. He visto algunas en su casa.

– ?Le dijo ella que viniera a verme?

– Si.

– Buena chica. -Hizo un solitario y seco aplauso-. Crei que se habia echado a perder en estos anos. Veo que vuelve a subir.

– ?Por que creia que se habia echado a perder?

– No sabia nada de ella, no la veia en ninguna parte. Y en este mundillo, cuando una mujer asi desaparece… Malo.

– Pudo haberse casado.

– ?Laura? -Me enseno los dientes en una falsa sonrisa-. No.

– ?No era de esas?

– Queria triunfar, tener dinero y demostrar que llevaba razon. Si no conseguia A, iba a por B, y si no, sin detenerse, daba un rodeo para llegar a C. En este sentido era egoista, pero no la culpo. Sacaba lo que podia de donde podia. Intentaba exprimir la vida como un limon. Se enamoraba, como cualquiera, y tal vez viviera con alguien, y hacia de todo, pero no llegaba ni llego hasta el extremo de casarse. Eso lo tenia claro. Por eso me alegra saber que le va bien. -Impidio que le hiciera la pregunta que yo queria, y en vez de ello me formulo un par-: ?Que tiene Laura entre manos? ?Cual es el motivo de su reportaje?

– La han contratado para una campana publicitaria -volvi a mentir-, y tambien para un papel en una serie de television.

– ?Nacional?

– No, de TV3 -decidi no pasarme.

– ?En que agencia esta ahora?

– Eso no lo se.

– Bien, pues me alegro por ella. -Sonrio de nuevo y agrego-: ?Y por mi! Siempre he creido que fue uno de mis mejores descubrimientos. Si lo ha pasado mal y ahora ha conseguido volver… es que se lo ha trabajado a pulso, y lo ha merecido.

– Ella dice que en parte se lo debe a usted -menti mas y mas.

– A eso lo llamo gratitud -se rindio a mis palabras-. Pero es justo. Cuando la conoci no era mas que una adolescente guapa, electrizante pero por pulir, llena de suenos. La tipica nina con cara de mujer, atrapada en un cuerpo de mujer y todas las limitaciones imaginables. Vivia en un pueblo sin la menor posibilidad, iba con chicos vulgares… Se habria echado a perder en un par de anos. Ya empezo tarde, todo hay que decirlo, pero aprovechamos el primer impulso, que es lo que cuenta.

– ?Como la conocio?

– Hice unas sesiones fotograficas en su pueblo, El Figaro, y aunque lleve modelos profesionales, contrate a algunos chicos y chicas del lugar para hacer bulto. Nada mas verla, supe que era especial. Sabia posar, sonreir, moverse. Era algo innato, algo que se tiene o no se tiene, y ella lo tenia. Le hice unas fotografias aparte y se comio la camara, asi que le pedi que viniera aqui, a mi estudio. Cuando ensene las fotos de esa sesion a algunos clientes, se enamoraron de su rostro. Despues la tome un poco bajo mi tutela, le dije como maquillarse, como vestir y como caminar, le ensene trucos del oficio… Aprendio mas rapido que ninguna.

– ?Se hizo su agente o algo asi?

– No, yo solo soy fotografo. Pero le consegui su primer contrato y que la aceptasen en una agencia como principiante. Tuvo que estudiar, claro. Para cuando regreso a Barcelona ya lo hizo con su maleta.

– ?Vivio con usted?

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