Luis Martin solto una carcajada.
– He conocido a cientos de modelos en mi vida, se lo aseguro, y aunque es justo reconocer que he tenido aventuras con muchas, este no fue el caso de Laura. No tenia mas que diecisiete anos por aquel entonces.
No le dije que despues debio de cumplir los dieciocho, y los diecinueve, y los veinte… y que me costaba creer que no lo hubiese intentado. Tal vez no quisiera imaginarmelos juntos.
– Oiga -me solto de pronto-, ?le importa que siga preparando esto para la sesion mientras hablamos? Hoy en dia contratar a un modelo sale por un ojo de la cara, y hay que aprovechar el tiempo, hacer el mayor numero de fotos posible.
Le deje hacer y me sente en una de las sillas de mimbre.
– Si era tan buena, ?por que le perdio la pista?
– ?Sabe? -Hizo un gesto impreciso mientras adoptaba un aire nostalgico-. En este trabajo hay que aceptar un hecho muy claro: que la gente va y viene sin cesar. Es un mundo rapido, cambiante, devorador de cuerpos y almas. Todos nos movemos a impulsos del destino, la suerte, las alternativas del momento, del mercado, lo que interesa y deja de interesar, las agencias, la moda… Lo que hoy vale, manana no. El modelo y la estetica de un dia son el antimodelo y la antiestetica del dia siguiente. La fotografia no es cuestion de belleza, sino de huesos. Un dia todo son tetas enormes, y al otro, pechos planos. Vera… Laura corrio lo suyo, se movio, hizo alguna campana publicitaria notable y consiguio meter un poco la nariz en un par de peliculas espanolas del monton haciendo de extra o, todo lo mas, con una o dos frases. -Me miro con acritud-. Tia buena, puta y cosas asi. Era el camino a seguir, claro. Pero, de pronto… deje de verla, de oir hablar de ella, y se me esfumo antes de que me diera cuenta. El exito y el fracaso son consustanciales en este tinglado. Laura es una mujer de bandera, tremendamente sexy, tiene mucho morbo.
– Sus padres me han dicho que trabaja mucho en el extranjero y que por eso no se la ve en Espana.
– Eso no es cierto -dijo, categorico-. Yo ya no estoy tan metido como antes, pero todavia se lo que pasa por ahi, y veo muchas revistas francesas, italianas, alemanas, estadounidenses… Laura no ha estado en ellas ni una sola vez.
Quede algo desconcertado, pero me mantuve impasible.
– ?Cuando la vio por ultima vez?
– Ni lo recuerdo, pero desde luego fue hace anos.
– ?No se quedo resentido?
– No, ?por que?
– Todo Pigmalion siente debilidad por su descubrimiento.
– Laura no se marcho, evoluciono. Mire, solo una de cada cien mil triunfa, solo una de cada diez mil logra algo, y solo una de cada mil logra vivir de esto. Mantenerse no es facil. Todos los anos lo intenta una legion de quinceaneras que estan buenisimas. La mayoria de las chicas que usted ve en las revistas, y que cuando estan maquilladas parecen mujeres capaces de hacerte perder el trasero, son quinceaneras. Nos hemos convertido en unos infanticidas. No hay modelos de treinta anos. Asi que las que no llegan y se quedan en el camino acaban de muchas formas, desde un retiro sin traumas hasta la prostitucion de lujo… o no tan de lujo, y por supuesto casandose con tipos ricos que les solucionan las vidas, o se buscan amantes con pasta que se la arreglan aun mejor, porque entonces siguen siendo libres para volar. Hay de todo, pero es duro ser una reina y conformarse con acabar de campesina.
– ?En que estado situa a Laura?
– Ya se lo he dicho antes. Creia que se habia echado a perder.
Recupere la pregunta que no habia podido hacer minutos antes.
– ?Un hombre?
– Si.
– ?Sabe como se llamaba?
– Andres Valcarcel.
– ?Quien es?
– Un empresario, o al menos lo era entonces. Casado, con clase, seductor. Laura hizo una campana para el, y el se enamoro de ella. Perdio la cabeza. Le dio la luna y el mundo como alfombra. Quiza fuese demasiado para resistirse. Se que mantuvo su independencia, pero el tal Valcarcel puso todo lo que un tio rico puede poner para seducir a una mujer. Me consta que hasta se habria divorciado si ella lo hubiese querido. Ese fue el comienzo del fin, cuando le perdi el rastro. Si cayo una vez, pudo haber caido otras. Jesus… Me gustaria verla ahora. ?Como esta?
Estaba rota, pero me refugie en el pasado.
– Radiante.
– Claro -asintio-. Debe de estar en la plenitud. Voy a ensenarle algo, espere.
Se metio en una de las dos habitaciones y le oi remover algo, un archivo. Regreso con una abultada carpeta en las manos y se sento a mi lado. No me la paso. Comenzo a buscar por entre un oceano de Lauras capaz de marear a cualquiera, entregandome de tanto en tanto una fotografia en blanco y negro o color. Eran imagenes de otro tiempo no muy lejano. Laura con diecisiete, dieciocho y diecinueve anos. Laura en banador, en bikini, desnuda como la habia visto antes, vistiendo informal, con trajes lujosos, sonriendo, seria, incitando, fingiendo, y de ingenua, de mujer, de todo.
– Tengo muchas diapositivas, miles. -La voz de Luis Martin sonaba a mi lado, pero no era mas que un eco acompanando mis pensamientos-. Esto es solo una parte en papel. ?Ve esta? Antes le he hablado de los huesos. La persona que no tiene huesos es casi imposible de iluminar, y ella tenia una de las mejores estructuras oseas que he visto. ?Lia leido a Nestor Almendros? Hagalo. No gano el Oscar de Hollywood a la mejor fotografia porque si. Fijese en este contraluz. Parece una nina, y en cambio, en esta otra imagen, con sobreiluminacion empleando la tecnica
Luis Martin habia mimado a su modelo. Cada fotografia era un retrato perfecto en el que habia puesto algo mas que talento. Alli palpitaba un corazon. El entusiasmo con el que hablaba crecia foto a foto. Y a mi me estaba dando una leccion magistral.
– El cabello oscuro y los ojos claros son de un contraste extraordinario, ?se da cuenta? Yo le sugeri a Laura que hiciera como en su dia hizo Rita Hayworth: subir la linea de su pelo. De esta forma gano dos centimetros de frente y su belleza se hizo aun mas libre y despejada. Mire esta otra. -Laura estaba de pie, como una estatua, y vestida lo mismo que una vestal del templo de Isis. La imagen era en blanco y negro-. Para hacerla, emplee luces laterales, suaves y tamizadas, de lamparas. ?Sabia que las lamparas caseras fueron un gran invento? En los anos sesenta, la mayoria de los fotografos utilizaron las
Hice un esfuerzo para volver al tema que me habia llevado hasta alli. Cerre los ojos, agotado por mirar y sentir. Seguia pasando el tiempo. Luis Martin me hablaba de una diosa, como si hubiese sido la mas famosa
– ?Llego a odiar a Andres Valcarcel por habersela arrebatado?
No le gusto la pregunta. Lo supe porque, en mitad del silencio que sobrevino a ella, la carpeta resbalo de entre sus manos y parte del contenido se esparcio por el suelo, diseminando decenas de Lauras a nuestros pies.
Tuve la misma sensacion que si viera el cadaver destripado, rodeado por algunas de aquellas mismas fotografias formando un halo de vida en torno a su muerte.
IX
Estaba seguro de algo: un amante maduro no esta dispuesto a hablar de su querida, y menos con un