– Hablaremos luego, ?de acuerdo? Llamas por telefono y si sigue igual… -concedio su padre-. Ahora lo que debes hacer es comer de manera tranquila y no pensar en nada.
Su esposa le miro directamente, aunque ya era demasiado tarde. Los psiquiatras les habian insistido en que no la forzaran, que no hablaran de obligaciones ni nada parecido, aunque tampoco se mostraran permisivos o falsamente indiferentes. Sin embargo, la naturalidad era dificil de guardar cuanto lo que veian ante si no era mas que el palido reflejo de lo que un dia habia sido su hija.
Loreto miro la sopera, la fuente de carne, el pan, la ensalada. La necesidad de comer se le disparo en la mente. La avidez de su estomago le acentuo su habitual dolor de cabeza.
– ?Das tu las gracias hoy? -le pregunto la mujer a su marido cambiando rapidamente de conversacion.
– ?Hija? -traslado el el ofrecimiento a Loreto.
Ella vacilo solo un instante.
Despues, los tres bajaron la cabeza y unieron sus manos.
– Te damos las gracias, Senor, por los alimentos que recibimos de tu bondad, y te pedimos por todos tus hijos, en especial aquellos que sufren -hizo una pausa muy breve, antes de continuar diciendo-: Y te pido que ayudes a Luciana, Dios mio. Ayudala a luchar, y a ser firme en esta hora oscura, porque sin Ti estara perdida. Ayudala a encontrar el camino de regreso de las sombras. Te lo pedimos, Senor.
Sobrevino un largo segundo de silencio, mientras la emocion se apoderaba de ellos.
Pero incluso esa emocion quedo en un segundo plano cuando Loreto levanto la cabeza, suspiro, apreto las mandibulas y, con determinacion, se sirvio tres cazos de sopa. Luego introdujo la cuchara en el plato para empezar a tomarla con la mayor naturalidad.
Sus padres intentaron mantener la normalidad.
Despues de todo la clave era siempre el despues. Lo que hiciera ella con lo que hubiese ingerido.
– Esta buena -dijo Loreto.
37
Esther Salas no conseguia apartar los ojos de su hija y del complejo sistema de tubos y aparatos que la envolvia.
En aquellas pocas horas, habia aprendido todo lo que tenia que aprender de la situacion, y de todo aquello que ahora la mantenia con vida de forma artificial. El tubo de la nariz era una sonda nasogastrica; el de la boca, un respirador para la ventilacion asistida, y que la unia a la bomba que le suministraba a ella el aire. Tambien sabia que un coma era la ruptura de las funciones cerebrales especificas, la abolicion del movimiento, la sensibilidad y la movilidad. El doctor Pons y las enfermeras le habian dicho que, sobre todo, tratase a su hija como si ella realmente pudiera oirla, y que le hablase.
Lo habria hecho igualmente.
No estaba muerta, y si no estaba muerta es que estaba viva. Por lo tanto podia oir. Estaba segura de ello.
Fue a cogerla de la mano…
Y entonces todo en Luciana se disparo.
Fue tan fulminante que por un momento creyo que iba a volver a la vida. Pero inmediatamente se dio cuenta de la anormalidad en la siguiente fraccion de segundo. Luciana se estiro y arqueo por completo, de una forma absolutamente antinatural y casi inverosimil, apoyandose tan solo en la nuca y los talones, con la espalda tan curvada hacia arriba que parecia que se le iba a romper. Todo su cuerpo fue preso de una tension brutal.
– ?Luis! -grito.
Su marido ya se habia dado cuenta, lo mismo que Norma, aunque la chica se quedo inmovil, atenazada. El hombre salio por la puerta gritando:
– ?Enfermera! ?Enfermera!
La primera entro inmediatamente. Otras dos corrian ya hacia la habitacion. Una cuarta llamaba al medico.
El pequeno espacio se lleno de voces profesionales.
– ?Esta en opistotonos!
– ?Rapido!
– ?Sujetadla!
El doctor Pons tardo en llegar lo que para Luis y Esther Salas era una eternidad. Tambien reacciono de manera fulminante, sin necesidad de consultar a las enfermeras que ya atendian a Luciana y procuraban que no se desconectara de las maquinas.
– ?Sulfato de magnesio intravenoso, ya!
Luciana continuaba arqueada, arrastrada por sus convulsiones espasticas. Sus padres contemplaron horrorizados la escena sin saber que hacer o decir, lo mismo que Norma, que rompio a llorar.
La aguja hipodermica se hundio en la carne de la paciente.
38
Estoy al final de un camino y al comienzo de otro. Puedo escoger.
Retroceder, para empezar de nuevo, por el primer camino, o seguir, para ver que hay en este.
Siento que una parte de mi me empuja hacia delante, pero hay otra que me obliga a esperar, y luchar.
Como luchan ellos.
Todos estan ahi abajo, junto a mi cuerpo, tratando de salvarme, de
Sin embargo, no quiero que sufran, y se que estan sufriendo. Papa, mama, Norma, Eloy…
Sufren por mi, porque me quieren, y si me voy… Si me dejo atrapar por esta paz…
Tal vez debiera luchar.
Siempre habra una paz, pero no tengo mas que una vida.
Esta vida.
Recuerdo la partida del ultimo campeonato. ?Oh, si, si, fue genial! ?Que maravilla! No solo fue la victoria, sino como la consegui. Me senti orgullosa de mi misma. Acorralada, sin mi reina, sin torres, sin el alfil blanco y sin el caballo negro, con un alfil y un caballo, y tres peones. Mi rival tenia todas las de ganar, pero resisti, paciente. Ella cometio un error, provocado por mi, y tras el…
Puede que esa sea la clave: luchar.
Si, la paz estara siempre ahi, al final del camino, pero antes he de pasar por muchas batallas.
Ese es el sentido de la vida, de la partida. No rendirse.
No rendirse jamas.
Esperad… ?esperad!
Quiero volver.
Aun no es el momento.
Quiero seguir con vosotros, mientras decido cual ha de ser mi proximo movimiento.
Esperad…
He
Esperad…