Su padre tenia razon.
Por eso se habia declarado a Luciana. Ya eran novios, pero el queria el compromiso definitivo, para empezar a hacer planes. Por eso no entendia el comportamiento de ella.
– Luciana… -gimio envuelto en un suspiro.
Si no se hubiera quedado a estudiar.
Si no…
?A quien queria enganar? Maximo tenia razon: Luciana era tozuda. Se habria tomado aquella cosa igualmente. Y probablemente el tambien lo hubiera hecho, para no parecer idiota, para acompanarla en todo.
Ahora ya no tenia remedio.
No tenia remedio el pasado, aunque si el futuro.
Se puso en pie, de golpe, aparto las sombras de su mente y continuo su busqueda.
Cada minuto contaba.
32
Acabo de marcar el numero telefonico y espero con la frente apoyada en el puno cerrado de su mano libre. Era sabado, asi que la respuesta le llego de inmediato.
– Marisa -le dijo a la telefonista-, ponme con Gaspar.
Otros cinco segundos.
– ?Mariano? -escucho la voz de su companero y jefe de seccion.
– Oye, hazme un favor: que me busquen todo lo que haya en documentacion acerca del extasis, el eva, los casos en Inglaterra de comas y muertes de adolescentes, estadisticas espanolas y todo lo relacionado con el tema.
– ?Donde estas?
– En el Clinico, con algo muy bueno.
– ?Que es?
– Una adolescente en coma por un golpe de calor debido al eva.
– ?Crees que vale la pena?
– ?Una buena nina, campeona de ajedrez, limpia, sana? ?Tu que crees? Esto es de portada, ?vale?
– ?Estando el Campeonato de Europa de futbol, la reunion de la ONU, lo del Gobierno y…?
– ?Que te pasa? Sacamos en portada cuatro o cinco temas. Y te aseguro que este sera uno de manana. Vamos a remover las conciencias justamente el dia en que la gente olvida las suyas en casa para echarse a las carreteras a hacer el hortera.
– Vale, vale. Tu eres el experto -concedio el otro.
– Puedes apostar a que si -confirmo Mariano Zapata-. Un caso asi, a las puertas del verano, sera dinamita pura. Vamos a poner a la policia en el disparadero, y a todas las discotecas makineras, que son la tapadera de ese comercio, y a esos ninatos que se pasan el fin de semana bailando con la muerte… -se detuvo un instante y cambio el tono para decir-: ?Eh, buen titular: «Bailando con la muerte»! ?Me gusta!
– Eres un caso -se burlo Gaspar-. Disfrutas con tu trabajo, ?eh?
– ?Me he equivocado alguna vez cuando he dicho que tenia algo bueno?
– No -reconocio su companero.
– Pues este tema va a dar para toda la semana. Y mucho mas con esa chica en coma. Solo me falta su fotografia.
– ?La puedes conseguir?
– Creo que si.
– Si hay foto desde luego es portada -convino Gaspar.
– Cuenta con ella.
– Buena movida.
– Hasta luego. Te tendre informado -se despidio el periodista.
33
Vicente Espinos tuvo que esperar mas de un minuto, y llamar tres veces, antes de que al otro lado de la puerta sonara un ruido o lo mas parecido a una respuesta. Despues, una voz gutural, espesa, se hizo patente con escasas muestras de cordialidad.
– ?Quien es?
– Abre, Loles.
– ?Quien es? -repitio la voz practicamente en el mismo tono.
– ?Quieres que te muestre la patita por debajo de la puerta? Abre o echo la puerta abajo.
Transcurrieron unos segundos. Tras ellos, la puerta se abrio solo unos centimetros. Los necesarios para que por ellos asomara un ojo enrojecido que se esforzo al maximo para centrarlo en su retina.
El policia no dijo nada. Espero.
– ?Que quiere? -farfullo la mujer una vez lo hubo reconocido.
Vicente Espinos puso la mano en la puerta. No la empujo, porque se la hubiera llevado a ella por delante. Solo hizo un poco de presion, la justa. Loles se tuvo que apartar.
Pudo olerla desde alli, a pesar del metro escaso de distancia. Olia a vino peleon y a sudor. Pero eso no era lo peor. Lo peor era su imagen, con el cabello alborotado, la bata que apenas le cubria nada, aunque lo que ocultaba tampoco era como para recrearse, los ojos cargados de rimel corrido, el maquillaje tan seco como los pantanos en Espana despues de una sequia canicular, las unas de las manos con el esmalte roto, toda su edad doblada en los pliegues de una vida castigada.
Ella tambien habia vivido el viernes noche.
– Estoy buscando al Mosca -la informo tras echar tambien una ojeada por detras de Loles, por los confines caoticos de la habitacion, que mas se asemejaba a una sucursal del infierno que a otra cosa.
– Yo en cambio ya he dejado de buscarle -rezongo la mujer.
– Segun parece, estabais juntos.
– ?Quien es su informante, Humphrey Bogart? Porque muy al dia no esta, que digamos.
– ?Cuanto hace que no lo ves?
– Se largo hace un par de meses.
– ?Os peleasteis?
– Diferencias irreconciliables -manifesto Loles, siempre en el mismo tono y con la misma expresion.
– ?No me enganas?
– ?Por que tendria que hacerlo? Es un idiota malnacido. ?Que ha hecho, inspector?
– Ha metido a una chica en un problema.
– ?Poli? -se lleno de dudas sin poderlo creer.
– No es un problema de esos. Ella esta en coma por su culpa, y puede morir. Le vendio algo, ?entiendes?
Parecio acusarlo. O tal vez no. Su cara seguia siendo una mascara. Vicente Espinos recordo que Loles tenia una hija. Adolescente.
– ?Tu hija se salio de la heroina? -pregunto de pronto.
Loles lo miro fijamente. La mascara se resquebrajo un poco. Le temblo el labio inferior.
– Mi hija murio hace dos anos -dijo.