sobresalir en eso hay que arrimar mucho el hombro, y ella aun no lo tiene claro.
– ?Donde sucedio todo? Quiero decir lo de tomarse esa cosa.
– En una discoteca llamada Pandoras.
– ?Iba sola?
– No, con sus amigos y amigas. Ayer era viernes por la noche.
– Si, claro, es logico. ?Tiene novio?
Por primera vez, Norma se percato de que sin darse cuenta estaba respondiendo a las preguntas del desconocido que tenia delante. Aunque no parecia mal tipo. El tambien percibio su instintiva reaccion.
– ?Tomas algo? -le propuso antes de que ella siguiera hablando o dejara de hacerlo.
30
Poli Garcia volvio a detenerse frente a una cabina telefonica, pero solo fue cuestion de unos segundos. Chasqueo la lengua y miro arriba y abajo de la calle en busca de un bar. Lo diviso en la esquina opuesta, a menos de veinte metros.
En todas las calles de todas las ciudades de Espana habia por lo menos un bar.
Un bar y dos o tres bancos.
Cruzo la calzada y entro en el local. Fue directamente a la barra. Apenas habia gente a aquella hora.
– ?Que sera? -le pregunto un camarero.
– Un cortado y el listin telefonico, por favor.
El listin llego inmediatamente. Busco los telefonos de los hospitales de la ciudad y empezo a anotarlos en un papel, despacio, para no dejarse ninguno. Mientras lo hacia le sirvieron el cafe.
– ?Tiene cambio para hacer algunas llamadas telefonicas? -pidio.
El camarero tomo el billete de mil pesetas y le dio el cambio del cafe en monedas de cien y de cincuenta. El camello las recogio, se bebio el cafe de dos tragos y se fue hacia el telefono, que era verde y estaba ubicado en el extremo opuesto de la barra de manera visible. Marco el primero de los numeros que habia anotado.
– Urgencias, ?digame?
– Perdone, ?podria decirme si tienen ingresada ahi a una chica que anoche tomo drogas en una discoteca? La llevaron en una ambulancia…
Negativo.
Marco un segundo numero.
Y un tercero.
La respuesta le llego en el cuarto intento.
– ?Luciana Salas Masoliver? -le pregunto una voz femenina.
No tenia ni idea. ?Pero cuantas chicas habrian ingresado de noche por causa de las drogas?
– Si, si es ella -su tono cambio revistiendose de angustias- ?Como se encuentra?
– Disculpe, pero…
– Mire, es que mi cunada me ha dejado el recado en el contestador contandome lo que habia pasado, pero sin decirme el hospital ni nada, y como estamos fuera… ?Dios, que angustia!, solo quiero saber… Esta viva, ?verdad?
– ?Es su sobrina? -insistio la voz femenina. -Si, por favor… ?por favor!
– Bueno -la resistencia cedio-, se ha estabilizado y por el momento esta bien, aunque no fuera de peligro, pero… sigue en coma. Es cuanto puedo decirle.
Coma.
– Gracias, ha sido usted muy amable.
– De nada, senor.
Colgo y se quedo mirando el telefono.
Tal vez debiera llamar a los otros hospitales, para asegurarse. Tal vez no fuese ella. Tal vez la de Pandora's ya estuviese en casa, tan tranquila. Tal vez.
Coma.
Golpeo el mostrador con el puno cerrado, impulsivamente, preso de una incontenible rabia. Al instante se encontro con la mirada preocupada del camarero.
Salio del bar desorientado, sin saber adonde ir o que hacer.
31
Eloy se detuvo en seco, inesperadamente, al encontrarse con El Arca de los Noes cerrada. Se acerco a la puerta y descubrio que estaba precintada por la autoridad facultativa. Su desconcierto fue palpable.
Era una de las posibilidades de encontrar a Raul a aquella hora.
Pese a todo, no habia muchos locales de baile abiertos en un sabado por la manana, legales, ilegales, camuflados o privados.
Suspiro desalentado.
Y entonces, por primera vez desde que habia salido del hospital, se pregunto que demonios estaba haciendo.
En parte lo sabia: moverse, no parar, hacer algo para no volverse loco. No habria podido quedarse en casa, solo, o en el hospital, abatido, con Luciana tan cerca hundida en la sima de su silencio. Pero en parte era algo mas. Las palabras revoloteaban por su mente como moscas inquietas: «Si pudieramos dar con una pastilla igual a la que se ha tomado ella», «Si supieramos que sustancias contenia», «El extasis, el eva, son como bombas inexploradas, y cada remesa es diferente a otra»…
No, no queria dar con Raul para romperle la cara. Queria dar con el para intentar ayudar a salvar a Luciana.
Tenia que conseguir una de aquellas pastillas. Asi de simple.
Se sento en el bordillo y hundio la cabeza entre las manos. ?Que estaba haciendo, jugar a policias y ladrones? Y, sin embargo, tal vez fuese una oportunidad de hacerlo, si, de salvar a Luciana.
Luciana.
Oyo su voz y su risa contagiosa en algun lugar de su cerebro.
Y recordo la primera vez. Aquella primera vez.
Estaba en casa de Alfredo, uno un poco pirado, y oyo decir que iba a llegar «la Karpov». La llamaban asi porque habia ganado un campeonato de ajedrez escolar. Se imagino a una chica con gafas, paticorta, fea, con granos, hombruna, sin el menor sexy, y su machismo se vio sorprendido con algo totalmente diferente. Pero aun antes de saber que era ella, ya se habia enamorado. Desde el momento en que entro en la casa se le paro el corazon en el pecho. Flechazo puro. Como para no creerselo, o reirse, porque era la pura y simple realidad.
Cinco minutos despues ya estaban hablando.
Una semana despues le daba el primer beso.
Un ano despues…
No iba a poder amar a nadie mas como la amaba a ella. Eso lo sabia. Su padre le hablo una vez del «amor de su vida», su primera novia. Nunca la olvido, y aunque habia sido feliz con su madre, aun pensaba en ella, porque habia sido lo mas importante de su adolescencia. Su padre decia que la adolescencia era la parte de la vida mas importante, porque es aquella en la que las personas se abren a todo, se tocan, descubren que estan vivas, se sienten, aprenden, sufren la primera realidad de la existencia, aman y buscan ser amadas. El estallido de las emociones.