El camello salia por la puerta cuando ellos todavia estaban en el suelo y los otros dos a demasiada distancia como para impedirlo.
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Poli Garcia seguia sin saber a ciencia cierta por que corria.
Pero corria.
Con toda su alma.
Ellos eran dos, y aunque fuesen dos ninatos, tal vez ni siquiera con media torta, en su caso lo mejor era no preguntar. Aquella chica en coma lo habia cambiado todo. Eso y la policia buscandole.
Tendria gracia que fuera por otra cosa.
Y que aquellos dos imbeciles…
Solo que no creia en casualidades, y mucho menos en tantas. ?Por que tendria que perseguirle un chico al que la noche pasada habia vendido siete pastillas? Si la que estaba en coma era una de aquellas dos ninas…
El miedo puso nuevas alas a sus pies.
Hasta dejo de pensar, aunque su mente era un caos de ideas en ebullicion, cuando, de pronto, choco contra alguien que se le puso por delante, cerca de la puerta. Otro idiota. Tuvo que derribarle. Era el ultimo obstaculo para ganar la libertad, la calle. Alli desapareceria en un abrir y cerrar de ojos.
Salio al exterior, por fin, y la bocanada de aire fresco y puro le hizo sentir mejor, proximo a conseguirlo. Ya no tenia ninguna frontera. Dependia de si mismo y de sus piernas.
Poli echo a correr en linea recta, hacia el aparcamiento.
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Lorenzo Roca detuvo el ronroneo del motor del coche al cerrar el contacto. Su gesto inmediato, estirando los brazos, como si hubiera conducido un millar de kilometros, provoco la curiosa atencion de su superior.
– ?Bueno! -suspiro Roca alargando la «e» con resignada paciencia.
– ?No te gusta conducir?
– Si, claro.
– ?Entonces?
– Me preparo para lo peor: pasar aqui un buen rato -miro la discoteca-. Nos van a tomar por dos guarros mirando a esas crias y crios… -dejo de hablar en seco. Sus ojos se dilataron por la sorpresa mientras recuperaba de nuevo el habla para gritar-: ?Jefe!
Vicente Espinos ya lo habia visto.
Poli Garcia, el Mosca, corriendo en direccion al aparcamiento en el que estaban ellos, aunque no en linea recta. Acababa de sacarse algo del bolsillo sin dejar de correr y correr.
Y detras, un grupo de chicos, tres muchachos y una muchacha, tambien distanciados entre si aunque no tanto como lo estaban de el.
Le fue facil reconocerlos.
– ?Vamos! -ordeno saliendo del coche.
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He de intentarlo.
Pero ?por que me
Deberia de ser facil, ?no? Es solo volver atras, aunque duela. Bajar y meterme de nuevo en mi cuerpo.
Intentarlo,
?No puedo?
La paz es la muerte. La reina negra me abate. El rey negro acecha. El dolor es la vida. Mi caballo blanco, mis alfiles, mis torres, mis peones me llevan al jaque mate. Oscuridad y luz. Pero me siento atrapada, paralizada. ?Es eso? ?Mi alma esta tan quieta como mi cuerpo en esa cama?
Este silencio…
Si me dejo llevar, volando hacia la oscuridad, todo habra acabado. Todo.
Pero no quiero rendirme, ?no quiero! Papa, mama, Norma, Loreto, Eloy… Vamos, ?vamos! Lo estoy intentando. ?Alguien puede oirme? ?Lo estoy intentando!
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Loreto abrio la puerta de su casa. No tuvo que llamar. Su madre aparecio al momento, saliendo de la sala.
– ?Como esta Luciana?
– Quiere vivir -dijo suavemente ella.
– Pero… -la mujer parecio no entender el significado de sus palabras.
– Mama.
La abrazo, con fuerza, a pesar de su debilidad. Detras de las dos aparecio su padre. Tampoco el parecio entender que sucedia.
– Loreto, ?que te pasa? -quiso saber su madre.
– Estoy enferma, mama, pero quiero curarme.
Era la primera vez que lo decia en voz alta. Los psiquiatras se lo habian dicho decenas de veces: todo terminaba con la aceptacion de la enfermedad por su parte. Ese era el primer paso.
– Loreto…
– Yo tambien quiero vivir -suspiro su hija-. Ayudadme, por favor.
Continuaban abrazadas, asi que la mujer no pudo ver su cara, inundada de dolorosa pero firme paz. Su padre en cambio si la vio. El las abrazo a las dos.
Entonces Loreto cerro los ojos, y su mente volvio junto a Luciana.
Libre.
Su voz seguia alli.
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