21
Resh Abderrahim era un hombre de unos cuarenta anos, ojos tristes, bigote frondoso, cuerpo redondo y ropas muy sencillas. La esperaba en la puerta de la Terminal del aeropuerto de Amman, la capital de Jordania, llevando un sencillo carton con su nombre. Le dio la mano, atento y servicial, y sin mayores muestras de afecto la condujo primero hasta un puesto de cambio de moneda y despues hasta una de las ventanillas de alquiler de coches, ya que el habia hecho el desplazamiento en autobus. El Aeropuerto Internacional Reina Alia era militar, asi que una docena de ojos uniformados siguieron sus pasos en todo momento. Hallarse en uno de los paises clave en el precario equilibrio que convertia Oriente Medio en un polvorin constante hizo sentir a Joa un cosquilleo inquietante en el estomago. Para ella Jordania era, por encima de todo, Petra. Otra de las maravillas del mundo, la ciudad construida en piedra, tallada en piedra, vestigio de tiempos perdidos en la esquina de la Historia.
El jordano intento ser amable, buscando motivos de conversacion triviales.
– ?Buen viaje?
– Si, gracias.
– ?Mas calor aqui que en El Cairo?
Por lo menos sabia quien era ella. La forma en que la miraba, como si de un momento a otro fuera a echar a volar o a meterse en su cabeza para explorarla, casi la hizo sonreir.
No hablaron mas hasta que, ya conduciendo el automovil en direccion a Amman, Joa aprovecho el tiempo.
– ?Le importa que comience?
– ?Oh, no, no en absoluto! -asintio vehemente.
– ?Continuamos en ingles o prefiere tal vez el frances…?
– Ingles bueno, si.
Por un momento su forma de expresarse le recordo a Kafir Sharif.
– Hableme de la madre de Amina, por favor.
– Su nombre era Munha. Cuando se averigua que ella es hija de tormenta, yo cuido. Buen guardian. Pero esta es tierra dificil, siempre conflictos. Munha tiene familia en el desierto, cerca Siria y cerca Israel. No siempre bueno un lugar ni mejor el siguiente. Fronteras estallan. Ella fue violada por soldados israelies. Matan padres. Tiene hija sola, que cuida la hermana de su madre.
– Su tia.
– Tia, si -convino con gratitud-. Dia 15 septiembre 1999, Munha desaparece.
– Como mi madre e imagino que como le ocurrio a la madre de la nina india.
– Amina tenia un ano entonces. Muy pequena. Nadie sabe nada. No es mas que huerfana victima de infortunio. Tia suya no quiere. Para ella es hija de odiado sionista, porque no se parece a Munha. Rasgos casi blancos. Amina crece y pronto hay comentarios, rumores. Hace cosas raras. Algunas extraordinarias. A la gente no gusta. Un dia su tia cansa y medicos internan Amina en manicomio. Llaman sanatorio mental pero es manicomio, si. Pocos dias despues, el lugar arde -hizo un expresivo gesto haciendo temblar los diez dedos de las manos hacia arriba-. No hay otro lugar de momento adonde llevar a Amina y regresa con su tia, bajo custodia. Entonces llego gran problema.
– ?Que «gran problema»? -lo alento al ver que se detenia.
– Amina cura nina muy enferma. Nina que va a morir. Amina pone manos asi -se las coloco en el pecho-, y enferma sana. Entonces corre el rumor que ella…, ?como se dice…?
– ?Bruja?
– Bruja, si. Pero tambien santa. Mucha gente quiere verla. Tia ve negocio. Autoridades no. Autoridades van, detienen y llevan a otro manicomio. Esta vez no quema: escapa. Tarda pero escapa. Parece imposible pero es asi -lo repitio para dejarlo claro-: Escapa.
– ?Cuando fue eso?
– Hace meses. Ano pasado.
– ?No ha tenido mas noticias de ella?
– No.
Domino la contrariedad. Su instinto la habia llevado hasta alli. Era su mejor valedor.
– Con una vida como la que ha tenido…, no me extrana que no se deje ver -exhalo.
– Rastro perdido.
– Siempre queda algo, Resh -ordeno sus ideas-. ?Hablo con alguien del manicomio?
– Si, y no dicen nada.
– ?Ese lugar esta aqui, en Amman?
– Si.
– Entonces vamos a verlo.
El jordano se extrano de su propuesta.
– ?No prefiere visitar antes hotel?
– No.
– Bien -se rindio.
Rodaban por una carretera recta, sin apenas nada a ambos lados. La mayoria de las casas tenian construida la planta baja y las columnas o pilares continuaban hacia arriba, con los hierros saliendo de los encofrados en la parte superior, a la espera de que se anadiera una segunda planta cuando la familia aumentase o fuese necesario por cualquier otra razon. A lo lejos, Amman era una ciudad blanca, recortada sobre la distancia en suaves ondulaciones del terreno.
– Resh…
– ?Si, senorita?
– ?Vio usted este cristal alguna vez en poder de Munha? -se lo saco de las profundidades de su holgada camisa.
– No.
– ?Asi que tampoco sabe si Amina lo lleva?
– ?Es importante? -quiso saber Resh Abderrahim.
– Muy importante -solto un bufido Joa, y anadio-: Mucho.
La primera parte de su interrogatorio terminaba alli.
22
Nunca habia visitado un manicomio. Jamas se habia tenido que imaginar uno. Todo lo que sabia de ellos en general, preferentemente por peliculas americanas, era siniestro.
El Al Sawwan Urdun, de haber sido solo siniestro, hubiera sido un hotel de lujo.
Primero creyo que se trataba de un edificio en estado de derribo. Cuando Resh le dijo que era su destino y detuvieron el coche en la entrada, lo observo con mas detenimiento. Necesitaba reparaciones urgentes en todos los sentidos, desde la albanileria hasta la pintura. Pero el estado externo todavia era soportable. El interno no. Mas que un centro de atencion medica parecia un cementerio de residuos. Un sentimiento de absoluta depresion se apodero de ella. Por primera vez en muchos dias, su mente se disparo hasta un grado maximo, igual que si fuera una antena capaz de captar todo el dolor que anidaba entre aquellas paredes. Incluso el que habia anidado en el pasado y seguia pegado a ellas. Sintio gritos de dolor, el vacio de la locura, la impotencia de todos los que de una forma u otra fueron conscientes de su estado. Si alguien era capaz de salir cuerdo de alli merecia un monumento.
Preguntaron por el director del centro, porque Resh recordaba a un hombre. Un enfermero les dijo que subieran a la primera planta y que alli volvieran a preguntar. Lo hicieron tres veces antes de ser conducidos a una salita de espera donde aguardaron unos diez minutos a que otro enfermero los atendiera. Alli daba la impresion de que no habia mujeres. Su companero le dijo que era porque estaban en la zona de los hombres. El enfermero quiso saber para que querian hablar con el director, y miro a Joa con absoluta desconfianza mientras se dirigia a Resh. Este le dijo que ella era una importante persona y que a su director le interesaria mucho conocerla. Cuando