Hasta que en un punto se abrio un hueco.

Surgio una luz.

Se dirigia hacia ella.

El punto crecio, se hizo grande y acabo por rodearla igual que lo habia hecho la oscuridad. La luz era tan cegadora como la de la plataforma antes de iniciar el viaje. Casi temio haber vuelto a ella.

Entonces se detuvo.

Y de la claridad surgieron miles de formas.

No las veia, pero estaban alli. No eran seres como ella, pero vivian y sentian como tales. No habia ciudades o casas como las de la Tierra, pero era un mundo habitado. Tampoco habia arriba o abajo, alto o largo, peso o tamano, superficie o espacio. Era como estar dentro de una idea.

Ella lo tenia todo, no hacia falta nada mas.

Se bastaba consigo misma.

Todo aquel equilibrio…

– ?Quien eres?

La voz estaba hecha de energia, asi que aparecio en su propia mente.

Y lo mas importante: ella pudo entenderla.

– Vengo del planeta Tierra -se le ocurrio decir, casi con inocencia.

– ?Tienes un nombre?

– Mi nombre humano es Joa.

– ?Por que has venido, humana Joa?

– Soy hija de una enviada. La depositasteis en la Tierra y regreso hace tiempo, antes que otras enviadas por las que fuisteis hace muy poco. Mi padre, Julian, se unio a vosotros en la nave que descendio sobre la Tierra hace unos meses.

Se pregunto si la entenderian.

Humanos, nave, Tierra, meses…

– ?Por que has venido? -repitio la voz.

– Necesito a mis padres. Hablar con ellos.

No hubo respuesta, pero un cosquilleo atraveso su cerebro de lado a lado, esparciendose por todos sus confines.

– Estas limpia -anuncio la voz.

No tenia ni idea de lo que pudiera significar algo asi. Tampoco lo pregunto.

De pronto la luz se amortiguo un poco.

Y todo lo que sentia empezo a desvanecerse.

– ?Por favor…! -grito.

– Regresa -dijo la voz.

– ?No!

– ?Por que?

– ?Los necesito!

La presencia se hizo un poco mas manifiesta. Un cuerpo dentro de su propia mente. Joa se sintio desnuda, atravesada por corrientes energeticas, porque ahora todo era eso, energia.

Su presencia alli, al otro lado del universo.

– ?Como has llegado?

– Tengo un cristal.

– Tienes un cristal -repitio la voz.

– Ayudame -quiso llorar de nuevo.

No hubo respuesta.

– ?Estas ahi?

Se sintio sola en aquella dimension infinita poblada de blancura. La presencia la habia abandonado. La voz dejo de fluir. Penso que era su fracaso. Sin embargo, por alguna extrana razon, de repente noto un suelo bajo sus pies, un apoyo que le permitio caminar, dar unos pasos sin rumbo.

No muy lejos vio un punto oscuro. Venia hacia ella.

Crecia rapidamente aunque los pasos eran breves. La reconocio mucho antes de que la alcanzara y pudiera abrazarla. Su madre.

56

Le costo articular de nuevo la voz.

– Mama…

Vestia una tunica roja, desde el cuello hasta los pies, sin mangas. Estaba tal cual la recordaba doce anos y medio antes, identica; el mismo cabello, la misma sonrisa, la misma vida en sus ojos, los mismos rasgos bondadosos, aquella belleza tan genuina que habia sido capaz de arrebatarle el corazon a su padre- La abrazo.

La sintio, fisicamente, y sintio sus manos, su tacto, cada beso, cada caricia. No era una simple proyeccion energetica. Era su madre, olia como siempre habia olido y su voz era la que tantas noches habia echado de menos desde su desaparicion el 15 de septiembre de 1999.

– Joa, carino, como has crecido…

– Mama… -rompio a llorar.

– Sssh…

No renuncio a la liberacion de aquellas lagrimas. No quiso ser fuerte. No tenia ninguna necesidad de serlo. Habian pasado muchos anos, y en aquellos meses finales, despues de conocer la verdadera historia de su origen, el camino hasta ella habia sido muy largo.

– ?Donde estas?

No era una pregunta absurda, al contrario.

– En Egipto, cerca de El Cairo, en un lugar identificado como la cruz del Nilo.

– ?La encontraste? -hubo un suspiro-. Claro. Eres lista. Fue un punto de conexion mental hace miles de anos.

– Te he estado buscando, mama.

– Aqui me tienes.

– Tenia tantas preguntas…

– Hazlas.

– ?Volveras conmigo?

La mujer la separo para mirarla a los ojos. Le acaricio la mejilla con una mano.

– No puedo, todavia.

– ?Cuando?

– Algun dia. No depende de mi.

– ?Mama, estas igual! ?En la Tierra el tiempo corre!, ?sabes? ?Te necesito alli, conmigo, ahora!

– Joa -la caricia se hizo mas intensa, asi como la mirada-. Nosotros no somos seres individuales, sino un colectivo. Todos formamos parte de un entramado. Todos funcionamos como una unidad global. Creci y vivi en la Tierra, ajena a esto, lo mismo que las otras hijas de las tormentas. Pero al volver nos hemos integrado de nuevo en lo que ya eramos antes de ser concebidas como parte de lo que fuimos a hacer alli.

– ?Y que fuisteis a hacer a la Tierra que sea mas importante que tu y yo ahora?

– Intentar salvaros.

– ?Salvarnos?

– Las hijas de las tormentas eramos vasijas, recipientes que debian llenarse con el tiempo, recoger informacion para ser estudiada aqui.

– ?Por que las tres que tuvisteis hijas os marchasteis antes?

– Al dar a luz perdimos esencia energetica. Paso a vosotras. Ademas, eso nos debilito, como seres vivos y

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