– Oiga, ?ha visto una vieja pelicula llamada Casablanca?
Kafir Sharif volvio a fruncir el ceno.
– Si.
– ?No cree que este es el comienzo de una gran amistad?
Logro hacerle sonreir.
– Lo sera cuando acompane a aeropuerto y usted vaya de aqui -y le mostro el camino hacia su coche, aparcado a unos cincuenta metros de donde se encontraban.
61
Llamo con los nudillos a la puerta de la habitacion y no se movio hasta que, del otro lado, escucho la voz de Amina invitandola a pasar.
– Entra.
Joa metio la cabeza por el quicio. La chica estaba tumbada en la cama, con el mando del televisor en la mano derecha apuntando a la pantalla instalada en la pared. No aparto los ojos del rectangulo luminoso.
– ?Hay cien canales! -dijo.
– Sera mejor que no te aficiones demasiado a la caja tonta -se sento a su lado.
– ?Por que la llamas asi?
– Es el artefacto mas alienante de cuantos se han inventado.
– Hay muchos programas, peliculas, mujeres hermosas…
– ?Quieres ser una estrella de la television?
– ?Por que no? -puso cara de nina mala-. Cuando hayamos salvado el mundo, nos quedaremos sin nada mas que hacer.
No frivolizaba. Solo se sentia prisionera de la dimension de cuanto tenian por delante.
– ?No tienes miedo?
Amina se encogio de hombros. Cambio otra vez de canal.
– Yo si -reconocio Joa.
– ?Por que no pedimos ayuda a las autoridades?
– ?A que autoridades? ?De que pais? -penso en el coronel Hank Travis y se estremecio-. Nadie nos creeria.
– ?Y si no encontramos a Indira, ni los cristales?
– Me he hecho las mismas preguntas mil veces desde que regrese de alli y desde que os lo he contado todo mientras cenabamos.
Amina apago el televisor y dejo el mando a un lado. Se enfrento a los ojos de Joa, que la escrutaban con profundidad.
– ?Que quieres saber?
No disimulo. Quiza ella si leyese su mente.
– ?Que hiciste en tu viaje? No nos lo has contado. Solo he hablado yo de ello.
La respuesta no llego de inmediato. Fue una considerable pausa. Amina ni parpadeaba. Tenia esa extrana facultad. Podia mirar un minuto, dos, tres, el tiempo que hiciera falta a su interlocutor sin bajar los parpados. En ese momento volvia a ser una adolescente con rasgos de nina al borde del olvido, pero todavia fijos en su semblante.
– Si no quieres, no me lo cuentes -se resigno Joa.
– Yo tambien hable con mi madre. La llame y aparecio.
– ?Que te dijo?
– No mucho -bajo los ojos y los deposito en sus manos-. Me pidio perdon.
– ?Por dejarte sola?
– Por haberme odiado.
– No entiendo.
– Cuando aquel soldado la violo…, ella aun no sabia quien era, por que razon aparecio en mitad de una tormenta, por que sus rasgos nunca fueron como los de las demas. Al sentirme en su vientre me odio y… sin embargo…
– Te tuvo.
– Si.
– Quiza deseo alguna vez que no llegaras a nacer, y cuando se la llevaron…
Amina volvio a callar.
– ?La perdonaste?
La pregunta de Joa la atraveso. La hizo reflexionar.
– Es curioso -susurro-. No se lo dije.
– ?Lo has hecho?
– Ninguna de las dos tuvo culpa de lo que sucedio.
– ?La has perdonado? -insistio ella. Esta vez la espera fue mas breve.
– Si.
– Entonces vas a empezar a estar en paz contigo misma.
– Es dificil, ?sabes? -parecia a punto de llorar.
– Todo lo es, y esto mas -Joa le cogio una mano-. Hemos de aprender a estar juntas, a luchar, a vivir… Y la vida suele doler.
– A mi ya me ha dolido bastante.
– ?Te hablo tu madre de lo que hemos de hacer?
– No, apenas si hubo tiempo. Yo tenia tantas preguntas… Y para mi era una completa desconocida. Solo al final me dijo que confiara en ti, que tu me contarias algo muy importante.
– Venimos de un extrano mundo, ?verdad?
– A mi me parecio hermoso.
– Hermoso y desconocido, lo cual sobrecoge. Saber que formamos parte de eso…
– Alli todos son iguales, viven en la luz, habia tanta paz…, Joa -alzo los ojos para inundarla con una densa mirada-. ?Crees que algun dia podremos regresar?
– ?Quieres volver?
– Si.
– ?Por que?
– Porque este no es mi mundo.
– No digas eso.
– Siempre me senti extrana. Mi casa no esta aqui. Esta alli. Tu luchaste por encontrar la forma de hablar con tus padres, no te rendiste y lo conseguiste. Yo luchare para encontrar la forma de volver, tarde lo que tarde.
– Ahora ya no estas sola. Te lo dije en Mali.
Amina guardo silencio y Joa se lo respeto. Necesitaban tiempo, adaptarse la una a la otra, y sobre todo afrontar el peligroso camino que les quedaba para intentar lo que parecia un imposible: dar con Indira primero y despues localizar el quinto cristal perdido en algun lugar del Tibet para llegar a Stonehenge antes de que esa erupcion solar definitiva unida a los problemas climaticos de la Tierra cambiara su eje.
Con poderes o no, no eran mas que dos jovenes asustadas.
– Duerme un poco -la aconsejo Joa poniendose en pie de nuevo-. Manana veremos como siguen tus tramites de pasaporte y resolveremos eso de que figuremos con el mismo nombre…
– No quiero volver a Jordania.
– No volveras, te lo prometo. Aunque sea con un pasaporte falso.
– Nunca he tenido dinero. No se lo que es conseguirlo todo.
– Todo no se consigue -fue sincera-, pero si algunas cosas.
– Buenas noches -le deseo Amina al ver que se dirigia a la puerta que comunicaba las dos habitaciones-. Y… gracias.